Todos hemos oído hablar de los beneficios de la dieta mediterránea, pero sin embargo, existe el riesgo de que la globalización, extrapolada a la industria de la alimentación, nos lleve a perder costumbres nutricionales tan sanas como seguir un menú saludable con alto consumo de aceite de oliva, fruta, frutos secos, verduras y cereales; un consumo moderado de pescado y aves de corral; y una baja ingesta de productos lácteos, carnes rojas, carnes procesadas y dulces, además de vino, de forma moderada, con las comidas. Una forma de vida reconocida por la propia UNESCO en 2010, cuando incluyó la dieta mediterránea en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Menor riesgo cardiovascular

Los resultados del estudio Predimed, liderado por nuestro anfitrión, Miguel Ángel Martínez-González, refuerzan el valor de la dieta mediterránea para la salud a nivel internacional. El mayor estudio realizado hasta la fecha sobre el impacto de la dieta mediterránea en la salud demostró una asociación inversa entre la adherencia a la dieta mediterránea y el riesgo cardiovascular, o más concretamente, los autores de este ensayo concluyen que entre las personas con alto riesgo cardiovascular, una dieta mediterránea, suplementada con aceite extra virgen de oliva o frutos secos, reduce la incidencia de eventos cardiovasculares graves.

En el estudio Predimed (Prevención con Dieta Mediterránea), participaron un total de 7.447 personas: hombres de 55 a 80 años y mujeres de 60 a 80 años, sin enfermedad cardiovascular al inicio, que tenían diabetes mellitus tipo 2, o al menos tres de los siguientes factores de riesgo: tabaquismo, hipertensión, elevación de los niveles de LDL, niveles bajos de HDL, sobrepeso u obesidad, o una historia familiar de enfermedad coronaria prematura. A los participantes se les asignó aleatoriamente una de las siguientes dietas: una dieta mediterránea suplementada con aceite virgen extra de oliva, una dieta mediterránea suplementada con frutos secos o una dieta de control para reducir la grasa. Tras un análisis preliminar, los resultados siguieron recogiéndose hasta que el ensayo se interrumpió con una media de seguimiento de 4,8 años.

Los grupos de dieta mediterránea recibieron bien aceite de oliva virgen extra (aproximadamente un litro por semana) o 30 gramos de frutos secos por día (15 gramos de nueces, 7,5 gramos de avellanas y 7,5 gramos de almendras), y los del grupo de control dietético recibieron pequeños obsequios. No se aconsejó restricción calórica, ni se promovió la actividad física. Los participantes recibieron consejo dietético trimestral y sesiones educativas de grupo.

En este ensayo, la dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva virgen extra o frutos secos dio como resultado una reducción del riesgo absoluto de aproximadamente 3 eventos cardiovasculares por 1.000 personas al año, con una reducción del riesgo relativo del 30% entre las personas de alto riesgo que estaban inicialmente libres de enfermedad cardiovascular. "Para cualquier terapia, incluyendo el tratamiento con medicamentos, la magnitud de este beneficio es impresionante, por lo que tratándose de una intervención dietética, dichos resultados son verdaderamente notables y apoyan los beneficios de la dieta mediterránea para la reducción del riesgo cardiovascular", corrobora la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Protección frente a la covid-19

Pero además, la alimentación se ha erigido como una de las claves para sobreponerse al coronavirus. Así lo atestigua el epidemiólogo Miguel Ángel Martínez-González. "Está claro es que la edad avanzada determina muy fuertemente que la enfermedad tenga mal pronóstico, pero la edad es algo que no se puede cambiar", advierte este experto, si bien hace hincapié en que "hay condiciones y enfermedades que también influyen" en el devenir de la infección, como son que la persona presente con anterioridad un enfermedad pulmonar crónica, una enfermedad cardiovascular, diabetes, obesidad, problemas de inmunidad, insuficiencia renal avanzada o una enfermedad hepática. Por eso, "la prevención y control de estas enfermedades puede apaciguar mucho la infección de coronavirus".

