esde pequeño rondaba en su cabeza la idea de fabricar un gigante. Su admiración hacia esos personajes que ponen colorido a las calles la forjó gracias a su padre que le llevaba a Iruñea para disfrutar de estas indispensables figuras festivas. De ruta por sanfermines y otras localidades. "Siempre me han fascinado los ropajes, su elegancia y nobleza al bailar", explica el oñatiarra Xabi Mendizabal. Después de estudiar diferentes técnicas de moldes y escultura en Londres, donde reside, decidió cumplir su sueño.

Hace dos años empezó a crear los bocetos del que después bautizaría como Sebastián. "No es un personaje en concreto. Mi gigante favorito es Josemiguelerico, el Rey europeo de Iruñea y, por ello, quería hacer un rey; por el juego que da para realizar dorados y experimentar con las telas", relata este oñatiarra que tras estudiar restauración en Bilbao se especializó en talla y dorado en la capital inglesa.

Fue alumbrando a su coloso fuera del horario laboral -trabaja en la restauración del dorado en elementos arquitectónicos-. Disfrutando del proceso. "La cabeza y las manos están realizadas en cartón piedra, el torso y los brazos en fibra de vidrio y la parte inferior en madera de pino. La flor de lis situada encima del orbe está tallada también en madera de pino, y para las carnaciones y el pelo se ha empleado pintura al óleo", detalla Xabi acerca del proyecto que ha desarrollado en su taller, con la ayuda de su compañera de trabajo Sarah Davis.

Sebastián mide 3,42 metros y pesa 38 kilos. "Aitor Calleja y Marta Arrastia me ayudaron con la estructura y los ropajes que se han confeccionado en Navarra a partir de telas compradas en Madrid. La corona, el orbe y el broche están dorados con pan de oro", cuenta este entusiasta oñatiarra.

Sebastián ha viajado desde Londres en cajas. Una vez en Oñati ha completado su look con una última pieza: la corona. "Por ahora se quedara en mi casa, en el barrio de Zubillaga", apunta su creador. Sobre si lo emparejará comenta que su "sueño" era aprender a construir una figura de estas dimensiones. "Estoy contento, pero puede que en un futuro me anime con la pareja", señala. Recuerda, además, que cuando lo montó del todo lo cargo a sus hombros para bailarlo. "Es una sensación única el ver que cobra vida de repente", afirma, a la espera de poder mostrar a su retoño gigante en las calles oñatiarras, "cuando la pandemia nos deje, para que niños y mayores disfruten de él".