El rugby engancha. Si no que se lo pregunten a las madres de los jugadores y las jugadoras del deporte oval en Arrasate, que de ser meras espectadoras o acompañar a sus hijos e hijas a los entrenamientos, han saltado de la grada al césped para repartir pases. Han recorrido, de momento, un camino de más de dos años con mucha ilusión y orgullo a partes iguales.

Todo empezó cuando algunos integrantes de la directiva de Arrasate Rugby Taldea vieron en ETB la noticia del Mater Series que iba a disputarse en Sevilla, un torneo al que asistieron los equipos Lamiak Universitario Bilbao Rugby y Kamalehoiak de Gasteiz. Le comentaron a Belen Aranbarri la posibilidad de poner en marcha este proyecto en el club cerrajero, pero de entrada la idea no le cuadró. Fue meses después, en un partido de su hijo mayor en Mojategi, cuando coincidió con las delegadas del Gaztedi Rugby Taldea que habían vivido la experiencia sevillana. “Nos lo vendieron tan bien que un grupo de madres nos animamos a jugar”, relata esta arrasatearra que envuelve cada palabra que pronuncia con una emoción incontenida.

Pirolitikak dándolo todo en uno de los partidos.

En un principio, las siete amatxos que se embarcaron en esta aventura se desplazaban hasta la capital alavesa para iniciarse en este deporte, hasta que Unai Suinaga, jugador del equipo senior arrasatearra, asumió las funciones de entrenador. El grupo fue engordando hasta las 28 jugadoras que actualmente dan cuerpo a Pirolitikak, el nombre con el que bautizaron al equipo. “¿Por qué nos llamamos así? (suelta una carcajada). Surgió la idea de los hornos pirolíticos de Fagor. El calor descompone los restos de la suciedad y luego se enfría. Las madres también nos calentamos, nos cabreamos, y una vez que se nos pasa ya estamos listas para enfrentarnos a todo. El nombre es cojonudo y corporativo del valle”, sostiene Aranbarri.

El esfuerzo les ha cundido. “El rugby es un deporte maravilloso”, del que destacan especialmente el compañerismo que se adquiere peleando unidas sobre el césped. “Lo pasamos genial”, aseguran.

El equipo es muy variado. Pero son una piña. “Suelo decir que somos una menestra perfecta”, añade Aranbarri, que es la secretaria del club y la responsable de la escuela de rugby, del proyecto inclusivo y de ART Amak Pirolitikak taldea. El único requisito es tener cumplidos los 35 años. “Al principio éramos madres de jugadores. Sin embargo, lejos de ser tan exclusivas, hemos querido dar la oportunidad de disfrutar de este deporte a todas aquellas mujeres que superen esta edad”, precisan.

Del rugby resaltan muchas cosas, sobre todo los valores que han caracterizado a esta disciplina desde su nacimiento: la integridad, la pasión, la solidaridad y el respeto entre quienes la practican. “Sirve, asimismo, de terapia, de puente para la integración, el empoderamiento de la mujer, hacer amistades... Lo nuestro es rugby social”, insiste Aranbarri.

Las únicas en Gipuzkoa

Este deporte no ha parado de crecer entre las madres del rugby. Cada vez son más los equipos que se van formando en diferentes puntos del Estado español. De hecho, cuando nació la iniciativa del Mater Series, en diciembre de 2021, fueron siete los conjuntos, con apenas un centenar de mujeres, que se dieron cita en la localidad sevillana de Mairena de Aljarafe. En marzo del año pasado en Bilbao la cifra aumentó a 17 equipos y más de 300 participantes. ART Amak Pirolitikak es la única representación de amatxos en los clubes guipuzcoanos de la modalidad.

Hasta la fecha, las embajadoras arrasatearras del rugby han tomado parte en las jornadas del Mater Series celebradas en Vitoria (entonces enroladas en las filas del Kamalehoiak), Sitges, Sevilla, Bilbao, Gijón, Valladolid y el pasado marzo en Barcelona. Se trata de un torneo de la categoría +35 femenina que esta temporada alcanza su tercera edición. “Jugamos dos tiempos de diez minutos cada uno. Nuestra disciplina es de desarrollo, más evasiva”, concreta Aranbarri.

No hace falta saber de rugby para ingresar en Pirolitikak. “Es un deporte de contacto que, a priori, se le tiene miedo porque parece muy bruto. Pero todas esas madres que lo están conociendo desde dentro, ahora lo ven de otra manera, lo disfrutan”, afirma Aranbarri, al tiempo que incide en que el rugby no se entiende “sin el pasillo, en el que el equipo perdedor pasa primero en señal de respeto y agradecimiento por el esfuerzo realizado, ni el tercer tiempo, ya fuera del campo”.

“La experiencia está siendo maravillosa”, asevera con rotundidad una entusiasmada Belen. “No dudaría en volver a impulsar esta iniciativa, lo haría con los ojos cerrados. Los partidos, cómo te sientes tras un entrenamiento, tener tiempo para una misma… Después de los 35 y siendo madre la vida no se acaba…”, expone.

Equipación

En 2023 recibieron uno de los premios de los Arrasate Kirol Sariak que entrega el Ayuntamiento. No obstante, les falta una importante pieza para redondear el proyecto: que alguien se fije en ellas y las patrocine al igual que al resto de equipos del club. “Estamos huérfanas de patrocinador”, recalca Aranbarri. Contar con un espónsor les permitiría afrontar gastos y sacar su propia equipación. De momento están reciclando las camisetas que ya no utilizan los senior; el modelo “vintage” del club que renovó la elástica en su 50º aniversario. ART Amak Pirolitikak tiene sus puertas abiertas. “Animamos a las mujeres de más de 35 a sumarse al equipo; no hay un propósito deportivo, sino social”, sentencian. Las damas del rugby han roto barreras, contribuyendo a dar visibilidad al deporte femenino.