Libe Yeregui, zumaiarra y recién llegada al mundo de los payasos, actuó con Zapotxin en Zumaia el pasado fin de semana. En la entrevista con este periódico cuenta cómo y por qué ha dado el salto al mundo de los payasos.
¿Cómo llega una persona a convertirse en payasa?
Desde pequeña me ha gustado cantar, bailar… Y eso que soy un poco vergonzosa. Nunca he hecho nada de ese estilo, pero durante la carrera conocí a Markel (Zapotxin). Él ya tenía el proyecto en la mente y me animaba a participar en él. Yo estaba un poco cagada, la verdad, y le dije que no. No me veía en el proyecto. Empezó el sólo como Zapotxin y cuando fui a verle pensé: ¡Qué guay! Cuando finalizó el primer año de Zapotxin me comentó otra vez para hacerlo con él y...
Le entró el gusanillo.
Eso es, tenía la mosca. Quería probarlo. ¿Por qué no? Mejor arrepentirme de algo que he probado a no arrepentirme por no haberlo hecho. Si no me gustaba lo podía dejar.
La función
Entró en la segunda temporada, entonces. ¿Qué personaje interpreta?
Markel es Zapotxin y yo hago cuatro personajes; Mari Panpalona Sorgina (personaje principal), la cocinera Koketa Kroketa, Xerafino Bonbardino, director de orquesta, y Amona Badalona.
¿Cuál es el objetivo de la función?
Cambiar el prejuicio y el imaginario que hay sobre las brujas. Históricamente aquí las brujas han tenido mucho peso, pero en el imaginario de la mayoría de la sociedad se cree que son malas, que hacían bebidas mágicas, brujerías... Queremos transmitir que las brujas son buena gente, que hacen la función de una abuela, madre...
¿Cómo fue la primera función en la que participó?
Fue en Hernani, Zapotxin es de ahí y se realizó en febrero de este año. Hicimos dos funciones seguidas y estaba repleto de gente.
¿Había nervios?
Si le digo la verdad, para nada. No sé por qué, pero estaba muy tranquila y eso que era la primera vez que me subía a un escenario. Fue muy emocionante, una experiencia muy enriquecedora. Me sentía en mi salsa.
"Intentamos hacer el mundo más bonito, aunque sea durante una hora"
Aprendizaje
Al final consiste en pasar un rato divertido junto a los niños y sus padres.
Eso es. También tenemos la intención de ser pedagógicos. Queremos que los asistentes se diviertan y que se echen unas risas, está claro. Pero nos gusta lanzar un mensaje y que aprendan. Al final, somos los referentes para ellos y durante toda la función (que dura una hora y 15 minutos) están atendiéndonos sólo a nosotros.
¿Le gustaban los payasos cuando era pequeña?
¡Y ahora! (Ríe). Veía mucho Txirri Mirri eta Txiribiton, aunque los que más me gustaban eran Pirritx eta Porrotx. Solía ir a verlos y ahora, de vez en cuando, también suelo ir. Me encanta.
¿Qué es lo que más le gusta?
Lo que estamos hablando. Aparte de hacer reír y de transmitir felicidad a todos, tanto a los niños como a sus padres, también transmiten un mensaje muy potente e importante. Nuestra intención es ésa; enseñar mientras se divierten. Encima del escenario, a mí, me gustan todas las facetas. Me divierte la interacción con el público, con Zapotxin...
¿Cómo se aprende a ser payasa?
Realizando funciones. Ensayamos mucho y practicamos mucho también en nuestras casas, pero al final se aprende mejorando en directo. Ves lo que haces mal y después intentas hacerlo mejor. Aunque lleve tres meses, he visto que fallo porque no interactúo mucho con el público, porque miro mucho a Markel... Pero fallando se aprende.
Todos tenemos un payaso dentro.
Es una bonita experiencia, tanto para el que lo hace como para quien asiste. El que acude sale feliz, contento. Es terapéutico. Intentamos hacer el mundo más bonito, aunque sea durante una hora.
¿Qué le dijeron en casa?
Lo comenté desde el principio. Que dije que no, pero que tenía ganas. No me decían nada. La que no me atrevía era yo. Ahora vienen a verme y se lo pasan muy bien. Mis amigas vinieron a verme en Zumaia y también fliparon, con el espectáculo y conmigo, porque nunca había hecho nada así.
¿Se quedará con los personajes que ha comentado?
De cara al año que viene la intención es que yo tenga un personaje fijo, aunque los de ahora seguirán apareciendo. Yo seguiré hasta lo que dure, he descubierto un mundo muy bonito.
¿Con qué se queda de esta nueva vida?
He pasado momentos malos, hablando psicológicamente. No voy a decir que he encontrado el sentido de la vida siendo payasa, pero sí un camino divertido y alegre.