La asociación Balazta compareció ayer ante la Comisión de Sostenibilidad de las Juntas Generales de Gipuzkoa la falta de avances en la conexión ciclista y peatonal entre Irun y Hondarribia, a través de Mendelu, una “asignatura pendiente” que arrastra más de una década sin solución, pese a los numerosos planes, estudios y proyectos redactados por distintas instituciones durante los últimos veinte años.

La entidad, que desde 2016 trabaja en la promoción de la movilidad sostenible en la comarca del Bidasoa, entregó a los grupos junteros un dossier que recoge las características del problema, su impacto en la vida diaria de la ciudadanía y la lista de planes territoriales, urbanísticos y de movilidad que han señalado la necesidad de actuar sin que, en la práctica, se haya ejecutado ninguna intervención efectiva.

Un cuello de botella

Balazta recoge en su dossier que el barrio de Mendelu soporta el paso de más de 4 millones de vehículos anuales, unos 12.000 diarios, en una carretera que a sus lados cuenta con aceras de apenas 80 centímetros en algunos tramos y cunetas que "generan riesgo de caídas para ciclistas". A pesar de que es la principal conexión entre Irun y Hondarribia, denuncian que su configuración urbanística no se ha modificado en 50 años.

La asociación subraya asimismo que, además del elevado tráfico motorizado, miles de peatones y ciclistas utilizan a diario esta vía para desplazarse entre las dos ciudades. En este sentido, cabe destacar que tras el confinamiento de 2020, Balazta realizó un conteo que registró más de 2.500 desplazamientos ciclistas en un solo día, una tercera parte realizados por menores. La peligrosidad es tal, advierten, que muchos usuarios optan por circular por las aceras, pese a que no tienen anchura suficiente.

Planes nunca ejecutados

El dossier entregado a las Juntas recopila asimismo un listado de documentos oficiales que han planteado diversas alternativas para resolver la conexión, entre ellos el Plan Territorial Sectorial de Vías Ciclistas de Gipuzkoa (2013), el Plan Director de Txingudi (2015), el PTP Donostialdea-Bajo Bidasoa (2016), los PMUS de Hondarribia (2019) e Irun (2024) y el Plan Especial Mendeluko Iparra-Eskapatxulo (2016).

Balazta destaca que, pese a la abundancia de estudios, ninguno ha culminado en una intervención concreta y, mientras tanto, el tráfico motorizado entre los dos municipios sigue en aumento, según los datos del Diagnóstico de Zona de Bajas Emisiones de Irun (2024).

El problema: la ausencia de decisiones

Durante la comparecencia, la asociación insistió en que el problema no es la falta de proyectos, sino la ausencia de decisiones. Por ello pidió a los grupos junteros que respalden la implicación directa de la Diputación Foral de Gipuzkoa y que el proceso se priorice definitivamente. Según explican, los ayuntamientos de Irun y Hondarribia han mostrado disposición a implicarse, pero Balazta considera imprescindible que todas las administraciones, tanto locales, forales y autonómicas, así como el Gobierno central, se sienten en una mesa de trabajo estable y liderada por la Diputación, capaz de definir un trazado y asignar recursos para ejecutarlo.

La entidad también reclamó medidas provisionales que reduzcan la peligrosidad de la travesía, como un calmado de tráfico, señalización específica o pequeñas intervenciones que animen a desplazarse en bicicleta mientras llega la solución definitiva.