La estrecha vinculación de Eduardo Chillida con el mundo del hierro y la fragua ha servido de eje a la colocación a una gran panel titulado Chillida eta burdina-Chillida y el hierro, que refleja esta relación en el Museo de la Maquina Herramienta de Elgoibar, coincidiendo con los actos conmemorativo del centenario del nacimiento del genial escultor donostiarra.

El panel incluye una fotografía de Chillida trabajando en la forja de Manuel Illarramendi en 1951, así como varias esculturas en hierro de aquella primera época, como Ilarik (1951), Oyarak I (1954) y Música callada (1955). El conjunto se completa con extractos de una entrevista realizada por Martín Ugalde para la revista Txertoa en el año 1975 que ayudan a comprender mejor lo que el hierro y la fragua significaron en su trayectoria artística.  

La elección del lugar elegido para instalar el panel no ha sido casual, ya que se ha colocado en el espacio que ocupa la fragua para el trabajo con el hierro con la que cuenta el museo elgoibartarra. Mikel Chilllida, nieto del artista donostiarra y miembro de la comisión organizadora del centenario, estuvo presente en la presentación del panel, y aprovechó la visita a Elgoibar para poner en valor lo adecuado del lugar elegido para colocarlo.

Chillida en la fragua

De hecho, recordó la época que su abuelo pasó en la fragua del maestro herrero hernaniarra Manuel Illarramendi a comienzos de los años 50 aprendiendo a domar el hierro con el fuego y el martillo para dar forma a su creatividad. Aquel impulso creador, tal y como recordó el nieto de escultor donostiarra en una divertida anécdota, chocaba con las ganas de aprender un oficio que tenían los otros aprendices de herrero con los que trabajaba Illarramendi, lo que obligó al maestro herrero hernaniarra a darle un ultimátum.

“Le dijo que con las forma que daba a su figuras estaba mareando al resto de los herreros que estaban con él, que solo querían aprender el oficio para hacer herramientas y ganarse la vida vendiéndolas. Le comentó a mi abuelo que podía usar la fragua siempre que lo hiciera fuera de las horas en las que él estaba trabajando. Illarramendi empezaba a trabajar a las 6.00 de la mañana y finalizaba la jornada a las 6.00 de la tarde, por lo que mi abuelo trabajaba desde el alba hasta que el herrero de Hernani empezaba a trabajar y volvía una vez que éste daba por finalizada su día de trabajo”.

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Aquella estrecha relación con el hierro de un artista que estaba iniciando su camino, tuvo continuidad a lo largo del tiempo, con innumerables proyectos en los que el trabajo de fragua, hierro y otros metales jugaron un papel destacado que ayuda a entender la obra que convirtió a Chillida en un artista universal.