Los restos óseos localizados en las obras de remodelación de la plaza del Mercado de Mutriku el pasado mes de mayo se corresponden con los de una mujer que vivió en el siglo XIII. En concreto, la datación por medio de carbono 14 sitúa los restos en un periodo comprendido entre los años 1219 y 1278, muy próximo, por lo tanto, al acto fundacional de la villa, con la concesión de la Carta Puebla a los moradores de la zona por parte del rey Alfonso VIII de Castilla en 1209.
El estudio, que se ha visto dificultado por el mal estado de los huesos que se han logrado preservar, ha dado lugar a resultados sorprendentes, como los referidos a la dieta alimenticia que la mujer siguió en vida, tal y como señala la arqueóloga Maite Iris García Collado, componente Grupo de Investigación en Patrimonio y Paisaje Cultural del Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la Universidad del País Vasco: “Los datos que hemos obtenido en los análisis nos indican que estamos ante individuo que seguía un régimen de alimentación vegano”.
Segundo enterrado
A esta sorpresa se le ha sumado otra más, y es la localización de restos de un segundo individuo enterrado junto a la mujer. “Entre los huesos que se recogieron en el enterramiento había dos pequeños dientes y, tras estudiarlos, hemos constatado que se corresponden con un individuo no adulto con una edad comprendida entre los cuatro y los nueve años. Este hecho es relevante ya que confirma la hipótesis de la existencia de un cementerio medieval en la zona de Beheko Plaza. En ese lugar se situaba la primera parroquia de Mutriku hasta que fue declarada en ruina en 1790, y cabe pensar que junto a ella hubo un cementerio parroquial. Además, la idea de esa necrópolis es coherente con el hallazgo de tres enterramientos más en esa zona en un estudio arqueológico llevado a cabo en 2002”, se se ála en el estudio.
La materia prima con la que Maite Iris García Collado y su equipo han contado para realizar el estudio ha sido más bien escasa y, además, muy deteriorada. Solo se pudieron rescatar partes del cráneo, un trozo de mandíbula, las dos clavículas y fragmentos del húmero y el fémur para su estudio. De hecho, para la asignación de sexo han tenido que utilizar una técnica basada en el tamaño de los dientes caninos, al no poder disponer de otras partes del cuerpo que ayudan a diferenciar con más fiabilidad la fisonomía del hombre y la de la mujer. “No se trata de la técnica más fiable, pero hemos tenido que utilizarla al no tener otras alternativas, y la conclusión que hemos obtenido es que los restos se corresponden seguramente con un individuo femenino”, explican.
Esa falta de elementos de estudio también les ha impedido determinar la edad a la que se produjo su muerte, pero lo que sí han podido acreditar ha sido su mala higiene bucal. “Presentaba una caries y cálculos dentales en la mayor parte de los dientes que se han conservado. Ese dato nos habla de una higiene oral deficiente, algo común en los individuos de la época medieval que nos ocupa”, indica la investigadora.
Proceso
Para la arqueóloga, uno de los hechos más relevantes de estudio ha llegado de la mano del proceso para determinar qué comía la mujer enterrada en lo que ahora se conoce como Beheko Plaza. El análisis por medio de isótopos estables de carbono y nitrógeno sobre colágeno óseo ha sido clave a la hora de obtener una información que ha causado la sorpresa de los investigadores. “La técnica utilizada nos da una imagen de lo que ha ingerido en un periodo que puede abarcar los diez años previos a su fallecimiento. Los valores de nitrógeno que hemos recogido al analizar los huesos se corresponden con los de una persona que lleva una alimentación vegana. Según esos datos, su dieta estaba basada en productos vegetales. No consumía ni carne ni pescado, pese a vivir en una localidad de tradición pesquera como Mutriku. Tampoco comería huevos, ni leche, ni derivados de ella, como el queso. Se trata de un hecho que no se corresponde con una dieta normal del medievo. Los pobladores del País Vasco medieval eran omnívoros y en su dieta incluían proteínas de origen animal, aunque no de manera abundante”, señalan.
¿Vegana o celiaca?
Los datos del estudio relativos a los niveles de nitrógeno en los huesos analizados abren la puerta a una serie de hipótesis sobre las causas de una alimentación tan poco acorde a las costumbres de la época. Las dos ideas que han cobrado más fuerza en el equipo investigador son, por un lado, razones de tipo cultural vinculadas a una orden religiosa y, por el otro, causas con origen en una patología que pudiera sufrir esta mujer. “En el primer caso nos encontraríamos ante una mujer adscrita a una orden religiosa que tenía no comer carne entre sus preceptos. No sería un caso único. Contamos con ejemplos de ello en el yacimiento de San Martín de Dulantzi, en plena Llanada Alavesa. En ese lugar se han localizado individuos que eran veganos en un enterramiento del siglo VI y en otro del siglo XII”, apunta Maite Iris García Collado.
La otra hipótesis que barajan es que la mujer enterrada en Mutriku no era vegana, sino celiaca. Esta patología se corresponde con una enfermedad inmunitaria generada por el gluten de los cereales que lleva a los que la padecen a eliminar este producto de su dieta. En el caso de Mutriku, los datos de los análisis de nitrógeno que se han llevado a cabo en los huesos se corresponden con los de una persona vegana, pero la realidad podría ser muy distinta si incluimos en esa ecuación el papel de las legumbres.
El estudio de los huesos de personas que han seguido una dieta vegana da unos ratios de nitrógeno inferiores a los de aquellas otras que siguen una dieta omnívora que incluye también la carne y el pescado. Sin embargo, una dieta omnívora caracterizada por el consumo de muchas legumbres puede derivar en unos datos que pueden confundirse con los de una persona vegana debido a la capacidad de estos vegetales de fijar el nitrógeno. “Esta circunstancia nos lleva a pensar que podríamos estar ante una persona celiaca que ha decidido sustituir la ingesta de cereales por otros alimentos como las legumbres para evitar las repercusiones que el gluten tiene en su salud. De todos modos, creemos que la hipótesis más plausible es la primera, la de la dieta vegana, que ya ha sido documentada en otros casos. De hecho, a día de hoy solo hay un caso acreditado de persona celíaca en la historia de las investigaciones arqueológicas y, curiosamente, también se trata de una mujer”, concluyen.