l 1 de diciembre de 2017, un rayo cayó sobre la cúpula superior de la parroquia de Zestoa, causando daños tanto en su interior como en el exterior. Desde entonces, el municipio se ha volcado en reparar todos los daños. Ya se ha cumplido un año desde que las campanas de la parroquia Natividad de María volvieron a estar en su sitio, pero el reloj fabricado por Benito Yeregui, que data de 1879 pero parece ser más antiguo no ha regresado aún al campanario.

Según el Ayuntamiento, “una de las opciones era volver a instalarlo en el campanario, pero ante los problemas de accesibilidad, y considerando que el reloj es un patrimonio de los ciudadanos, pensamos que era mejor ponerlo a disposición de la ciudadanía”. Hay opiniones contrapuestas sobre ello. El restaurador, descendiente de una saga de relojeros y bisnieto del que lo ensambló en 1879, Xabier Alvarez Yeregui, relata a NOTICIAS DE GIPUZKOA que “las cosas no solo pertenecen al lugar, son el lugar”: Es decir, “las campanas y los relojes nos acompañan desde hace siglos y siempre han estado en las torres de las iglesias. Por lo tanto, no deberíamos cuestionar su lugar”, opina. En el proceso, fueron consultadas las personas más significativas del ámbito cultural del municipio, para la posible ubicación del reloj. Historiadores, personas ligadas a la cultura de Zestoa (Erramun Etxaide, Iñaki Azkune, Bixente Davila, Julian Serrano, Patxi Goenaga...). Según Alvarez, todas coincidieron en que su ubicación debería ser la torre.

Además de su colocación, el proceso de la restauración de este elemento de gran valor histórico también ha sido “complicado”. Tras el suceso, el 14 de diciembre del 2017 Alvarez procedió a desmontar la pieza y la trasladó a un local situado en Lasao, con el objetivo de limpiarla, restaurarla y hacer ajustes. Cuando llegó a sus manos, estaba en mal estado: “No era seguro si iba a dar correctamente la hora. La sonería no tenía seguridad de funcionamiento y el isocronismo del reloj (su precisión) no estaba bien”, detalla el experto.

Al margen de la restauración no invasiva del reloj, el zumaiarra, junto a su pareja, Begoña Arruti, ha acudido a varios arqueólogos. Desde el principio se fijaron en un detalle significativo que les ha llevado a mover carros y carretas. Los engranajes del reloj cuentan con unas rayas, lo que significa que están hechas a mano por un herrero. “Se aprecia perfectamente cómo planteó el herrero el dibujo de la construcción”, aclara el maestro, quién asegura asimismo que por casualidades de la vida todo se aclaró en un viaje a Londres: “En una visita que realizamos al Museo de Ciencias de Londres nos encontramos con un vídeo de un artesano que estaba fabricando un engranaje de características muy parecidas al de Zestoa”. La curiosidad les llevó a contactar con los técnicos del museo de la capital de Reino Unido. Desde allí les especificaron que el reloj que tenían entre manos era “una joya”: “Lo firma mi bisabuelo en 1879, pero tal y como nos señalaron desde Londres, tiene partes que son anteriores. Podríamos estar hablando de los años 1810-1820” explica. Después de llevar a cabo todas estas actuaciones, el ejemplar pasó a ser en 2018 propiedad del Ayuntamiento. No obstante, antes de ser reubicado en la casa consistorial, se le han hecho varias intervenciones “innecesarias” y “sin ningún pudor” añadiendo, entre otras cosas, agujeros y una esfera que no le pertenecen.