Nerea Valencia López (Lazkao, 1994) es una goierritarra que, aunque nació en Lazkao, creció en Beasain. Graduada en comunicación, actualmente vive en Palma, en la isla de Mallorca. Hace siete años, recibió una oferta laboral en el ámbito de la comunicación que no pudo rechazar. Sin dudarlo, hizo las maletas y emprendió una aventura que, aunque inicialmente iba a durar solo un año, se ha extendido bastante más.
Con una mezcla de ilusión y respeto, y con tan solo 23 años, decidió aprovechar esta oportunidad que la llevó al departamento de comunicación corporativa de la cadena hotelera Meliá, donde sigue trabajando en la actualidad, ya cumplidos los 30.
Nerea admite que echa de menos la vida en su comarca, especialmente la cercanía social y las costumbres como el poteo
Desde que terminó los estudios, Nerea tenía claro que quería salir de su zona de confort y vivir fuera. Ya había tenido algunas experiencias previas que la prepararon para ello: durante la carrera pasó una temporada en Francia, donde vivió una inmersión total en otro entorno, y luego se trasladó a Pamplona para realizar un máster en comunicación política y corporativa, donde residió mientras completaba los estudios. No obstante, lo que nunca había experimentado era estar tanto tiempo lejos de casa. Su estancia en Mallorca, más larga y profunda que las anteriores, ha sido un reto completamente nuevo para ella.
Pasión por su profesión
Nerea siente una gran pasión por su profesión y disfruta intensamente de lo que hace. Sin embargo, no descarta regresar algún día a Beasain. No obstante, en el pasado, estaba completamente segura de que volvería a su tierra natal, pero ahora contempla también la posibilidad de quedarse definitivamente en Mallorca.
A pesar de su entusiasmo por el trabajo, Nerea admite que echa de menos la vida en su comarca, especialmente la cercanía social y las costumbres como el poteo. Comenta que, aunque los vascos tienen fama de ser más cerrados, en realidad son mucho más abiertos que, por ejemplo, los mallorquines. Reconoce que su relación con la isla es de “amor-odio”: por un lado, disfruta de las playas infinitas y las aguas cristalinas que la han cautivado, pero, por otro, hay aspectos de la vida en Mallorca que no terminan de convencerla. Aun así, no duda en describir la isla como “preciosa”. Además, asegura que Palma tiene algo especial: “Es una ciudad tranquila y cómoda, con un carácter que en ocasiones me recuerda a Donostia”.
Cuenta que también hay momentos de lluvia y frío en Mallorca, desmitificando esa idea de que siempre hay buen tiempo en la isla
Cabe destacar que Nerea mantiene un estrecho vínculo con su hogar y suele viajar a Beasain con regularidad, aproximadamente una vez al mes. Para ella, tomar un avión se ha convertido en algo tan cotidiano como coger un autobús. Y es que, “no me visitan tanto como me gustaría”, comenta entre risas. Sin embargo, reconoce que su ama y su hermana sí la visitan con más regularidad: “Mi aita es el menos viajero de todos”.
El mito del clima
Nerea Valencia se divierte con el mito del clima que existe sobre Mallorca. Cada vez que regresa a la comarca, le preguntan sobre el tiempo en la isla. “Parece que todo el mundo da por hecho que hace buen tiempo todo el año”, declara, “pero no es así”. Cuenta que, aunque efectivamente hay más días de sol y calor que en Euskadi, también hay momentos de lluvia y frío en Mallorca, desmitificando esa idea de que siempre hay buen tiempo en la isla. Cuenta que cuando llueve en Mallorca, lo hace con ganas, y la vida parece paralizarse un poco. “La gente se despista con la lluvia”, asegura aún sorprendida. “No es como aquí, que cuando llueve todo sigue igual”.
No obstante, destaca que la claridad del cielo es algo mucho más habitual en la isla, algo que en muchas ocasiones escasea en Euskadi. “El hecho de levantarte y ver un cielo despejado te da una energía diferente y mejora tu estado de ánimo”, relata.