Beasain – No hay techo para los sueños. Ni límite para las historias. Y sino que se lo pregunten a Kristina Galarraga Zeberio (Beasain, 1968). La escritora beasaindarra acaba de presentar en sociedad a su séptima creación. Se trata de una novela que dista de las anteriormente formadas. Bajo el título Cartas a María, Galarraga cambia de registro y continúa haciendo palpable su afición por la literatura.

En cinco años, ha creado siete obras literarias, un logro que sin lugar a dudas demuestra su talento en la escritura.

–Para mi, escribir es como liberar mi interior; es vida y salvavidas. Mientras algunos eligen el gimnasio, la cerámica o la pintura, yo me cuido a través de la lectura y la escritura. Son mi universo y me aportan inmensamente.

Ahora le toca el turno a Cartas a María, su trabajo más reciente hasta el momento. ¿Cómo definiría su nuevo libro ?

–Cartas a María es la novela más singular, comprometida e íntima de todas las que he creado hasta ahora. Ésto se debe a que abordo un tema difícil: la Guerra Civil de España en Euskadi.

¿Qué historia aguarda entre sus páginas?

–Manuel, un maestro republicano, es arrestado injustamente debido a sus creencias políticas y a un secreto que no puedo revelar en estas líneas. En medio de esta separación, Manuel le confía a su hija María, de 17 años, la tarea de cuidar y proteger a su familia. María debe velar por su hermano pequeño, Iñaki, y por su madre, Begoña, quien se encuentra embarazada de ocho meses. María acepta la responsabilidad, con la condición de que su padre le escriba para asegurarse de que sigue con vida. Sin embargo, las cartas son escritas por Manuel sin remitente, debido a complicaciones que le impiden hacerlo de otra manera. A lo largo de la narración, Manuel se convierte en un fugitivo en busca de la libertad que le fue arrebatada.

¿Qué le llevó a situar su libro en el complejo período de la Guerra Civil?

–La noche del 27 al 28 de julio de 1936 dejó una profunda marca en Beasain. En el contexto de la Guerra Civil, treinta y cinco personas de diferentes edades, ideologías y circunstancias fueron fusiladas. Además, a lo largo del conflicto bélico, que se extendió hasta 1939, y durante la posguerra, hasta 1942, al menos otras dieciséis personas de Beasain perdieron la vida. Todo lo que sucedió en ese transcurso de tiempo es parte de nuestra historia, una parte que llevamos con nosotros, y que nos recuerda el monolito en memoria de los fusilados y represaliados instalado en la localidad. Cada vez que pasaba por él, sentía una fuerte necesidad de escribir sobre este tema.

¿Cómo fue el proceso de creación de su nueva novela?

–Ha sido una experiencia profunda, ya que al escribir experimento emociones poderosas que, en ocasiones, me conmueven tanto que siento la necesidad de llorar; y es que me sumerjo por completo en la historia que estoy contando. Por ejemplo, el capítulo en el que Manuel vive el bombardeo de Gernika en primera persona, fue especialmente impactante. Quería ponerme en su lugar y sentir el miedo y la inseguridad que experimentaron las personas en ese momento. Por eso, decidí escribir ese capítulo de noche para sentir mejor la oscuridad de ese día.

¿Cómo aborda la responsabilidad de contar una historia que, aunque ficticia, es una realidad para tantos?

–Es una historia novelada, en la que algunos elementos están basados en hechos reales y otros son completamente ficticios, al igual que los personajes; algunos son reales y otros no. No obstante, es innegable que a lo largo de la vida ha habido muchas personas que han vivido experiencias similares a las de Manuel y María. Mi intención no ha sido ahondar en el sufrimiento y el dolor que la guerra generó; simplemente he querido contribuir a mantener viva la memoria de quienes fallecieron, de sus familiares y de todas las personas afectadas por la guerra. A veces, la realidad supera la ficción, y ésta es mi forma de honrar esa realidad.

¿Cómo influyen sus hijos en su recorrido como escritora?

–Mis hijos son mi fuente de fuerza y de inspiración. Mi hijo mayor, Axier, a pesar de que ya no esté físicamente presente, y el más joven de los dos, Ioseba.

¿Cuál es el mensaje que espera transmitir a los lectores a través de esta novela?

–Deseo comunicar que existen tres derechos fundamentales: la vida, la libertad y la paz. Sin un ser humano niega esos derechos a otro, le está negando el derecho más sagrado: vivir libremente en paz.