Markel Etxabe (Zumaia) y Axel Campos (Getaria) transformaron su pasión compartida por la cocina en Ubera, restaurante situado en Zumaia que ha marcado la diferencia en la comunidad desde 2022. Este domingo lo cierran para dar paso a una nueva etapa en sus carreras y construir en el futuro un restaurante que refleje aún más su visión gastronómica.
Historia de Ubera
¿Cómo se conocieron?
Axel: En el 2021 yo trabajaba en un bar de Getaria, después de haber estudiado cocina. Llegó Markel de México y comenzó a trabajar en el mismo bar. Ahí nos conocimos, en la cocina.
¿Cuándo surge la idea de abrir el restaurante Ubera?
Al final, la cocina la llevábamos entre los dos y pensamos en abrir algo. Al menos teníamos la ilusión de intentarlo y a ver qué salía. Queríamos probar nuestras capacidades. Ahí decidimos abrir Ubera.
¿El inicio fue fácil o complicado?
Al principio teníamos miedo porque siempre habíamos trabajado para otra persona y el trabajo es sacar un buen plato de la cocina. Una vez que abres tu propio negocio tienes miedo. No sabes si la gente va a aceptar tu propuesta gastronómica, si va a aceptar los precios del local... Este mismo local, antes de ser Ubera era otro bar y tenía su propuesta de bar: raciones, pintxos, tragos... A la gente le chocó que nuestra idea fuese un restaurante en vez de seguir con la fórmula del bar anterior. Costó hacer entender a la gente que esto era diferente. Queríamos dar protagonismo al producto y ofrecer algo distinto a Zumaia.
¿Al final lo entendieron?
Markel: A partir del segundo año asimilaron que Ubera era algo más que venir a tomar un trago o un café. Poco a poco hemos ido haciendo nuestro camino y al final hemos acabado muy contentos.
Axel: Teníamos claro el tipo de restaurante que queríamos abrir. Es verdad que costó convencer o hacer entender a la gente. Al final estamos en un barrio debajo de unos porches y, la verdad, que visto desde fuera piensas antes que es un bar que un restaurante. Dándole la importancia al producto hemos acabado siendo un restaurante con nombre.
Con el tiempo, convencieron a los clientes.
Sí. No entendían que nos adaptábamos a la cocina que teníamos. No es muy grande y todo el menú está pensado en base a lo que nos puede ofrecer la cocina. Si tuviésemos otra, habría un menú distinto. La gente venía en mitad del servicio a por una ración y, literalmente, no teníamos espacio para poder hacerlas. Toda la cocina ya se estaba usando para hacer platos del menú o de la carta.
Entonces, antes de abrir Ubera, ¿vieron la cocina y decidieron qué hacer y cómo trabajar para optimizar todo lo posible el espacio?
Eso es. Hasta las 13.30 hacíamos pintxos y raciones, pero una vez empezaba el servicio de comidas la cocina sólo daba para priorizar eso.
Poco a poco Ubera iba cogiendo nombre. ¿Cómo lo logran?
Zumaia es un pueblo muy turístico y mueve mucha gente, pero lo más importante es centrarte en el día a día y en dejar satisfechos a los zumaiarras y a los de alrededor, que son los que van a venir con más asiduidad y a la larga van a ser la columna vertebral de la estabilidad. El nombre lo hemos conseguido a través del boca a boca. Algunos se habrán ido insatisfechos, pero creemos que la mayoría se han ido muy contentos después de comer aquí.
Motivo del cierre
¿Por qué cierran Ubera?
Axel: Se nos ha quedado pequeño. Tenemos mucha ambición, ganas y capacidades. La cocina es pequeña, el espacio que ofrece el local no está adaptado a cómo lo queremos nosotros... Queremos montar un restaurante desde cero nosotros. Esto era un bar que lo readaptamos y creamos Ubera.
Markel: Somos dos jóvenes que hemos tenido siempre el interés por la gastronomía. Cuando lo abrimos teníamos 24-25 años y fue una prueba para a ver qué podíamos hacer nosotros dos. No teníamos objetivos, queríamos ir año a año y ver cómo iba. Nos hemos dado cuenta de que las cosas han ido muy bien y la gente también nos pedía más.
¿Otro restaurante?
Visto así, parece que van a abrir otro restaurante en breves.
Es difícil decir que sí, nuestra idea es seguir formándonos y, mientras tanto, buscar nuestro local ideal en Zumaia o en la zona. Hay que tener paciencia, un Ubera nuevo no se va a abrir de la noche a la mañana. De momento yo (Markel) me voy a Madrid a seguir aprendiendo del negocio gastronómico y a seguir formándome como cocinero y Axel seguirá formándose en restaurantes vascos, pero en la sala como metre. La comida tiene que estar buena, pero el servicio también tiene que estar a la altura. Es muy importante cuidar todos los detalles. Vamos a nutrirnos de la gente que sabe.
¿Qué ha sido lo más bonito y lo más difícil en estos años?
Hay cosas que podíamos hacer mejor. Como no enfadarte con el empleado o con el compañero por una chorrada o por algo que no es tan importante como lo parece al momento. Hemos ido aprendiendo y mejorando con el tiempo. Como todo. El bar lo cerraremos este domingo, pero estas últimas semanas la gente ya nos está agradeciendo la labor que hemos hecho durante casi tres años. Eso es muy bonito, aunque nuestro trabajo sea cocinar y llevar el local, esos detalles son los que te dan la gasolina para volver al día siguiente a trabajar.