“Éramos como un perro verde en la escena musical en Euskal Herria”
Hace ya un tiempo que la familia numerosa de The Cherry Boppers se ha convertido en uno de los combos de funk instrumentales esenciales en el Estado
Aquel nutrido grupo de jóvenes de Bilbao locos por el funk, el soul más sudoroso y el cine blaxpoitation seguramente jamás pensaron en llegar hasta aquí. Eran una rara avis en la escena musical vasca: hombres blancos haciendo música desvergonzada, rebosante de ritmo, que emulaban unos sonidos más oscuros que el carbón. Tomaron una decisión exótica, con etiqueta revival, que el año pasado cumplió 20 años de trayectoria musical a contracorriente. Pero hace ya un tiempo que la familia numerosa de The Cherry Boppers se ha convertido en uno de los combos de funk instrumentales esenciales en el Estado. Han publicado un puñado de discos -la mayoría concentrados en el periodo entre 2006 y 2011-, han ofrecido más de 300 actuaciones -incluyendo varias giras europeas y conciertos en certámenes internacionales- y continúan derrochando energía a ritmo de música negra de la vieja escuela en los escenarios y metiéndose al público en el bolsillo. Desde finales de 2023, coincidiendo con la publicación del EP The Cherry Boppers Meet Patricia Reckless, la banda ha abierto una nueva etapa con la incorporación de esta vocalista de Bilbao (una fanática del soul, el r&b y el funk desde muy pequeña), que también forma parte del dúo Bohemian Soul. La suya es una presencia habitual en los festivales de jazz, r&b y soul veraniegos. En estos meses han tocado, entre otros lugares, en el Isla Jazz cántabro, en el Arrasate Blues Festival y en el BBK Music Legends Fest. The Cherry Boppers es como una locomotora funk que siempre está a punto de descarrilar. Adrenalina pura. El batería Txefo K-Billy ejerce de portavoz del grupo en esta entrevista.
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¿Que una cuadrilla de Bilbao se pusiera a hacer funk instrumental no era un poco raro?
-Más que raro, sin duda. Para nosotros fue algo natural, estábamos muy atrapados con el jazz-funk de Blue Note Records y decidimos lanzarnos a intentar emular esos sonidos y luego nos abrimos a más estilos negros. Pero sí: no había precedentes de bandas vascas tocando esto. Y sí, éramos como un perro verde en la escena musical en Euskal Herrria.
¿De dónde surgió la idea de montar una portada con estética blaxpoitation para el disco Play it Again!?
-Era un humilde homenaje a esas películas y, sobre todo, a sus bandas sonoras. Son una auténtica pasada y en ese momento nos marcaron mucho: Shaft, Superfly, Coffy, Foxy Brown, Black Cesar y muchas más. Todas tienen un gusto exquisito.
¿Lo que hace del funk un género único es su capacidad para liberar los cuerpos? ¿Su carácter atemporal?
-Eso es. El funk es un género que directamente no caduca, es completamente atemporal. En ese sentido, siempre va a estar ahí, al lado de otros estilos afines como el soul o el rhythm and blues. El funk ha sido la raíz musical del rap, el disco, el house y tantas otras músicas de baile.
¿Qué supone para usted esta música?
-Escuchar, bailar y tocar funk es una gran medicina.
¿The Cherry Boppers se han nutrido básicamente del exuberante jardín musical de los 70?
-Somos seguidores de bastantes estilos musicales. Está claro que la década de 1970 fue fundamental en el nacimiento y desarrollo de la cultura pop en su sentido más amplio. Pero a nosotros siempre nos ha gustado meter más ingredientes en la coctelera: el jazz clásico, el soul, el acid jazz… De todas formas, si nos ceñimos al funk, los años 70 fueron testigos de bandas y solistas tremendos. No hay duda.
¿Los sonidos urbanos y reggaetoneros qué tal se llevan con los Cherry Boppers? ¿Bien, mal o regular?
-De reggaetoneros tenemos un 0%. Del rollo urbano hay cosas acojonantes de rap, sobre todo cuanto te pones a repasar las raíces y en su versión old school. Muchos samplers del hip hop vienen de la música negra antigua.
"De reggaetoneros tenemos un 0%"
The Cherry Boppers no serían lo que son sin su sección de vientos. ¿Es el motor que impulsa la música del grupo?
-El motor que pone en marcha la maquinaria bopper es el grupo, el bloque, la banda. Eso es lo primero. Pero la aportación de los metales es fundamental en nuestro caso. Te dan potencia, frescura, espectáculo…
¿Son un ingrediente imprescindible?
-Son básicos en nuestro estilo.
Telonearon a Sly & The Family Stone en la edición de 2007 del Jazzaldia. Hay quien dice que Sly Stone, recientemente fallecido, que apareció en el escenario en la plaza de la Trinidad con gorra y gafas, no era él. ¿Pudieron comprobarlo?
-(Ríe) ¡Yo juraría que sí era él! ¡Segurísimo! Incluso estuvimos a su lado y también junto a la banda. Yo pude chocar palmas con él. Fue una velada inolvidable. Sly y familia son muy grandes. Obviamente, el hombre no estaba en forma, entonces tenía más de 60 años, pero es algo que como banda se nos va a quedar grabado para siempre. Fue una artista irrepetible.
¿Incorporar a Patricia Reckless ha sido una forma de reinventarse, al estilo de los barceloneses The Excitements y de otras bandas con una frontwoman imponente?
-En parte así ha sido. Como nuestros temas son prácticamente instrumentales, decidimos que, después de tantos años, era buena idea cambiar y poder hacer un disco con una cantante femenina. Lo veo como un aliciente para enriquecer la trayectoria y discografía del grupo. Es otro capítulo en la historia de la banda de la que nos sentimos muy orgullosos. Un paso más.
Un paso de mucho calado.
-Sí, totalmente. Pero no es la primera vez que hacemos cambios e incorporamos aspectos novedosos a la fórmula de The Cherry Boppers. Antes ya habíamos hecho cosas exóticas como el disco de remezclas, un DVD, un EP con temas en castellano, etc.
¿Si el soul o el funk se mantienen vivos en el siglo XXI se debe a la irrupción de sellos como Daptone Records?
-La labor de Daptone es excelente desde que nace en el siglo XXI. Lo mismo que se habla de un sonido Motown, Stax… debería hacerse justicia y reconocer el mérito y la influencia que tienen desde Brooklyn al resto del mundo. Daptone ha dejado su huella en la historia de la música negra.
¿Cuánto le debe el funk, y la música en general en Euskal Herria, a Mikel Makala?
-Mikel es una gran persona y un amigo. Lleva pico y pala toda la vida en favor de la escena musical vasca. Es un artista polifacético; como músico con sus proyectos personales, DJ, con programas en la radio, tocando en bandas... Nosotros siempre hemos colaborado con él y tenemos una especial complicidad.
¿Falta relevo generacional en el funk? ¿Está dirigido a gente ya talludita?
-Probablemente, el funk es un estilo que se entiende y se aprecia en mayor medida por parte de gente que tiene ya una edad. Creo que ayuda tener cierta cultura musical y cierto bagaje como aficionado a la música, tanto como espectador o comprador de discos.
¿Qué le diría a las nuevas generaciones para que les pique el gusanillo por el funk?
-Que les va a sorprender. Es una música muy enriquecedora, que abarca mucho. Un filón inagotable.