El deporte de alto rendimiento tiene además de un alto entrenamiento físico una gran preparación mental o al menos así debería de ser. En caso de que ambas cosas no vayan de la mano pueden llegar a darse situaciones como abandonos, en el mejor de los casos, o fallos garrafales con consecuencias peores como las lesiones, en caso de que hablemos de temas estrictamente deportivos. En este sentido, la salud mental en el deporte se ha puesto encima de la mesa gracias a la gimnasta estadounidense Simone Biles.
La joven de 24 años llegó a las Olimpiadas de Tokio 2020 el pasado mes de julio con la vitola de ser una de las mejores atletas del evento y esta presión unida a otras situaciones personales hicieron que tomara la decisión de retirarse antes de la final de gimnasia artística por equipos. Tomó la decisión de retirarse para ganar la batalla de la mente. Tomó la decisión de echarse a un lado para no entorpecer a su equipo y hacerlas tener más oportunidades de ganara. Se protegió a sí misma y a sus compañeras, así como entrenadores. Aun así, no podemos obviar que ella sí que tuvo la opción de hacerlo, de apartarse y dejar a sus compañeras pelear por las medallas.
Simone Biles desde un primer momento alegó tener problemas de salud mental, que sentía herido su orgullo y que por nada del mundo estaba lesionada. "Ahora tengo que concentrarme en mi salud mental. Tenemos que proteger nuestras mentes y nuestros cuerpos. Esto no es simplemente salir y hacer lo que el mundo quiere que hagamos. Es más importante la salud mental que el deporte ahora mismo", afirmó.
Tras la retirada no participó en las finales de concurso completos ni en la de los tres aparatos pero sí disputó la final de barra de equilibrios y obtuvo la medalla de bronce. Con este metal logró su séptima medalla olímpica y su segundo en Tokio, tan solo una semana después de retirarse de la final por equipos. "Esto es más dulce que la de bronce en barra de Río -Juegos Olímpicos de 2016 cuando tenía 19 años-, porque hice una buena rutina en barra. Estaba nerviosa, pero me sentí bastante bien", concluyó la joven deportista.
una decisión inesperada
Lo que le sucedió a Simone Biles ha puesto sobre la mesa a nivel mundial la importancia de la mente, de controlarla y de prepararla de la misma manera que los deportistas hacen con el físico. En el caso de la estadounidense estuvo controlada en todo momento y los médicos fueron dando evasivas a que participara en las finales tras su retirada. La situación fue mejorando y por fin pudo competir en la final de barras, algo que fue un gran alivio. Llegó 90 minutos antes a la prueba y practicó ante la atenta mirada del público. "Poned vuestra salud y seguridad por encima de todo", afirmó Biles.
En definitiva, la decisión de la gimnasta de echarse a un lado antes de un evento tan importante como una final puso sobre la mesa uno de los temas tabús en el deporte, que es la salud mental. Muchos la apoyaron, aunque otros no entendieron cómo no fue bien preparada a las Olimpiadas, física y mentalmente.