Largos años de espera, contratiempos y quebraderos de cabeza han dado por fin sus frutos, y la casa refugio que Irungo Mendizaleak ha abierto para sus socios en Martillué (Huesca) es ya una realidad. Se trata de un proyecto que la entidad puso en marcha en 2018, si bien la idea surgió mucho antes. No obstante, no resultó fácil encontrar una ubicación o edificio que cubriera las necesidades del Club.

Martillué

Hasta que dieron con la finca ubicada en la entrada del pequeño pueblo de Martillué, que se encuentra a doce kilómetros de Jaca y a siete de Sabiñánigo, en un solar cerrado de 700 metros cuadrados. “Nos parecía el lugar ideal para nuestro albergue o refugio, ya que podrían hacer uso de él tanto montañeros como esquiadores”, relata Félix Solís, integrante de la Junta Directiva de Irungo Mendizaleak.

La asamblea de socios aprobó prácticamente por unanimidad la puesta en marcha del proyecto. Sin embargo, Solís recuerda que desde el comienzo se toparon con diversas dificultades, tanto a la hora de comprar la finca, por problemas relacionados con los vendedores, como durante el desarrollo de la obra. “El Ayuntamiento de Jaca tumbó el proyecto inicial y nos obligó a modificar la cubierta del edificio”. Estos contratiempos han alargado considerablemente los plazos de ejecución, pero desde el Club han logrado superarlos y la casa refugio se encuentra en funcionamiento desde principios de este 2024.

La vista sobre Panticosa y sus alrededores Pasarelas de Panticosa

Prestaciones

Contentos por su apertura, desde Irungo Mendizaleak insisten en que la ubicación de la casa es “fantástica”, ya que se encuentra debajo de la Peña Oroel y a menos de 40 kilómetros de las estaciones de esquí Astún, Candanchú, Panticosa y Formigal. “Las cumbres pirenaicas están muy cerca también”, destacan.

El refugio cuenta con dos pisos de 200 metros cuadrados cada uno. En el inferior se ha instalado una amplia cocina, así como un comedor para cincuenta personas, aseos y una habitación con cuatro literas, que dispone de su propio baño completo. En la parte superior se pueden encontrar otras cuatro habitaciones, equipadas con cuatro literas cada una, así como dos baños más. Existe también un amplio jardín en el que los usuarios pueden disfrutar de una barbacoa.

Capacidad

Aunque por el momento la casa tiene capacidad para acoger a 24 personas, el Club pretende a medio plazo ampliar el espacio, de forma que se puedan habilitar más habitaciones. “La casa tiene muchas posibilidades. Tenemos un desván, al que por ahora solo accedemos mediante una escalera de mano, pero la idea es construir un acceso y adecentarlo para poner más camas. Y también el jardín ofrece terreno suficiente como para ampliar la casa”, explica Solís.

Por el momento la prioridad es llenar el refugio de vida, fomentando su uso entre los socios. En este sentido, desde el Club apuntan que se trata de un lugar idóneo tanto para quienes quieren practicar alta montaña u otro tipo de deportes, así como para aquellas personas que prefieren optar por el senderismo o por rutas de menor exigencia, puesto que en los alrededores de Martillué existen infinidad de caminos y senderos.

Objetivos

Esta variedad de planes que se pueden llevar a cabo en el entorno permitirán cumplir uno de los objetivos de Irungo Mendizaleak: que la casa refugio sirva como lugar de encuentro para las diferentes generaciones del Club. “Durante el día cada uno puede hacer lo que quiera o lo que mejor se adapte a su forma física, pero por las tardes o noches pueden convivir en la casa refugio, es una de las cosas que buscamos”, cuenta Solis.

Aunque la casa de Martillué comenzó a funcionar hace unos meses, Irungo Mendizaleak no había realizado todavía un acto inaugural, por lo que el pasado martes la entidad invitó a antiguos presidentes, a socios y colaboradores del Club, a integrantes de los clubes hermanados Erlaitz (Irun), Euskalduna (Andoain) y Baztan y al presidente de la Federación Guipuzcoana de Montaña, Koldo Sansinenea, a realizar una visita a la casa. Para ello, la entidad dispuso un autobús que partió a primera hora con destino al refugio, donde varios socios esperaban a los visitantes con un aperitivo. Tras realizar una visita a las instalaciones, disfrutaron de una comida en el propio comedor de la casa, antes de emprender el regreso a nuestra comarca.

La casa de Martillué permanecerá abierta durante todo el año para disfrute de los socios, que podrán invitar a otras tres personas, además de a su cónyuge y a sus hijos menores de edad. Por otro lado, desde el Club aseguran que de ella podrán disfrutar otras entidades, como colegios, clubes de montaña o la Federación, por lo que se encuentran abiertos a cualquier sugerencia que les hagan llegar.