El barrio lo construyó la empresa Orbegozo para sus trabajadores. Algunos de los vecinos viven allí desde el principio. Es el caso de Evaristo Marcos y María Josefa Andueza. Ellos, junto con Ángel Domínguez y el matrimonio formado por Félix Mintegi y Carmen Franco, han hablado acerca del barrio.

Marcos tiene 90 años. Nació en Salamanca y vivió en Legazpi antes de venir a Zumarraga. Era albañil. Trabajó para un contratista de Legazpi y, desde 1962 hasta que se jubiló, en la empresa Esteban Orbegozo.

Domínguez nació en Benavente, Zamora. Tiene 83 años y vino a Zumarraga con 20. Tenía intención de ir a Suiza, pero un hermano le recomendó venir a Zumarraga. Trabajó en la empresa Orbegozo, desde 1961 hasta que se jubiló.

Andueza nació en Zumarraga, hace 90 años. Su difunto marido, el legazpiarra de origen navarro José Andrés Bikuña, trabajó en las empresas de Aparicio y de Orbegozo.

Mintegi nació en el barrio Eitzaga de Zumarraga, hace 76 años. Trabajó en Orbegozo desde 1968 hasta que se jubiló. Franco nació en San Martín de Trevejo, Cáceres, hace 74 años. “Tenía 7 u 8 meses cuando me trajeron a Urretxu. Conocí a Félix cuando trabajaba en la empresa Unanue, pues yo trabajaba al lado: en Badi. Llevamos 53 años en el barrio”.

Todos recuerdan bien la construcción del barrio. “Antes de que se hiciera el barrio, esto era una finca. Se llamaba Espilla. Nosotras solíamos venir los domingos por la tarde, con las monjas”, comenta Andueza. “¡Aquí había liebres!”, añade Marcos. “La mujer de Satur Orbegozo me dijo que habían comprado este terreno para hacer un chalet. Les obligaron a hacer casas para los trabajadores y las hicieron aquí. Los Orbegozo vivían en un chalet alquilado, en Urretxu. Solía ir a su casa a hacer arreglos y hablaba con la mujer de Satur, María Jesús”.

Marcos, Domínguez, Mintegi, Andueza y Franco. Asier Zaldua

La empresa construyó 23 bloques: cinco de cuatro viviendas y el resto de doce viviendas. Hay un total de 236 viviendas. Las obras las realizaron Mendiola, Irastorza y un tercer constructor cuyo nombre no recuerdan.

Los pisos eran para parejas casadas o que se iban a casar. Al principio vivían en régimen de alquiler. Hace 47 años, la empresa vendió los pisos a los trabajadores.

Son viviendas pequeñas, de unos 55 metros cuadrados. Marcos recuerda que al principio hubo problemas con la humedad. Andueza añade que a su casa no llegaba el agua, y ella y su marido bajaban todas las noches a la fuente de Bidezar a coger agua para casa. Tenían cinco hijos a los que dar de comer y de beber y limpiar...

Marcos tuvo tres hijos, Domínguez cuatro y los Mintegi-Franco dos. No sería fácil meter a tanta gente en esas viviendas tan pequeñas... “Tuvimos tres hijos y, además, mi suegro y un cuñado estuvieron viviendo con nosotros. La cocina y el comedor eran uno y algunos optamos por separarlos para lograr una habitación más”, recuerda Marcos.

Andueza, por su parte, habilitó una peluquería en su casa para una hija. En cuanto a las tiendas, sólo hubo una: la tienda de comestibles de Marina. Ese local acogió antes la escuela del barrio y en la actualidad acoge una clínica dental. Franco recuerda que en otro bajo hubo un local de tiempo libre para personas con discapacidad y que en Navidades la empresa abría una tienda de juguetes para los trabajadores. Su marido añade que se habló de abrir la comisaría de policía en el barrio.

El barrio, hoy

Esteban Orbegozo era un barrio lleno de vida, pues en casi todas las casas vivían muchos niños. Aunque estos últimos años han ido algunas parejas jóvenes, el barrio ha envejecido. No tienen tiendas y en las casas no se pueden habilitar ascensores, pero el acceso a los portales ha mejorado gracias la construcción de varias rampas. Franco tiene una única queja: las escaleras situadas junto a la tienda Kux-Kux. “Es el camino más corto para ir del barrio a la estación y al ambulatorio, pero no es accesible. Debe haber algún proyecto, pero está en un cajón. Por lo demás, vemos bien el barrio. Le tenemos cariño”.

Marcos dice que no cambia su casa por una en la plaza. “Aquí vivimos más tranquilos”. Andueza es de la misma opinión. “Mis hijos me tienen aburrida con el tema de las escaleras. Me dicen que vaya a una casa con ascensor, pero yo les digo que no me moverán de aquí. Tengo unas vistas maravillosas y le tengo cariño al barrio”.

Llevan casi toda la vida en el barrio Esteban Orbegozo. Sus recuerdos están unidos al barrio: la ilusión por formar una familia, la infancia de los hijos, la relación con los vecinos... “Las antiguas barandillas de las escaleras las hicimos entre todos”, recuerda Mintegi.