afael de Garitano Aldaeta fue párroco de la iglesia de Santa Marina de Bergara entre 1762 y 1784, coincidiendo con los años de mayor esplendor de la Sociedad Bascongada de los Amigos del País y del Real Seminario, instituciones innovadoras que promovieron la modernización del conocimiento científico. Este sacerdote vivió imbuido del espíritu de este movimiento, y aunque paso discretamente por la historia fue un personaje representativo de su época que destacó, en gran parte, por su apasionada bibliofilia. En torno a su figura gira el libro escrito por el catedrático jubilado de Historia Contemporánea de la Universidad Pública de Navarra, Juan Madariaga.

Garitano Aldaeta no fue un ilustrado de primera línea, pero se mimetizó con las preocupaciones e intereses del momento histórico que le tocó vivir. Madariaga se topó por primera vez con este sacerdote a finales de los 80. Entonces empezó a barruntar la idea de profundizar en el personaje. Varias décadas después el trabajo ha visto la luz. “Lo que iba a ser un artículo de 20-30 páginas ha acabado en un libro de más de 360 páginas”, explica el autor de esta rigurosa investigación para la que ha buceado en archivos como el municipal de Bergara. La publicación, titulada Una biblioteca bergaresa de la época ilustrada: la de don Rafael de Garitano-Aldaeta, está editada por el Ayuntamiento.

“Su biblioteca es absolutamente extraordinaria”, recalca Madariaga. Logró reunir 637 obras en más de mil volúmenes. Algo inusual para la época en la que solo se encontraban libros en los conventos o en algunas torres y palacios de acaudalados mayorazgos. Junto a su sorprendente tamaño hay que destacar otras características que hacen singular a esta colección. “Garitano leía al menos en cuatro lenguas, francés, castellano, latín y euskera, pero también debía defenderse con el italiano, el portugués y el griego clásico”, relata el catedrático de Historia y perfecto conocedor de Bergara.

“Un 60% eran de temática religiosa, aunque lo verdaderamente excepcional es que el 40% restante abordaban diversos temas, en un porcentaje elevado científicos”, precisa. Además, su particular biblioteca incluía títulos de los escritores vascos más ilustres: Piarres de Axular, Joannes Etcheberry, Agustín de Cardaberaz, Sebastián de Mendiburu, Manuel de Larramendi...

Otra de las facetas de Garitano Aldaeta fue su empeño por optimizar la agricultura. Se centró en la patata, un tubérculo que por entonces no se empleaba para consumo humano sino para engorde de ganado y uso medicinal. Comenzó a experimentar con la patata (se animó a consumirla) y mandó la información de cómo iban sus pruebas a la Bascongada, que las publicó.

Sobre la personalidad del párroco de la iglesia Santa Marina, que en aquellos años agrupaba a la zona rural de Bergara, hay que resaltar, asimismo, que fue un defensor acérrimo del euskera. En este contexto, Madariaga recuerda la polémica que mantuvo con la Bascongada y, en especial, con el Conde de Peñaflorida empeñado en potenciar el uso y conocimiento del castellano en las escuelas vascas. “Garitano defendió la enseñanza en euskera”, remarca el autor del libro.

Cuando falleció su valiosa biblioteca se desperdigó. “Los libros se vendieron en varias subastas y fueron comprados por unas 40 personas”, apunta Madariaga, que transporta al lector a finales del siglo XVIII de la mano de un trabajo que pone en valor la figura de Rafael de Garitano-Aldaeta, desconocido, incluso, en la localidad donde vivió y murió. “No tuvo la gran importancia de los grandes personajes de la Bascongada, pero se compenetró con el espíritu de modernidad e innovación de la Ilustración”, sentencia Madariaga. El libro se podrá adquirir a través del Consistorio.