a reconocida fotógrafa Cristina García Rodero viajó en 2015 a la India para captar con su cámara la labor que realiza la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur. Una parte de esas fotografías se muestran en la exposición Tierra de sueños, que permanecerá en los jardines de Alderdi Eder de Donostia hasta el 4 de febrero.

La Fundación La Caixa está tras este encargo a una de las fotógrafas españolas más prestigiosas, que trabajó con entera libertad para dejar constancia de cómo se vive el día a día en esa zona del estado de Andhra Pradesh, una de las más pobres de la India.

García Rodero ha querido plasmar en sus imágenes "lo injusta que es la vida con algunas personas pero sin caer en el dramatismo", según explicó ayer en el Ayuntamiento donostiarra, junto al alcalde, Eneko Goia, y el director territorial Norte de CaixaBank, Juan Pedro Badiola.

Las 40 fotografías seleccionadas para la exposición muestran hospitales y casas de acogida de mujeres maltratadas donde trabaja la Fundación Vicente Ferrer, pero también colegios, zonas de juego y escenas familiares.

Una reunión de mujeres de la tribu sugali con trajes tradicionales y una manifestación del día de la mujer son otras de las imágenes recogidas por García Rodero en un viaje que duró 45 días y en el que tomó 67.000 fotografías, que requirieron después un año de edición y de las que se eligieron 127 para el libro publicado sobre la experiencia.

García Rodero ha dado voz con sus retratos a muchas mujeres, campesinas, costureras, novias de distintas confesiones, profesoras, enfermeras y estudiantes; a niñas como Tejasre, de doce años, y Prameela, de 10, a las que se ve en una actuación teatral para concienciar a la población acerca del problema de los abortos selectivos por razón de género -tener una niña en la India es una carga porque la familia debe hacer frente a su dote-. La fotógrafa explica que los responsables de las dos fundaciones que impulsaron el proyecto llegaron a ella "con una sonrisa" porque sabían que iba a aceptar su encargo.

"Soy muy optimista y pensaba que me lo iba a comer todo", comentó García Rodero, que cada vez que acababa una jornada de trabajo llegaba a la misma conclusión: "Me ha salido todo fatal, fatal, no he hecho nada que merezca la pena", se decía.

La intensa luz de la India y la oscuridad de los interiores complicaron mucho su trabajo en un país donde el color lo domina todo, no importa el grado de pobreza.

Los vivos colores de los saris que visten las mujeres, los rostros de los más vulnerables, sus miradas profundas, están en la exposición, que constata el "respeto reverencial" con el que la artista se ha acercado al mundo de los más vulnerables.