“Había un tío que desde la primera noche me sacaba del coche, decía que le siguiera y, entonces, me llevaba a una especie de archivo; había armas, papeles..., donde me empezaba a hacer preguntas y a decir que me quitara el jersey, la camisa, el pantalón… Me tenía allí cinco o seis horas haciendo flexiones, desnuda, solo mirándome”. Estas palabras enhebran el relato de una de las mujeres que con sus vivencias dan cuerpo al libro 'La tortura en Arrasate desde una perspectiva de género'.

La humillación, el desarme psicológico, el ejercicio de poder y de control sobre ellas… subyacen en los testimonios de estas mujeres forjados en los centros de detención, operativos, vehículos oficiales o cárceles. La joven que al inicio de este reportaje narra la dolorosa experiencia que sufrió en sus propias carnes estuvo incomunicada ocho días: cuatro de ellos metida en un coche desguazado en medio de un patio, y otros cuatro días más en una zapatería dentro del cuartel.

Prólogo de la obra

Nekane Txapartegi, exconcejala de Herri Batasuna (HB) y considerada integrante del aparato internacional de ETA, firma el prólogo de este trabajo que es obra de la y los arrasatearras Nekane Ayensa, Iñaki Barrutia y Juan Ramón Garai. Para Txapartegi hacer públicos los testimonios es “una herramienta para empoderar a las mujeres torturadas”. “Construir esa memoria colectiva con nuestras voces es la aportación a la resolución del conflicto vasco”, sostiene.

“La tortura generalmente se ha abordado desde una mirada masculina, porque mayoritariamente han sido los hombres las personas torturadas. Los trabajos realizados con ese sesgo exclusivamente masculino invisibilizaban otra realidad, la de las mujeres, y es por ello que hemos querido poner el foco en esa otra perspectiva”, exponen al unísono la autora y autores de la publicación.

Según cuentan, a raíz de la lectura del libro Hacia una Memoria Compartida. 1956-2018 Arrasate-Mondragon, que alumbró la Mesa de Memoria y Convivencia del Ayuntamiento, “vimos que esta primera aproximación de las personas de Arrasate torturadas o que sufrieron malos tratos tras ser detenidas, en el que ya se cuantifican diez mujeres torturadas, se podría completar con una aproximación a la tortura de las mujeres desde la perspectiva de género, desde el punto de vista feminista”.

Violencia sexual

Desde los últimos años de la dictadura franquista, a partir de 1975, teniendo continuidad durante la democracia, hasta el año 2010 se enmarcan los crudos testimonios que cobran más fuerza, si cabe, en las páginas del libro. “En unos casos ha sido la venganza política con la complicidad judicial, el chantaje emocional, las amenazas y la violencia sexual. En el caso de las mujeres, esto ha tenido lugar de manera generalizada haciendo uso de la violación y otras formas de violencia sexual (desnudez forzada, tocamientos…), como modo de demostrar poder sobre ellas, humillarlas y deshumanizarlas, frente a sí mismas y frente a sus familias o la comunidad. A estas prácticas se añaden otras más comunes como la asfixia seca (con bolsas de plástico), la bañera, golpes, hambre, sed, estimulación lumínica continua, ruptura del sueño, amenazas, o la exposición a violencias extremas”, detallan Ayensa, Barrutia y Garai.

Evidenciar que la tortura tiene género es uno de los objetivos del libro publicado bajo el sello de Intxorta 1937 Kultur Elkartea. “A la hora de infringir violencia en una persona, esta no se realiza de manera aleatoria, sino que se tienen muy en cuenta las concepciones de los cuerpos, los órganos sexuales y la sexualidad de hombres y mujeres en un contexto determinado, para causar el mayor daño y sufrimiento posible”, advierten.

Ayensa, Barrutia y Garai explican que “históricamente” el marco de protección contra la tortura y los malos tratos “ha ido evolucionando en gran medida en respuesta a prácticas y situaciones que afectaban desproporcionadamente a hombres”. “En consecuencia, no se ha conseguido analizar la cuestión desde una perspectiva transversal y de género, ni se han tenido adecuadamente en cuenta los efectos de una discriminación arraigada, de unas estructuras de poder patriarcales, heteronormativas y discriminatorias, y de estereotipos de género socializados. Esto ha limitado el análisis de las violaciones de los derechos humanos que padecen las mujeres y el impacto diferenciado que tienen sobre ellas”, añaden.

Visibilizar la realidad ocultada y difícil de exteriorizar es otro de los objetivos. “El análisis cuantitativo del alcance de la tortura en Euskal Herria tropieza con los obstáculos que la connivencia de los gobiernos impone. En el caso de las mujeres, las características de los métodos de tortura empleados dificultan la exposición de los mismos en tanto que suponen una nueva revictimización y agresión a su intimidad. Por ello, toda aproximación a la realidad de la tortura se ve mutilada por el temor a la resonancia sintomatológica de revivir las experiencias de tortura”, precisan.

Complicidad

El mensaje es doble: exponer esa realidad encubierta y denunciar “la complicidad habida”. “En la memoria de la historia reciente, memoria poliédrica, se enfatiza y se sobreexpone una parte del relato, pero algunas aristas de esa memoria están ocultas o predomina la opacidad. Por ello, es importante visibilizar la tortura desde esa perspectiva y también reclamar esa parte del relato que en el pasado fue muy silenciada y contó con la complicidad, activa ocasionalmente y pasiva habitualmente, de los poderes públicos españoles, vascos y de la mayoría de los medios de comunicación”, señalan.

La autora y autores del libro, además, no coinciden con el imaginario colectivo “bastante extendido” sobre la tortura, “en el que se considera que una persona es torturada cuando se ejercen sobre ella salvajes torturas físicas”. “Las amenazas a los familiares de la persona detenida, y a ella misma, el miedo, las agresiones verbales, el aislamiento durante días, con ruido permanente, impidiendo el sueño sin descanso, hasta llegar al agotamiento, pueden no dejar huellas físicas, pero sí producir profundas huellas psicológicas. La tortura psicológica también ha sido parte del mecanismo de los organismos del Estado para romper la resistencia de las personas detenidas”, sentencian.

La publicación está a la venta en las librerías Elkar, y en Arrasate, en el quiosco de Eroski y Ttukun.