Aunque la primera edición de la Donibane Lohizune-Hondarribia se celebró en 1998, la carrera, una de las más emblemáticas de la comarca, celebrará su 25ª edición el próximo domingo. La razón del desfase en la cuenta no es otra que la imposibilidad de organizar la prueba durante la pandemia. Sin embargo, la ‘Donibane', como se le conoce popularmente, llega a sus bodas de plata en su mejor momento. Prueba de ello es que, por primera vez en su historia, se han agotado los 3.000 dorsales disponibles, lo que obligó a cerrar las inscripciones el pasado mes de agosto. Estas cifras superan con creces las de las dos ediciones anteriores, en las que participaron 1.500 y 2.400 corredores, respectivamente.

Aunque desde la organización reconocen que es difícil determinar la causa exacta de este récord de inscritos, apuntan a que el boca a boca ha jugado un papel importante. "El año pasado ya sentimos que la gente estaba muy a gusto, y eso probablemente ha contribuido", comentan. Asimismo, destacan el impulso que han dado a las redes sociales en los últimos años como otro posible factor clave en este crecimiento.

La participación femenina también ha aumentado en esta edición, alcanzando el 38,5%, frente al 36% del año pasado. En cambio, la procedencia de los corredores se mantiene estable: el 20% proviene de Hegoalde, mientras que el resto es mayoritariamente de Iparralde y, sobre todo, de otras regiones de Francia. En total, el próximo domingo se darán cita atletas de quince nacionalidades.

Todos ellos se enfrentarán a una prueba exigente. No en vano, gran parte de los 21,1 kilómetros homologados de esta media maratón presenta un desnivel considerable, obligando a los corredores a enfrentarse a continuas subidas y bajadas. Además, al tratarse de una carrera costera, las fuertes rachas de viento, especialmente en los tramos más expuestos, cerca del mar, pueden añadir una dificultad extra en algunas ocasiones.

Por este motivo resulta habitual que los rostros de quienes cruzan la meta reflejen no solo cansancio, sino también una enorme satisfacción, fruto de haber superado un desafío tan exigente y de haber disfrutado del buen ambiente que rodea la carrera. "Siempre hay mucha gente animando, especialmente en Hondarribia, en la calle Mayor, y es algo que muchos corredores destacan después: el buen ambiente", aseguran desde la organización.

Más allá de su dureza, la Donibane es famosa por la belleza de sus paisajes, ya que su recorrido atraviesa algunos de los parajes más espectaculares de la zona. Desde la salida en Donibane-Lohizune hasta la meta en Arma Plaza, en pleno casco histórico de Hondarribia, la carrera recorre la impresionante Corniche, así como la playa de Hendaya y la bahía de Txingudi, antes de adentrarse en el centro de Irun.

La historia y el espíritu de la Donibane-Hondarribia

La historia de la Donibane-Hondarribia se remonta a 1997, cuando Joxemi Elduayen, actual presidente de Hondarribia Arraun Elkartea y entonces ya socio de Hondarribia Kirol Taldea (HKT), junto con Rafael Indo, del club de remo Ur Joko de Hendaia, decidieron organizar un evento que fortaleciera los lazos deportivos y sociales entre ambas localidades. Así, idearon una carrera atlética entre Donibane Lohizune y Hondarribia, cuya primera edición se celebró al año siguiente, con un centenar de participantes.

Desde entonces, la media maratón se ha disputado anualmente (excepto durante la pandemia), consolidándose como una de las citas más importantes del calendario atlético de la costa vasca. Este éxito ha sido posible gracias al compromiso de HKT y Ur Joko, cuyos miembros han seguido trabajando incansablemente para mantener viva la prueba.

A lo largo de los años, ambas entidades han contado con diferentes grupos de trabajo. En el caso de la sociedad hondarribiarra, tras la pandemia fue la nueva junta directiva la que asumió la organización en 2022. Este equipo, compuesto por siete jóvenes, está decidido a continuar con el legado heredado y a mantener vivo el espíritu de la media maratón. “La Donibane siempre ha sido una carrera popular y queremos que siga siendo así, e incluso darle más valor a esta filosofía”, afirman. 

Al mismo tiempo, señalan que en ningún caso la motivación de la organización es económica. “No hacemos esto para sacar dinero. Ur Joko destina los beneficios obtenidos a seguir entrenando a los chavales en remo, y nosotros a sanear la sociedad y a organizar otras iniciativas, como la txistorrada que ofrecemos a los niños el 24 de diciembre o el Torneo de Balonmano que llevamos a cabo en Semana Santa”, explican. Además, como cada año, donarán parte de esas ganancias a una causa social, en esta ocasión a la asociación ‘Integrazio Batzordea’ de Iparralde, que trabaja por la inclusión en la zona.

El trabajo voluntario, esencial 

Aunque el trabajo constante de HKT y Ur Joko es fundamental, la celebración de la Donibane no sería posible sin los voluntarios. Son ellos, además de los propios organizadores, los que se encargan de repartir los dorsales, preparar las bolsas para los participantes, cubrir los cruces del recorrido, organizar los avituallamientos y montar la salida y la meta, entre otras muchas otras tareas indispensables. 

El trabajo de los voluntarios resulta indispensable para poder llevar a cabo la carrera. Donibane-Hondarribia

HKT cuenta para ello con la colaboración de sus cerca de 115 socios, quienes, según los estatutos de la entidad, deben estar disponibles el último domingo de octubre para ayudar en la carrera. Además, cada año se suman voluntarios de Atzegi y del Banco de Alimentos. No obstante, desde la organización destacan que toda ayuda es siempre bienvenida y que recibirán con los brazos abiertos a quienes deseen colaborar el próximo domingo.