¿Qué estudios hizo?

Estudié auxiliar de administrativo en el colegio La Salle de Zumarraga. Tras finalizar los estudios, el siguiente abril empecé a trabajar en la notaría de Zumarraga. Necesitaban una chica y me llamaron. Fui el 13 de abril, el notario Francisco Javier Octavio Toledo me hizo una pequeña entrevista y me dijo que al día siguiente fuera a trabajar.

¿Cuántos trabajadores había en aquella época en la notaría de Zumarraga?

Cuando llegué yo había tres: Arantxa Plazaola, Petri Esnaola y Mariasun Jauregi.

¿Trabajar en una notaría se encontraba entre sus expectativas?

Mi único deseo era trabajar y he trabajado durante 47 años. Tenía solo 18 años cuando empecé.

¿Cuál fue su primera labor?

Empecé de cero. Mi primer trabajo fue hacer copias: tras preparar y firmar las escrituras, había que hacer copias. Hoy en día hay ordenadores, pero en aquellos tiempos utilizábamos máquinas de escribir. Utilizábamos calcos para hacer las copias. Mi primera escritura fue de unas casas del barrio Urtatza de Legazpi. Eran unos 100 folios. Al principio le ayudaba a Arantxa, pues ella se encargaba de casi todas las escrituras. Después, yo también empecé a preparar escrituras. También recuerdo que en aquellos tiempos se hacían muchos procesos de letras: las empresas hacían letras, cuando no las pagaban los bancos las traían a las notarías, y la notaría se dirigía a la empresa para recordarle que tenía que pagar.

¿Ha cambiado mucho el trabajo de las notarías?

Los trámites siguen siendo los mismos: firmar las compraventas y hacerlas llegar a Hacienda, al Registro y al Ayuntamiento. Pero antes todo se hacía con papel y hoy se hace online.

Ha conocido distintas épocas.

Recuerdo que cuando anunciaron que a las viviendas se les cargaría el IVA, los contratistas trataron de vender el mayor número de viviendas posible, y los compradores intentaron comprar las casas antes de que se les cargara el IVA. Aquel año tuvimos que trabajar la tarde de Nochevieja para sacar adelante todo el trabajo que teníamos entre manos. Por otro lado, hemos notado las crisis y los tiempos de bonanza. En época de crisis la compraventa de viviendas suele bajar, pero nunca nos ha faltado trabajo. En una notaría hay mucho trabajo, además de las compraventas: herencias, poderes, protestos, testamentos, actas...

¿Con cuántos notarios ha trabajado?

El primero fue el navarro Francisco Javier Octavio Toledo. El segundo, Antonio Ledesma. Era de Bilbao. Vino de Mungia y después fue a Bilbao. Cuando se marchó, vino el navarro Felipe Pou. Solo estuvo dos años y medio en Zumarraga. Después vino Guadalupe María Inmaculada Adánez. Hoy en día trabaja en Donostia. Cuando se marchó de Zumarraga, vino Antonio Mula. Es el que más tiempo ha pasado en Zumarraga: 22 años. Hoy en día trabaja en Irun. Después vino el bilbaino Nicolás Almarza. Sacó la plaza siendo muy joven: solo tenía 28 años. Esta fue su primera notaría. A Zumarraga le corresponden dos notarios, pero durante muchos años solo ha tenido uno. Mula y Almarza fueron los primeros que trabajaron juntos. Cuando Mula se marchó, vino Marta García Jalón. Ella también era muy joven cuando vino. Llegó hace cinco años. Cuando se marchó Almarza, estuvo sola durante un año. Hoy en día, trabaja con el donostiarra Eduardo Vallejo. Vino de un pueblo de León. Lleva cuatro años en Zumarraga. Además de con todos ellos, he conocido a los suplentes. Cuando uno se marcha, a la espera de que llegue el nuevo, trabajamos con un suplente.

¿Cada maestrillo tiene su librillo?

Cada uno tiene su estilo. Todos han sido muy agradables. Como es lógico, la relación más estrecha la he tenido con Antonio Mula. Pero con todos ha sido muy fácil trabajar.

Antes ha mencionado a sus antiguas compañeras. ¿Y cuáles han sido las últimas?

Poco antes de que se jubilase Patri, llegó Aloña Acedo. Lleva ya 25 años. Cuando se jubiló Mariasun, llegó Karmele Pozueta. Y hace cuatro o cinco años, llegó Leire Usabiaga. Hace dos o tres años empezó Yolanda Pérez. Ahora ha entrado otra chica, Ana, pero no he trabajado con ella. Todas hemos tenido siempre muy buena relación.

¿Cómo es el trabajo en una notaría?

Cuando empecé a trabajar, Octavio Toledo me dijo que una notaría es una especie de confesionario: es un despacho público, pero lo que pasa aquí se queda aquí. Nuestra función es ayudar a los clientes. Antes se le daba una gran importancia a ir a la notaría. La gente venía con miedo. Nosotras debemos tranquilizar a los clientes, ayudarles. He hecho muchos amigos. Recuerdo especialmente a una mujer que no tenía quien le ayudara. Solía venir muchas veces y le solíamos aclarar las dudas relacionadas con el banco. Dar confianza y ayudar a la gente te llena. Por otro lado, siempre me ha gustado mucho hacer herencias. No en vano, las compraventas son siempre iguales, mientras que las herencias dan más juego. He conocido a muchos trabajadores del Ayuntamiento, he sido testigo de cómo ha cambiado el pueblo... es un bonito trabajo.

Siempre se dice que los notarios cobran mucho por hacer muy poco.

El notario tiene mucho trabajo. Los de hoy en día se encargan de todas las consultas, preparan las escrituras... El notario da fe. Si una compraventa realizada entre nosotros dos se queda entre nosotros dos, puedo decir que me obligaste a realizar dicha compraventa y deberíamos acudir al juzgado. El notario está para dar fe: el comprador y el vendedor han acudido a mí, han realizado la compraventa y la hemos firmado los tres. Con los testamentos sucede lo mismo. Lo más caro es pagar los impuestos. El 2,5% del precio de la casa hay que pagárselo a Hacienda. También hay que pagar al Registro. La mayor parte de lo que se paga en la notaría se la lleva Hacienda. ¡Algunos incluso creen que los trabajadores de las notarías cobramos muchísimo!

¿A qué va a dedicarse ahora?

Me gusta cocinar. Unos días los paso en el pueblo y otros voy a Donostia. Hay quien me ha recomendado hacer cursillos, pues tienen miedo de que me aburra. Pero yo necesito vaciar la cabeza. He trabajado con mucha gente, cada persona tiene sus problemas... Sin querer, traía los asuntos del trabajo a casa. Tengo la cabeza llena y quiero vaciarla. Quiero tomarme con calma el primer año. No echo en falta el trabajo. Lo que echo en falta es el ambiente de la oficina. Mi amiga Olaia Duarte me dijo que cuando dejas algo tienes que pasar el duelo, pero hay que tratar de cerrar la puerta. Así, el duelo suele ser más fácil de llevar. Debido a ello, desde verano, cada vez que acababa lo que tenía entre manos, no cogía otro trabajo.