- “Me acomplejan todas las cosas que podía hacer mi madre”, dice Amaia Soler, hija de Amaia Bontigui, que recuerda que su ama no solo trabajó en la perfumería de la Parte Vieja y como maquilladora profesional, al igual que hacen en la actualidad sus tres hijas, sino que no paró de actuar en distintos frentes. El recuerdo de esta mujer nacida en 1936, menuda y rubia, emociona a la hija que lleva su mismo nombre, que no ha vuelto a participar en el apagón de la calle desde que su ama falleció en 2015 porque le trae demasiados recuerdos.

“La conmemoración del 31 de agosto no es una fiesta, como decía la ama”, dice la sucesora, que recalca que su madre era una mujer con un tesón extraordinario, que acudía al Ayuntamiento a menudo a solicitar colaboración para el acto y para muchas otras cosas relacionadas con la Parte Vieja.

Pero, además, también era miembro de la Sociedad Protectora de Animales y cuidaba a los gatos de la plaza de la Trinidad. “Les llevaba la comida y consiguió que no bajaran a la plaza llevándoles el alimento arriba, a Urgull. Además, en colaboración con la Protectora, cuando una gata estaba el celo se la llevaban, la esterilizaban y le hacían una muesca en la oreja para que se supiera que ya no era fértil”, rememora. “Cuando se jubiló solía decir que no sabía cómo lo había hecho cuando trabajaba y, la verdad, yo también me lo pregunto”, confiesa.