Y es precisamente en este punto donde interviene con gran protagonismo la alimentación, pues algunas de estas enfermedades, que predisponen a enfermar gravemente si uno se infecta de covid-19, "se pueden prevenir comiendo de un modo sano, con ciencia y con conciencia. Así se puede resistir", afirma Martínez-González. En concreto, detalla, "la enfermedad pulmonar crónica y la enfermedad cardiovascular dependen del tabaco; la enfermedad hepática puede evitarse en gran parte si no se abusa del alcohol, y la diabetes y la obesidad dependen mucho, junto con la enfermedad cardiovascular, de la nutrición que llevemos".

Y en este sentido, el catedrático afirma que los estudios Seguimiento Universidad de Navarra (SUN) han comprobado que la dieta mediterránea ayuda a prevenir la infección por coronavirus. De la mano de Predimed, desde el SUN comprobaron que la dieta mediterránea asegura un adecuado aporte de los micronutrientes, tan necesarios para el correcto funcionamiento del cuerpo humano, y que no es necesario ningún complemento extra si se lleva a cabo una alimentación sana y variada, subraya. No obstante, destaca la importancia de la vitamina D. "La evidencia científica actualmente disponible muestra que múltiples líneas confluyen en apuntar que un aporte suficiente de vitamina D poría jugar un importante papel preventivo frente a la infección de la covid-19", destaca.

Así, se ha encontrado que los países con niveles medios más bajos de vitamina D o una menor exposición a la radiación solar ultravioleta B, que hace que la piel sintetice esta vitamina, tienen una mayor mortalidad por covid-19, si bien "España e Italia, muy afectados por el coronavirus, quedaban también mal en cuanto a adecuación de los niveles de vitamina D", advierte.

Asimismo, se ha observado que los grupos demográficos con mayores deficiencias de vitamina D, son quienes acaban con un mayor riesgo de hospitalización y/o mortalidad por covid-19.Y además, hay cierta plausibilidad biológica para pensar que la vitamina D proteja frente a una infección viral, pues es importante como modulador de la inmunidad e influye en la respuesta inflamatoria a la infección. No obstante, Martínez-González cree que todavía hay que investigar más y hay que esperar a que los ensayos en marcha digan la última palabra. Los datos previos hablan de una posible capacidad de prevención, pero "de ningún modo se trata de un tratamiento válido" una vez que la persona haya sido contagiada por covid-19. Además, este experto en Salud Pública no descarta tampoco que "puede haber ciertos intereses comerciales de vender suplementos detrás de algunas recomendaciones. Por eso, debe recurrirse a los suplementos sólo cuando son médicamente prescritos", aconseja. Eso sí, asegura que una gran parte de la población presenta bajos niveles de esta vitamina según los estudios más recientes realizados en España.

La vitamina D está presente en los pescados grasos, como el atún, la trucha, el salmón o la caballa. Una ración puede contener cerca de 15 microframos. También está presente en los aceites de hígado de pescado. Y los aceites de hígado de ternera, el queso y las yemas de huevo tiene una pequeña concentración de esta vitamina, en torno a un microgramo por huevo. Además, los hongos y las setas también proporcionan vitamina D2 y se recomienda exponerlos al sol antes de cocinarlos para aumentar estos niveles. También hay alimentos, como la leche, que están enriquecidos artificialmente con vitamina D y así lo muestran en sus etiquetas. Sin embargo, la mayor parte de las personas alcanzan parcial o totalmente a cubrir sus necesidades de vitamina D a través de la exposición al sol. "Se ha sugerido que aproximadamente entre 10 y 30 minutos al sol, en particular entre las diez de la mañana y las cuatro de la tarde, ya sea diariamente o por lo menos dos veces a la semana, con la cara, los brazos, las manos y las piernas sin filtro solar, generalmente conduce a una síntesis sificiente de vitamina D", concluye.