Se ha cumplido un año desde la alianza formada por Emaús Gizarte Fundazioa y Koopera Servicios Ambientales puso en marcha en Urnieta una planta de residuos de mobiliario y residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) con el propósito de fomentar la economía circular mediante la reutilización de este tipo de residuos. 

Anteriormente realizaban este trabajo en Irun, pero el espacio era más reducido y trasladarse al polígono Igarategi de Urnieta les ha permitido “tener mayor capacidad y mejorar los procesos de tratamiento” tal y como explica la directora general de Emaús Gizarte Fundazioa, Aitziber Zubillaga, en declaraciones recogidas en la revista municipal Berrittu de Urnieta. Zubillaga se muestra muy contenta con el trabajo desarrollado, aunque matiza que todavía están “rodando”. 

Inclusión sociolaboral

El objetivo que persigue esta planta de Urnieta, al igual que el resto de equipamientos de Emaús es doble: además de trabajar en el plano medioambietal, Emaús Gizarte Fundazioa también realiza una gran labor en el ámbito de la inclusión sociolaboral.

“Hacemos el acompañamiento de personas en el proceso de inclusión y para ello disponemos de residencias, centros de día, viviendas de apoyo, formación y experiencias laborales en empresas de inserción. Les ayudamos a trabajar diferentes competencias para que después se puedan incorporar al mundo laboral, para tratar de ser cada vez una sociedad más cohesionada y justa”, señala la directora. 

En concreto, Emaús Gizarte Fundazioa tiene dos empresas de inserción con un total de 76 puestos de ese carácter. En la planta de Urnieta, por ejemplo, trabajan siete personas, tres de las cuales son de inserción. Eduardo Sánchez, coordinador del centro de Urnieta, explica que con ellos “trabajamos las competencias aprender a reparar el RAEE, la productividad, la puntualidad… El ambiente es muy bueno”. Zubillaga añade que “muchas cosas como la puntualidad las damos por hechas, pero son personas que no han estado en el mercado laboral y necesitan entrenar”. 

Trabajo gratificante

Ambos cuentan que es un trabajo gratificante, pero al mismo tiempo duro, puesto que impacta mucho, “vienen personas que han pasado por situaciones muy complejas y nos exige mucha empatía”.

Salim Chaili es una de las personas que trabaja en un puesto de inserción en la planta de Urnieta. Es carpintero y llegó tras realizar cursos con Emaús Gizarte Fundazioa. Chaili cuenta que está muy agradecido con la oportunidad que le han dado y explica la labor que realiza: “Yo gestiono los muebles que traen, veo si valen o no valen para la reutilización y los que no valen los separamos en piezas. Otros muebles los reparamos para la venta”. Dice que está muy a gusto: “Aquí somos como una familia”. Preguntado por cómo ve el futuro contesta lo siguiente: “Me hicieron contrato para tres años y luego espero entrar en alguna otra empresa para seguir trabajando”.

La nave del polígono Igarategi N.G.

En este primer año han pasado 440.000 kilos por la planta, de los cuales se han reutilizado 135.000, reflejo del trabajo que realizan, aunque pretenden incrementar aún más dichas cantidades. Su objetivo no es otro que rescatar lo máximo posible para darles una segunda vida a los productos. 

Implicación de la comunidad

Para ello, Zubillaga explica que “la reutilización puede ser completa, es decir, el mueble o el electrodoméstico entero, o por componentes cuando el producto en su conjunto no se puede reutilizar”. En este punto, Sánchez añade que “lo que no se puede reutilizar se prepara para su reciclaje”. 

Para aumentar los números mencionados y potenciar la reutilización es indispensable la colaboración y la implicación de la comunidad local, y precisamente quieren incidir en eso: “En Urnieta, si la gente ve que hay un centro, se dan cuenta de cómo retiramos los residuos y del trabajo que hacemos, puede que en lugar de dejarlos en la calle nos llamen para que los recojamos nosotros, porque así se generan mayores tasas de reutilización. Viendo te das cuenta del impacto real que tienen las cosas y ayuda a aumentar la conciencia y a cambiar la mentalidad”, cuenta Zubillaga