- Aunque la maquinaria de obra lleva un tiempo junto al viaducto de Iztueta, desde hace pocos días han quedado cegados los arcos por los que transitaban los peatones entre los barrios de Gros y Egia. El inicio efectivo de los trabajos para el derribo del viaducto, con las primeras grandes zanjas, suponen una primera afección de la obra, que estaba prevista para el pasado mes de marzo, cuando comenzó el confinamiento derivado del COVID-19, pero se han retrasado por ese motivo ocho meses.

Los 14 meses previstos inicialmente para la obra de eliminación de este paso elevado sitúan a finales de 2021 la transformación de un entorno que, básicamente, necesita que el tráfico pase por debajo del puente ferroviario en lugar de hacerlo por encima él, como ahora.

La primera parte de la actuación conlleva trasladar los distintos servicios subterráneos, como cables y tuberías. Una vez cambiada la ubicación de estas acometidas llegará el momento de hundir la calzada bajo el puente de las vías de modo que el tráfico pueda pasar en el futuro por debajo de él. Solo cuando se haya construido la nueva carretera se podrá derribar el viaducto para los coches y terminar la remodelación del entorno, que conllevará la creación de una gran rotonda en Duque de Mandas frente al arranque de Aldakoenea.

La nueva carretera se rebajará unos 60 centímetros bajo el puente, una tarea que debería estar finalizada en unos tres meses y que obligará a modificar el tráfico en los alrededores de Iztueta. Por el momento, la circulación no se ha cambiado ya que la calle Iztueta sigue operativa para los coches. Sin embargo, a medida que avancen las obras se pondrán en marcha distintos cambios para que los vehículos puedan circular entre los barrios de Gros y Egia.

Según anunció el Ayuntamiento, llegará un momento en el que será necesario cortar la calle y su conexión con Iparragirre, lo que supondrá la eliminación de 26 plazas de aparcamiento en la zona, que se repondrán en el entorno. Mientras esté cerrada la calle Iztueta, las calles Tomás Gros e Iparragirre cambiarán de sentido. Esta última vía quedará como un callejón para el acceso de los vecinos mientras que Tomás Gros servirá para que los vehículos de estas manzanas salgan hacia Miracruz.

Cuando se haya eliminado el tráfico por Iztueta se construirá un nuevo puente ferroviario a pocos metros del actual, por el que irán en el futuro los trenes. Después se derribará el viejo y finalmente se demolerá el viaducto.

La actuación tiene un coste de dos millones de euros y fue la primera en quedar suspendida tras el estado de alarma de la primera ola de la pandemia de coronavirus. A pesar de estar adjudicada, el Ayuntamiento la dejó en suspenso, como ha tenido que ir haciendo después con otras actuaciones. Recientemente, el alcalde, Eneko Goia, anunció que 13 millones de euros de inversiones que estaban en "hibernación" volvería a activarse.