- El casa Erbitegi de Martutene, ubicada en el camino de Okendotegi, muy cerca de Astigarraga, es ya un recuerdo. La maquinaria de obra daba ayer los últimos pasos de la demolición de un edificio con origen en los en los siglos XV-XVI, una de las pocas construcciones no religiosas de Donostia de tanta antigüedad, anterior a la iglesia de San Vicente, según algunos entendidos. El antiguo arco de piedra de la fachada así como el escudo, con un jabalí (o cerdo) y piñas, se depositarán en el almacén de objetos patrimoniales Gordailua, al igual que algunos sillares.

Sobre el edificio de Okendotegi pesaba desde hace más de dos años la amenaza de derribo a causa de las obras del Tren de Alta Velocidad, que pasan al lado del solar, que se van a acercando ya a Atotxa.

Hace algo más de un año, los residentes en el edificio, que se había ido transformando con el paso de los años y acogía varias viviendas, se empezaron a movilizar por considerar que el pago por la expropiación que proponía la empresa ferroviaria Adif, responsable de la obra, era irrisorio. Además, la asociación para la defensa del patrimonio Áncora, resaltó los valores del edificio aunque, en este caso como en otros, no estaba incluido en el Plan Especial de Patrimonio Urbanístico Construido (Peppuc) de Donostia, lo que no ayudó a su conservación. Sí estaba catalogado como punto de presunción arqueológica por parte del Gobierno Vasco, aunque ello no impidió que avanzara la expropiación por parte de Adif.

El revuelo suscitado en torno al histórico edificio hizo que la Diputación exigiese a Adif un análisis arqueológico, con el fin de documentar lo que se escondía tras los suelos y paredes de la casona Erbitegi, también conocida en los documentos como Erbitegi-Etxeberri y Erbetegi.

En el arco que se conservará en Gordailua se puede leer el nombre Miguel Pérez de Erbeta, que vivió en el siglo XVI. Tolosarra de origen, se casó con María Gómez de Olazabal, y pasó a formar parte de las familias de renombre. Como algunos de sus parientes políticos, fue también alcalde de Donostia, además presidente de las Juntas Generales de Gipuzkoa. Vivió en la calle Mayor, aunque mantuvo la casa de Martutene, que legó a su hija Gracia de Olazabal. Esta la conservó y se casó con Alonso de Idiáquez, secretario del rey Carlos V. El matrimonio formó parte de la más alta sociedad de la época y fue quien encargó construir el convento de San Telmo, actual museo.

En nuestros días, los moradores de las viviendas de Erbitegi han pasado meses de preocupación ya que les avisaron de que serían expulsados del edificio en noviembre de 2019. Desde entonces, algunos han aceptado la oferta de Adif y otros no lo han hecho, por considerarla muy alejada de un precio justo. El Ayuntamiento y el Gobierno Vasco, por su parte, mediaron en el caso de tres residentes empadronados en el edificio y dos de ellos fueron realojados en Morlans mientras que un tercero lo ha sido en Martutene.