“Del anonimato hemos pasado a poner nombre, apellidos y expresiones. Se han reunido alrededor de 650 fotografías; cada una de ellas representa una historia individual, y todas juntas cuentan nuestra historia colectiva”, manifiesta Mónica Jato, profesora de la universidad de Birmingham y comisaria de la exposición Orratz begia-El ojo de la aguja.

Gerra haurrak

1936-Gipuzkoako guerra haurrak, que hasta el 12 de octubre puede visitarse en el claustro de Kulturate de Arrasate. La muestra ofrece una mirada profunda sobre el exilio infantil durante la Guerra Civil, con un enfoque histórico, teórico y artístico que busca preservar la memoria de los menores que por culpa de la contienda tuvieron que abandonar su casa y sus familias. Se cifra en unos 35.000 los niños y niñas vascas –casi 11.000 identificados en Gipuzkoa– que dejaron atrás sus raíces por lugares como Francia, Catalunya, Gran Bretaña, Unión Soviética, Bélgica y América Latina.

El legado de estos y estas menores evacuadas durante la resistencia al golpe militar de 1936 queda recogido en este proyecto, que es el resultado de la exhaustiva labor realizada en los últimos años por Intxorta 1937 Kultur Elkartea; un paso más en la búsqueda de la “Verdad, Justicia y Reparación”, tal y como destacó Julia Monge. Para esta ocasión, además de la Diputación Foral de Gipuzkoa, han trabajado en colaboración con BCA’ 1937 UK-Euskadi (The Association for the UK Basque Children) y el equipo Memory as Transgenerational Care (La memoria como cuidado transgeneracional) que dirige la propia Jato.

Exposición

La puesta de largo de la exposición tuvo lugar el jueves por la tarde en un acto en el que el protagonismo recayó en los niños y niñas de la guerra y sus familiares, aderezado con un aurresku y las actuaciones de Goikobalu abesbatza, el Otxote Txorbela, músicos de Arrasate Musikal y txistularis de la comarca. A la presentación asistieron diversas autoridades, entre ellas la diputada general de Gipuzkoa, Eider Mendoza, y la alcaldesa arrasatearra, Maider Morras.

Vivencias y testimonios en primera persona dan cuerpo a este proyecto, que profundiza en la transmisión entre generaciones de la memoria histórica. De la contextualización se ha encargado Josu Chueca, y la parte artística es obra de Judith Martínez Estrada. La muestra, con carácter itinerante, se completa con un libro-catálogo que reúne estas historias de forma más detallada, junto con las dos canciones a las que han puesto música y letra Inés Osinaga y Joseba Sarrionandia, que también participaron en la inauguración.