Un verano atípico, un verano que de verano tiene casi solo el nombre, ya que no llega acompañado de las tradicionales actividades estivales, como las fiestas y las propuestas culturales de gran tamaño.

De ahí que a Donostia Cultura y a Donostia Festak les haya tocado reinventarse y trabajar con “flexibilidad”, como lo cuenta el delegado de Cultura y Euskera, Jon Insausti.

Segundo año sin fiestas. ¿Qué tiene previsto el Ayuntamiento?

-Hay que partir de una premisa. Los equipamientos culturales se abrieron el 1 de junio de 2020. Llevamos más de un año con los servicios culturales activos y con programación. El punto más positivo que ha tenido Donostia Kultura ha sido apostar por abrir en cuanto se pudo y no parar la maquinaria en un año. De ahí que vengamos a este segundo verano atípico con los deberes hechos, muy rodados y con un importante saber hacer. ¿Nos enfrentamos a un verano atípico? Sí, pero más preparados.

¿Qué nos vamos a encontrar este verano más allá del disfrute del paisaje y de la gastronomía?

-Sabíamos que nos venían unos meses complicados porque esperábamos que los datos sanitarios mejorarían y la vacunación ayudaría. La pregunta era ¿qué podemos aportar desde la cultura? La idea ha sido meter toda la oferta de la ciudad bajo un paraguas llamado Verano Cultural Donostiarra, que incluye la oferta del museo de San Telmo, los tres grandes festivales de la ciudad, la programación de teatro, Tabakalera, Chillida Leku... En fin, la oferta pública y privada.

Pero fiestas, fiestas...

-Es el ámbito que más nos puede preocupar por lo que estamos viendo también en otros municipios, con las no fiestas. Nosotros teníamos que claro que todavía no se dan las condiciones para celebrarlas y teníamos claro que no habría fiestas. Eso no quiere decir que no se vaya a programar. Este año no habrá fuegos artificiales, porque congregan a mucha gente y no les vemos lugar; ¿Semana Grande? Tampoco, y lo dijimos hace muchos meses. Pero presupuestamos el dinero de lo que es una Semana Grande.

¿Para qué?

-Por dos motivos. Para que las y los donostiarras y guipuzcoanos tengan una oferta atractiva que haga más agradable el verano y porque hay un sector que vive en torno a los eventos festivos, desde montajes de escenarios a electricistas, técnicos de sonido y, desde luego, creadores. Por eso repetiremos el formato Abuztua Donostian, que es un programa que recoge casi todo el mes de agosto con pequeñas actividades en distintos barrios de la ciudad, pequeños conciertos, obras de teatro o actividades deportivas. Pero no habrá Semana Grande ni elementos que nos la recuerden como el Cañonazo, etc.

Sobre todo desde que acabó el curso estamos siendo testigos de reuniones de jóvenes que están haciendo subir la incidencia. ¿No se plantea el Ayuntamiento organizar propuestas para ellos y ellas con todas las medidas de control?

-Toda la programación de Donostia Kultura y el resto de entidades públicas y privadas están diseñadas para todos los públicos, habrá una oferta con la que se pueda coincidir según la edad. Yo soy partidario de hacer cosas para todas las edades, también para los jóvenes. Creo que, en este sentido, las salas de música hacen un gran trabajo y en el programa Abuztua Donostian habrá actividades para esa edad. Soy partidario de hacer cosas, de tener alternativas de ocio.

En esa línea ¿tienen pensada alguna iniciativa en concreto?

-No. Habrá una programación general, pero no está recogido un apartado en concreto para el público juvenil. Cada cual, según sus gustos, irá picoteando aquí y allí.

¿Cómo se ha trabajado con los barrios y sus asociaciones en este escenario?

-Hay tres elementos a subrayar. Vamos a hacer un esfuerzo para que la programación llegue a gran parte de los barrios con Abuztua Donostian y con la oferta de las casas de Cultura en julio. La tercera pata son las entidades y asociaciones de los barrios que acostumbran a montar las fiestas. Hemos tenido distintas reuniones y hemos acordado un marco para organizar diversas actividades culturales en los barrios. No son las fiestas de esos barrios, son jornadas culturales y de ocio organizadas en colaboración con Donostia Festak y cumpliendo todos los requisitos. En principio, la respuesta está siendo muy favorable y ejemplar. Hemos visto en Morlans que las actividades han salido muy bien, también en Herrera y en Txomin Enea, con el mercado de colectivos creativos. Intentamos saciar las ganas de actividades en los barrios, para que no todo se concentre en el Centro. Hay buena sintonía.

¿Cómo se ha planteado el área de Fiestas y la de Cultura el trabajo en tiempos de pandemia?

-No ha sido fácil, porque el departamento de Fiestas está acostumbrado a trabajar en la calle y con una importante congregación de personas. Ambas circunstancia no eran viables, porque la situación actual va en contra de lo que es la definición de fiesta. Pero hemos tratado de reinventarnos. Vimos unas regatas con horario cambiado y a puerta cerrada, pero las organizamos. Vimos a Olentzero y a los Reyes en recintos cerrados y con aforo controlado, pero los vimos. No celebramos la Tamborrada en la calle, pero las pudimos grabar en el Victoria Eugenia. La clave ha sido adaptarse a cada momento y ver si toca o no toca. Si no toca, pues decirlo claro, pero buscar alternativas. Creo que en eso el departamento de fiestas ha sabido dar una buena respuesta y adaptarse a la realidad, aunque esperamos ir poco a poco abandonando esta realidad.

