¿Dónde estudió?
Estudié en el colegio La Salle-Legazpi y en el instituto Iparragirre. Después, hice un grado superior en Inmakulada de Tolosa. Estudié Integración Social.
¿Dónde ha trabajado?
Necesitaban a alguien que mostrara la iglesia de Urretxu a los visitantes y se pusieron en contacto con el entonces párroco Iñaki Akizu. Este les dio mi nombre. Así es como empecé a trabajar. Después, junto con tres amigos historiadores, puse en marcha la asociación cultural Gure Iragana. Enseñábamos las iglesias de Ezkio, Urretxu y Zumarraga a los visitantes y escribimos un libro: Los Ipeñarrieta, un linaje al servicio de los Austrias.
¿Cuándo sintió la llamada de la Iglesia?
Mi abuela falleció cuando yo tenía 22 años. Somos una familia muy unida y la muerte de mi abuela fue un gran golpe. Me preguntaba a mí mismo qué sentido tenía mi vida y qué dirección debía tomar. Además, quería sentir más cerca a mi abuela y pensé que lo mejor para ello sería ir a la iglesia, pues ella siempre mostró su fe. Empecé a ir a misa todos los domingos. Un buen día me ofrecieron leer en misa, después me pidieron ayuda para la catequesis, empecé a trabajar con las mujeres que limpiaban la iglesia...
¿Cuándo decidió ir al seminario?
Un día el párroco Iñaki Akizu me preguntó si alguna vez había pensado en ordenarme sacerdote. Me pilló por sorpresa, pero empecé a darle vueltas a la pregunta. Estaba a gusto con la vida que llevaba, pero también es verdad que no me llenaba. Me puse en contacto con Imanol Prieto, cura de Zumarraga, y me enseñó las funciones que desempeña un cura. Desde fuera parece que nos limitamos a dar misa. Eso es algo nuclear en nuestra vida, pero hacemos otras mil cosas. Pasé seis o siete meses con Prieto y después me dijo que tenía que tomar una decisión. Que para comprobar si era mi camino, lo mejor era ir al seminario. Es lo que hice. Tenía 27 años.
¿Qué le dijeron sus familiares y amigos?
A mi padre, al principio, no le hizo mucha gracia. Mis amigos lo tomaron con naturalidad. Uno de ellos me dijo que había tardado en tomar la decisión.
¿En qué seminario estudió?.
Fui al de Donostia, pero en Donostia no se estudia. Estudiamos en Pamplona y los fines de semana volvemos a Gipuzkoa a realizar labor pastoral. Estuve en Zumaia, Aizarnazabal, el barrio Gros de Donostia...
¿Qué tal en el seminario?
Le he encontrado sentido a la vida. He encontrado mi camino. Dios quiere que seamos felices. Eso no quiere decir que no vayamos a tener problemas, pero gracias a la religión sientes paz, no caes en la desesperanza. Es un camino lleno de esperanza. Dios prepara un camino para cada uno de nosotros y a nosotros nos corresponde encontrar ese camino.
¿Le hace ilusión ordenarse sacerdote en su pueblo?
Estoy muy contento, pero también nervioso. En la iglesia se reunirán todas las personas que amo: familiares, amigos, gente maravillosa que he conocido durante todos estos años... Dar el sí definitivo a Dios rodeado por mis seres queridos va a ser impresionante. Muy emocionante.
Está ejerciendo su labor en Tolosaldea.
Estoy a cargo de la parroquia de Alegi y de las parroquias de otros once pueblos más pequeños de la zona. Desde Ikaztegieta hasta Albiztur. Estoy con la gente, atiendo a los enfermos, doy catequesis, oficio las misas... He reemplazado a José Ignacio Eguzkitza. Ha pasado 26 años en Alegi y le han trasladado a Azpeitia. El último año lo he pasado con él, para conocer a la gente de Alegi y sus alrededores. Estoy muy a gusto. Es un lugar muy bonito y la gente que he conocido es muy cercana y generosa. Este último año ha sido un regalo para mí.
¿Qué objetivos se ha marcado?
Quiero ayudar a la gente. Nos piden construir una vida llena de éxito: conseguir un buen trabajo, ser siempre felices, viajar... Llenamos nuestra vida de cosas materiales y, ante el primer contratiempo, nos derrumbamos. La gente tiene necesidad de ser escuchada. Necesitan una escucha activa. La gente necesita mirarte a los ojos y ver que les estás escuchando lo que están diciendo. Quiero transmitir esperanza a la gente. Que sepan que Dios está siempre de nuestro lado. Que quiere que seamos felices. Y que nuestra vida no termina aquí, que estamos llamados a la vida eterna.
La gente joven no se acerca a las iglesias.
Lo resumimos todo a ir a misa o no ir, pero a los jóvenes también les preocupan los temas trascendentales. Cuando voy por la calle, muchos jóvenes me paran y me dicen que son los hijos y los nietos de alguien que va a misa y que conozco. En los pueblos en los que estamos no nos relacionamos solo con los feligreses. Salimos a la calle a hacer las compras o hacer deporte, como todos los demás, y nos relacionamos con todo el mundo.
¿Qué aficiones tiene?
Me gusta leer y escuchar música. Escucho, sobre todo, música clásica y a Enya. En cuanto a la lectura, me gusta la novela histórica. También me gusta estar con los familiares y amigos, dar un vuelta por el monte, ir a la playa...