Después de casi veinte años de actividad en Irun, David Rodríguez y Naiara Abando han bajado para siempre la persiana del Danako, un proyecto que pusieron en marcha juntos en 2006 y que ha supuesto para ellos “un sueño”. Durante este tiempo, gracias a su buen hacer y su extenso palmarés en el mundo de los pintxos, el bar-restaurante se ha convertido en un referente en el municipio, por lo que la noticia de su cierre ha pillado por sorpresa a buena parte de la clientela.
Sin embargo, David reconoce que seguir adelante resultaba cada vez más complicado. La pandemia les golpeó con fuerza, y la remontada no ha sido fácil dada la continuada subida de los costes de la materia prima, las dificultades propias de la hostelería y un desgaste progresivo de la ilusión. “Era un cúmulo de circunstancias”, resume, aceptando que el sector ha cambiado y que, tras tantos años, también cambia la forma de mirar al futuro.
Dos décadas al frente del negocio
La historia del Danako comenzó dos décadas atrás. Después de que Naiara perdiera su empleo tras dar a luz a su primer hijo, la pareja decidió emprender. David contaba con una extensa trayectoria que comenzó de la mano de Martín Berasategui, y continuó en conocidas cocinas de la comarca del Bidasoa, como las de los restaurantes Medievo, La Juanita o la Cantina de San Marcial.
Para poner en marcha su proyecto pensaron primero en Ibarla, pero finalmente se instalaron en la plaza Anzaran. Así, en 2006 abrieron por primera vez las puertas del Danako, donde empezaron a experimentar con una propuesta que acercaba técnicas y conceptos de alta cocina a precios asumibles, algo que entonces no resultaba habitual en la ciudad. Y aunque hubo altibajos, como la crisis del 2007, enseguida lograron hacerse un hueco y ganarse a la clientela.
Un extenso palmarés
Años más tarde, para darle un nuevo impulso al negocio, decidieron adentrarse en el mundo del pintxo. “Entonces se organizaba un concurso de Mugan en Irun, y el primer año que nos presentamos ganamos”, recuerda. A ese primer premio les siguieron muchos más: en 2012 se alzaron vencedores en el Campeonato de Gipuzkoa, con el pintxo 'Lady Cherry', y ese reconocimiento supuso un punto de inflexión. Años después alcanzaron su mayor logro con 'Beltza', ganador del Campeonato de Pintxos de Euskadi en 2019, con el que también se llevaron el galardón popular.
Y hubo más: en 2021 y 2022 volvieron a vencer en Gipuzkoa; 'Bokalao' destacó con premios en distintos concursos de cocina en miniatura; 'Etxeko' obtuvo el reconocimiento al pintxo más innovador y el Premio Eusko Label; y en varias ediciones sumaron premios de Imagen. Además, durante once años se clasificaron para la final estatal. Sin embargo, este año han tenido que declinar la invitación. “Nos llamó la propia organización para que participáramos, pero sabiendo que el Danako ya iba a estar cerrado, no quería concursar con un pintxo que después no pudiera dar a probar a mis clientes”.
De Anzaran a Arbes
Tras once años, David y Naiara decidieron emprender un cambio y trasladarse a Arbes. Aquello supuso una segunda vida para el Danako: cambió el barrio, la clientela y el tipo de negocio. “Fue como si hubieran sido dos inauguraciones”, cuenta David. En esta nueva ubicación apostaron por una cocina más informal basada en pintxos y raciones, y aunque al principio el público tardó en comprender el cambio, finalmente tanto la oferta como la demanda se fueron estabilizando. “Después ganamos el Campeonato de Euskadi, en 2019, y eso hizo que el trabajo subiera muchísimo”, recuerda el cocinero. Pero el subidón duró poco, puesto que enseguida llegó la pandemia…
“Aquella fue una época muy dura, prácticamente vivíamos en el restaurante. Mis hijos en el comedor, y nosotros sacando lo que podíamos… Delivery al principio y terraza cuando se pudo”. Reconoce que desde entonces nada ha vuelto a ser igual y que el sector resulta cada vez más complicado. Por eso, la pareja ha afrontado el cierre de su negocio con una sensación agridulce y sentimientos muy encontrados, entre tristeza y alivio.
Muy agradecidos
No obstante, aseguran que, si retrocedieran veinte años atrás, lo volverían a hacer. “Sobre todo si fuera sabiendo lo que sé ahora”, bromea él. Al realizar un balance de estas dos décadas, aseguran que ha sido una experiencia muy bonita, un sueño cumplido, y muestran su agradecimiento a todos los clientes que les han acompañado durante este tiempo. “Solo podemos darles las gracias por todo y esperar que se queden con un buen recuerdo de cuando venían al Danako y se pedían un 'Aitona', unas migas o una oreja a la plancha”.
David extiende su agradecimiento al equipo con el que ha compartido penas y alegrías en los últimos años: “Hemos sido una piña… La verdad que ha sido un placer trabajar con Naiara, Oihana, Araitz y Mateo, para ellos también solo tengo palabras de agradecimiento”.
De cara al futuro, el cocinero ya tiene nuevos proyectos entre manos. Y aunque todavía no puede desvelar nada, adelanta que continuará vinculado con la hostelería irundarra.