¿Con qué escenario trabajan?

-Espero que las regatas de este año sean más flexibles que las del pasado año e ir poco a poco volviendo a lo que es un departamento de fiestas. La verdad es que siempre trabajamos con distintos escenarios: situación mala, regular, y buena. En función de cómo van viniendo las cosas y las fechas, nos vamos moviendo. Según han ido subiendo y bajando aforos, hemos tenido capacidad al día siguiente para cambiar. También cuando se han modificado horarios. Donostia Kultura ha demostrado poder hacer frente a los retos que se le ponían delante.

Incluso a contrarreloj.

-Efectivamente. Un ejemplo es el Festival de Cine de Terror. La víspera de la presentación avisaron que de las 22.00 horas de tope se pasaba a las 21.00. En un par de días fuimos capaces de reprogramar todo y de que se celebrara el Festival. Esta respuesta rápida ha hecho que se mantuviera viva la actividad.

¿Hay un plan de desescalada?

- Vamos adaptándonos según sea la situación. En la actualidad no descartamos celebrar las regatas como el pasado año pero trabajamos otras hipótesis, como celebrarlas con las puertas abiertas pero con el horario adelantado del pasado año e, incluso, con puertas abiertasy en horario normal. Se verá. No podemos tener un esquema. Estamos rodados y además de evaluar la situación sanitaria sabemos leer el termómetro social y ver si hay que hacer o no algo. Porque si alguna cosa nos ha dejado claro esto es que por mucho que te adelantes es difícil acertar con el escenario al que te enfrentarás.

Del Día de San Sebastián ni hablamos entonces.

-Yo espero que se celebre. Pero es un deseo. Más allá, no hay previsión sobre si se hará o no. Se me hace difícil en julio de 2021 dibujar la escena de enero de 2022. Me lo imagino más positivo, mejor, dentro de una normalidad, pero no lo sé. También esperaba que este verano fuera mejor y llevamos dos semanas duras. Pocos departamentos habrá con más ganas de que se celebre la Tamborrada que Donostia Festak. Pero es complicado decir algo.

Cambiando de tema, ¿cómo está respondiendo la ciudadanía donostiarra a ‘Hondalea’?

-Hondalea es en primer lugar para las y los donostiarras. Cualquier mejora en el ámbito cultural y en cualquier otro es prioritariamente para las personas que vivimos aquí, también para nuestro entorno. Ahora tenemos otro elemento en nuestro paisaje colectivo. Me quedo con lo que dijo la propia Cristina Iglesias: “he nacido en una ciudad donde había escultura pública. Me ha inspirado una ciudad en la que había obra de Chillida, de Oteiza... Si yo soy artista es porque he bebido de esas fuentes”. Si hemos llegado a esto es porque la ciudad ha apostado por proyectos tan arriesgados en su día como el Peine del Viento. Cristina Iglesias ha seguido con ese legado. Todo servirá como fuente de inspiración para los creadores del futuro, que se están generando ahora en la ciudad. Norman Foster nos lo dijo: “Esta es una buena tradición”. Hacía referencia a la generación de nuevos hitos artísticos. Es la mayor aportación de la obra de Cristina Iglesias, la de inspiración.

¿Cómo estamos respondiendo los donostiarras, cuál es nuestra impresión?

-La respuesta ha sido muy positiva. En una semana 10.000 personas habían dado el nombre para participar en las visitas guiadas, se agotaron las plazas. La gente quiere conocer Hondalea y después opinar. Yo he querido conocer la experiencia de los visitantes y cuando la gente sale de la casa del faro los comentarios son muy positivos. El mensaje que tenemos que dar es que hay que vivir la experiencia y después que cada cual genere su opinión y si quiere que la comparta.

En Donostia y en todo el mundo los creadores, desde músicos a actores, están sufriendo duramente los efectos de la pandemia ¿qué puede hacer y hace el Ayuntamiento para paliar las consecuencias?

-En el ámbito cultural hay varias piezas clave, como el Ayuntamiento, la Diputación y el Gobierno Vasco, además de entidades públicas y agentes privados que se dedican a la cultura. Creo que desde Donostia Kultura la mejor aportación que podíamos hacer y estamos haciendo es seguir programando, tener los servicios culturales abiertos y la programación activa. Que haya teatro, danza, cine, conciertos... Que los grandes festivales vuelvan a celebrarse. En el Ayuntamiento, siendo conscientes de que no podemos solucionar todos los problemas, hemos querido ser un valor positivo. Creo que Donostia Cultura ha sido líder a nivel de la CAV a la hora de abanderar la actitud de mantener viva la programación cultural.

¿Que destacaría el concejal de Cultura de la programación que nos viene?

-Estos son gustos personales pero destacaría el concierto de Silvia Pérez Cruz en el Jazzaldia. Habrá también un concierto muy interesante de Noa en la plaza de la Trinidad, en un contexto complejo. También tengo muchas ganas de ver a Kresala, que iba a actuar en el Victoria Eugenia en abril de 2020 y no pudo ser. Recuperamos a Kresala con una propuesta vinculada con Elkano que encaja en la oferta de San Telmo. Habrá mucha oferta autóctona, estatal e internacional.