Nada cambia si nada cambia. La sociedad está en constante evolución, y los distintos sectores que la componen están adaptándose a nuevos paradigmas. Sin embargo, en muchos casos, las aulas de los centros educativos permanecen atrapadas en un modelo tradicional: pupitres en fila, profesores al frente sentados en una mesa en un “piso más alto” y muros que aíslan el aprendizaje y generan una sensación de rigidez y desconexión que poco se alinea con las necesidades del mundo actual.
Zumaiena, de Zumaia, ha decidido romper con el esquema “modo cárcel” y apostar por espacios abiertos, dinámicos y colaborativos, respaldados por investigaciones científicas que señalan los beneficios de este enfoque para el aprendizaje y el desarrollo integral de los estudiantes.
"Este tipo de pasos ha costado darlos en los centros educativos"
Isaak Aranberri es el director de Zumaiena y comenta a este periódico que “en muchos campos como por ejemplo, la medicina, la arquitectura, la alimentación, el entrenamiento de los deportistas profesionales... han ido cambiando y evolucionando sus sistemas. Además, siempre lo han hecho para mejorar basándose en estudios científicos. Este tipo de pasos ha costado darlos en los centros educativos, pero desde Zumaiena creemos que eran necesarios”.
Aranberri recuerda que hace una década empezaron a darle vueltas al tema. “Nos dimos cuenta de que estábamos un poco estancados; incluso algunos profesores se sentían agotados. Fue entonces cuando comenzamos a buscar soluciones apoyándonos en estudios científicos y la primera reforma que hicimos fue la de Haur Hezkuntza”.
"Las aulas son espacios que se pueden transformar"
Ahora han reformado completamente la zona de Lehen Hezkuntza. “Hemos creado zonas muchísimo más espaciosas, luminosas y versátiles y las divisiones de las aulas ya no existen; ahora son espacios que se pueden transformar para las necesidades de la clase que va a impartir el profesor. Las aulas pueden transformarse en espacios abiertos para actividades en grupo o cerrarse con bloques móviles cuando es necesario trabajar en silencio. Las mesas tampoco están siempre individualizadas como antes, ahora se trabaja más en grupo”.
El director de Zumaiena cree que “el que antes andaba bien en el colegio, seguirá sacando sus buenas notas. Este sistema beneficia a todos los alumnos, queremos ofrecer distintas maneras de aprendizaje. Queremos formar a jóvenes que no sólo sepan memorizar, sino que también sean creativos, colaborativos y capaces de adaptarse a los retos de un mundo en constante cambio. Porque, al final, los alumnos de hoy serán quienes modelen el futuro”.
Entre las transformaciones que más destacan son los nuevos espacios Ainguratu y EkoLaborategia. Ainguratu es un espacio diseñado no sólo para aprender, sino también para compartir experiencias y fomentar la creatividad. “Es un espacio que invita a la reflexión y a la colaboración”, explica Aranbarri, destacando cómo este entorno ayuda a fortalecer la conexión entre estudiantes y profesores.
"En EkoLaborategia aprendemos constantemente"
Por otro lado, EkoLaborategia, es una terraza ubicada en el tejado de Zumaiena, que combina aprendizaje al aire libre con experimentación práctica. Además de funcionar como aula exterior, este espacio alberga un taller donde los alumnos trabajan con una huerta ecológica que se riega aprovechando el agua de lluvia. “En este espacio aprendemos constantemente. Cada curso tiene una función: algunos diseñaron el sistema de recogida de agua de lluvia y otros crearon y mantienen la huerta. Aquí tenemos una bicicleta cuya misión es generar energía”, explica Aranberri.
"Cuidan más el material si lo han elegido o creado ellos"
El trabajo comunitario es clave en el modelo educativo de Zumaiena. Toda la reforma ha sido diseñada y pensada por profesores y respaldada por arquitectos profesionales. Como en cualquier comunidad, es necesario establecer unas normas para que todo funcione. “Sin un tipo de normas, sería un desmadre”, afirma Aranberri, subrayando que la libertad y la creatividad deben ir acompañadas de responsabilidad y empatía. Además un aspecto fundamental es que los alumnos no sólo usan, sino que también crean o eligen los materiales, lo que les genera un vínculo más fuerte con ellos. “Cuidarán más el material si lo han elegido o creado ellos que si los comprara el centro al azar”, concluye.