La Calle Mayor de Beasain despide a una joya comercial que ha sido parte importante de su vida durante 77 años. La Joyería Yáñez, un establecimiento que ha visto pasar generaciones de clientes, se prepara para cerrar sus puertas definitivamente el 15 de diciembre. Este cierre marca el fin de una era y el adiós a una tradición familiar que ha perdurado por varias décadas. “Nos ha llegado la hora de despedirnos”, declararon Marisa y Elena Yáñez Cortés, las dueñas de la joyería, a este periódico.

La historia de la Joyería Yáñez tiene sus raíces en el año 1946. Paco Yáñez Irastorza, un hábil y profesional relojero, fundó su taller de relojes después de haber trabajado en Madrid y Pamplona. Su conexión con este mundo se remonta a su infancia, cuando a los nueve años inició sus estudios sobre la materia. Tras casarse con Nati Cortés Rilova en el año 1952, Yáñez tomó la decisión de ampliar el negocio hacia la joyería, aprovechando la compañía y el apoyo de su esposa, quien provenía de una familia de comerciantes. Esta expansión permitió incluir una amplia variedad de productos; más allá de las típicas joyas, los artículos de regalo y los de plata estuvieron muy presentes en aquellos tiempos. Sorprendentemente, incluso las gafas graduadas formaron parte del variado catálogo de la joyería. Cabe destacar que durante una temporada, la Joyería Yáñez también tuvo presencia en Ordizia.

Desde temprana edad, tanto Marisa como Elena, hijas de Paco y Nati, han desempeñado un papel activo en el seno del negocio familiar. En sus primeros años, compaginaron sus estudios con el trabajo en la tienda, brindando apoyo a sus aitas con la intención de asumir el relevo en el futuro. Y así lo hicieron, llevando la tradición hasta la actualidad. Su participación marcó el comienzo de cambios notables que trazaron la nueva dirección del negocio. “Decidimos especializarnos un poco más en joyería, en el género pequeño, dejando de lado la venta de productos de todo tipo”, explicó Marisa.

Asimismo, en 1997, la Joyería Yáñez experimentó un cambio de ubicación, moviéndose apenas unos metros desde su lugar anterior. A pesar del cambio de local, la joyería mantuvo su posición distintiva en la zona, marcando una nueva etapa en su historia. Con esta reubicación, también se produjo un cambio de nombre: de Relojería Yáñez a la reconocida Joyería Yáñez. Este nuevo nombre reflejó la evolución del negocio hacia un enfoque especializado en joyas y relojes.

Han transcurrido numerosos años desde aquel inicio en 1946, tiempo suficiente para atravesar diversas épocas de bonanza y otras menos favorables. A lo largo del tiempo, ha habido momentos mejores que otros, pero en general, la trayectoria de la Joyería Yáñez ha sido próspera. Sin embargo, con la llegada de la pandemia y las nuevas formas de consumo, las complicaciones han sido más constantes. No obstante, la moda de las compras en línea no ha afectado a la joyería tanto como a otros tipos de negocios, ya que, como señalaron, “las joyas hay que verlas físicamente”.

A lo largo de estos años, la familia Yáñez Cortés ha contado con la colaboración de cuatro empleadas: dos en la primera etapa, junto a Paco y Nati, y otras dos en esta última etapa, compartida por Marisa y Elena. “Cuando nuestros padres se jubilaron, necesitábamos ayuda, la cual encontramos en Leire y Yoli, a quienes estamos muy agradecidas por su dedicación y entrega”, destacó Marisa. “Asimismo, estamos inmensamente agradecidas a toda la clientela que ha pasado por la tienda durante toda la trayectoria del negocio. Su confianza y apoyo han sido fundamentales para el éxito y la continuidad de la Joyería Yáñez”.

Un merecido descanso

El relevo generacional representa uno de los desafíos más importantes para los comercios de larga tradición. En el presente, tomar las riendas de un tienda no es tarea sencilla. Este desafío se hace evidente en la situación de la Joyería Yáñez, que ya no puede añadir más páginas a su historia. Como señaló Elena: “Nos entristece que desaparezca todo el esfuerzo de nuestros padres, pero es el momento de cerrar; no hay quien continúe con el camino iniciado”. Después de toda una vida dedicadas a la joyería, la hora de descansar ha llegado para ellas.

Desde que la noticia del cierre definitivo de la joyería ha trascendido, Marisa y Elena no han dejado de recibir expresiones de agradecimiento y, en muchos casos, manifestaciones de tristeza. Han sido muchas las personas, provenientes de todos los puntos de la comarca de Goierri, las que han pasado por el establecimiento. En esos muros han quedado grabadas innumerables vivencias, anécdotas, compras y momentos dulces que serán recordados para siempre por clientes y amigos. Todo esto lo llevan consigo Marisa y Elena, quienes junto a toda la familia Yáñez Cortés, cierran un capítulo lleno de significado emocional.