Da igual cuántas piedras se encuentre en el camino el zumaiarra Ander Torriko, las superará con una sonrisa de oreja a oreja o, al menos, lo intentará. El central de Helvetia Anaitasuna lleva tres años sin poder disfrutar de su deporte favorito en la cancha, debido a que se ha roto tres veces el ligamento cruzado de su rodilla derecha. Hoy su equipo juega un amistoso contra el Bidasoa en Lubaki (Zumaia), a partir de las 20.00 horas, y “pretende jugar algunos minutos”.

“Estas últimas semanas me estoy encontrando muy bien, muy cómodo. Soy uno más del equipo y estoy metido en la dinámica. Llevo dos meses con el equipo y las sensaciones están siendo buenas”, comenta Torriko a este periódico. El zumaiarra sabe que las lesiones son “baches que tenemos los deportistas. Las lesiones son el lado que más duele porque al final te aparta de las pistas y de compartir muchas cosas con el equipo. Cuando estás lesionado tienes que luchar contra ti mismo, ponerte a prueba”.

Torriko nunca tira la toalla ya que “de todo se sale. He aprendido mucho, me he intentado animar esos días que me despertaba con mucho dolor después de tantas operaciones. Si hago un balance global, diría que es muy positivo como persona. Me ha hecho ver las cosas de otra manera y yo creo que a nivel psicológico seré un jugador diferente”.

Después de las operaciones en este tipo de lesiones el de Zumaia confiesa que “pasas muchas horas solo. He tenido que estar en casa cojo, con muletas. Al principio tienes mucho dolor y casi ni puedes apoyar el pie.

Añoras mucho estar con tus compañeros y sentirte deportista o realizado. Estás tres o cuatro meses en rehabilitación haciendo cosas, pero no sudas después de una sesión. Eso se extraña mucho”.

Con buena actitud y un entorno favorable las complicaciones se vuelven menos duras. La cabeza tiene que pensar en positivo para poder llegar a buen puerto. Torriko lo sabe de sobra: “Después de recaer tres veces y operarme cuatro veces en menos de dos años y medio, yo dije que si me ponía en contra de mi cabeza iba a ser peor porque me iba a hundir. Yo acepté la situación desde el principio, después la entendí y luego actué de la mejor manera posible. Me levantaba todos los días aceptando la realidad de estos últimos años, pero siempre intentando ser muy positivo con la gente que me rodea, conmigo mismo y con mi pierna para que sonría como mi cara, como bien ha dicho”.

Cuando a una persona se le tuercen las cosas, lo más importante es el entorno. El zumaiarra siente la suerte que tiene en este aspecto. “En esta situación es cuando te das cuenta realmente de cuánto te apoyan los que te rodean. Mi familia, mi hermana, mi novia y mis amigos han estado siempre ahí. Jugadores como Kauldi Odriozola (HBC Nantes) o Peru Nolaskoain (Athletic Club) también han estado a mi lado y saben lo que es tener lesiones duras compitiendo en el nivel más alto. El club también me ha ayudado mucho durante estos años. El entrenador, el cuerpo técnico y los tres fisios se han preocupado mucho por mí.

Quiero hacer una mención especial a Oier Oregi, fisioterapeuta que trabaja en Soraluze, ya que después de la tercera cirugía he estado tratándome por él y las cosas no hubieran ido tan bien como han ido en la última operación si no hubiera sido por él. Estoy eternamente agradecido”.

VUELTA A CASA

“La pierna ya está bien. Ahora tengo que encontrarme mejor conmigo mismo semana tras semana y tengo que ir aumentando la intensidad. Los entrenamientos están para eso. Tengo ganas de aportar todo lo que pueda y la intención para el partido de hoy es jugar un poco si se puede. El objetivo es llegar bien al partido contra el Cuenca que jugamos el 4 de febrero”.

Siempre es especial volver a jugar en la cancha donde uno creció como persona y como deportista. “Por suerte he venido otras veces (con el Benidorm o el SinFín) a jugar a Lubaki, donde todo empezó. Guardo un recuerdo espectacular de lo vivido durante esos años en el Pulpo. Va a ser un partido muy especial para mí y creo que es una gran oportunidad para que Zumaia viva una gran tarde de balonmano. No va a defraudar ni la gente ni el ambiente.