omo testigos inamovibles del pasado, el metal y la piedra pueden decir mucho de la historia de un lugar. Los hondarribiarras cuentan con la suerte de tener una buena colección de esculturas dispersas a lo largo de su ciudad y cada una de ellas cuenta una pequeña porción de lo que una vez ocurrió en la localidad, si bien la información que permite interpretarlas no ha sido siempre accesible, al menos hasta ahora.

Arma Plaza Fundazioa ha publicado recientemente un compendio de los 43 monumentos con los que cuenta Hondarribia y en el que se detallan numerosos datos sobre los mismos como su autoría, la fecha de su creación y hasta las explicaciones históricas y artísticas que motivaron su elaboración. Desde la Fundación indicaron que se trata del fruto de un proyecto de investigación llevado a cabo por Juan Antonio Sáez, colaborador de la institución, y con el que se pretende continuar divulgando el patrimonio histórico de la ciudad.

El listado de esculturas puede consultarse en euskera o en castellano en un apartado específico de la página web de la Fundación (armaplaza.eus), en el que se propone realizar un tour virtual por los monumentos de la ciudad.

Al ojear la investigación de Sáez, se infiere rapidamente que de entre los escultores que poblaron Hondarribia de sus monumentos de piedra y metal hay dos que destacan por la gran cantidad de obras que dejaron en la ciudad, siendo el primero de ellos José Díaz Bueno.

Si Hondarribia fuera un libro, Díaz Bueno hubiera ilustrado su portada, pues es el responsable, entre otros, de tres de los monumentos con los que todo visitante se topa al llegar a la ciudad: el grupo escultórico de la rotonda de San Juan de Dios, el bajorrelieve en homenaje a los balleneros vascos del siglo XV situado a escasos metros de la rotonda y la escultura del oso y el madroño situada también muy cerca de las dos anteriores, en la entrada de la avenida Sabino Arana. Tal y como Saéz detalla en su investigación, Esta última fue esculpida en 1955 en agradecimiento a la presencia de los numerosos veraneantesmadrileños que acudían a la ciudad a mediados del siglo XX.

El segundo de los escultores destacados es Remigio Mendiburu, autor de monumentos como Txoria, cuya reproducción en bronce puede encontrarse en el Puntal, o Talua, entre las calles Bretxa y Javier Ugarte. Mendiburu también creó una de las esculturas más llamativas del municipio: Herriaren batasuna. Conocida popularmente como "el huevo frito", se colocó en el alto de Artola de Jaizkibel en 1963, a 50 metros de la frontera con Pasaia como mojón testimonial de la unión de ambos pueblos.

Estos y muchos más datos sobre la colección escultórica completa de Hondarribia, que también cuenta con una pieza de Néstor Basterretxea, pueden consultarse libremente en la web de Arma Plaza.