José Luis Francesena y el órgano Cavaillé-Coll de la parroquia Santa María La Real de Azkoitia mantienen una estrecha relación desde hace más de 20 años. Organista de la parroquia azkoitiarra desde el año 2000, ha sido mucho el tiempo que han pasado juntos, con infinidad de horas de ensayos y otras tantas acompañando con su música los oficios en Santa María La Real. Hoy, a las 20.00 horas, Francesena y el órgano volverán a inundar de música la parroquia de Azkoitia, pero en este caso lo harán dentro del XXIV Ciclo Internacional de Órgano Romántico acompañados por la voz de la soprano Mariatxen Urkia.

¿Qué se encontrarán los que acudan a Santa María La Real?

Hemos preparado un repertorio entretenido con piezas de Franz Liszt, Giuseppe Verdi, C. Franck, Bizet, Guridi, Gastaldon y C.Saint-Saëns. Además, Mariatxen Urkia cantará en varias de ellas. Llevamos muchos años actuando juntos y la gente que no la conoce se sorprenderá por su gran voz.

El tercer protagonista del concierto es el órgano Cavaillé-Coll. Es un prodigio tecnológico, más que un simple instrumento musical. ¿Qué hace tan especial a estos órganos?

Es un órgano orquestal sinfónico y, como su nombre indica, se trata de un modelo que desempeña funciones equiparables a las que llevan a cabo los diferentes instrumentos que componen una orquesta. De hecho, Cavaillé-Coll lo creó con el objetivo de poder interpretar con un solo instrumento el repertorio de piezas de Bach, algo que no era posible con los órganos que existían en aquel tiempo. Para solventarlo, añadieron pedales, tubos, fuelles y clavijas que replican el sonido de los instrumentos de las orquestas, y a así se llegó a la construcción de estos grandes órganos.

La actuación en la parroquia se enmarca dentro del Ciclo Internacional de Órgano Romántico de Azpeitia, Azkoitia y Bergara, una cita de referencia para los amantes de la música de órgano. ¿Qué es lo que más valora de este festival?

Cada edición del festival es enriquecedora y da pie a que la gente se aficione a este tipo de música. Poder ver tocar a figuras de talla internacional es una auténtica suerte. El ciclo del órgano romántico nos ha abierto la puerta a organistas de distintos lugares del mundo y a otras formas de entender la música de órgano desde que echó a andar hace 24 años. Este año, por ejemplo, hemos disfrutado de la actuación de Olivier Latry, organista de la catedral de Notre Dame. A mi modo de ver es el mejor intérprete que ha pasado por este festival hasta la fecha, sin desmerecer a muchos otros, que han demostrado también que son músicos de gran nivel.

¿En qué punto está la cantera de organistas? ¿Hay jóvenes con interés por este instrumento en las nuevas hornadas de estudiantes de música?

He tenido grupos de ocho o nueve alumnos, pero a día de hoy solo tengo tres. Mi misión es enseñarles a tocar el órgano y cuando veo que saben, les animo a profundizar en sus estudios en Musikene. Pese a todo, sigue saliendo gente con vocación. Es el caso de Ignacio Arakistain, un chico que se está formando como organista en Viena y que tiene mucho futuro.

¿Y cuál ha sido la trayectoria de José Luis Francesena como organista?

A los 12 años fui a Arantzazu y, como tenía conocimientos de solfeo, me propusieron aprender a tocar el piano, un instrumento que para mí, hijo de una familia humilde, era cosa de ricos. Luego estuve en Forua, al lado de Gernika. Les faltaba un organista y me propusieron ejercer ese función. Tenia 13 años y recuerdo que toqué mucho en los pueblos del entorno, sobre todo en entierros. Dos años después volví a Azpeitia y toqué en la parroquia de San Sebastián de Soreasu antes de empezar a hacerlo en Loiola. A los organistas que había entonces no les gustaba tocar en bodas, así que me hice cargo de esos oficios. Muchas parejas se casaban en Loiola entonces y yo cobraba por tocar. Me pareció una buena idea aceptar esos encargos para complementar el jornal. Tras hacerme cargo de la dirección de la Banda de Música de Azpeitia, vi que necesitaba formarme más como músico y como organista, y me puse a estudiar. Tenia 46 años y estuve diez preparándome con la ayuda del organista Esteban Elizondo. Solía venir a practicar con el órgano de la parroquia de Azkoitia y el que entonces ocupaba el cargo, un organista de Zegama, me propuso hacerme con el puesto en el año 2000. Me dijo que pagaban bien. El caso es que me hicieron la propuesta, acepté y hasta hoy.

Los años no pasan en vano, pero se le ve en plena forma. ¿Piensa en la retirada?

He superado ya la barrera de los 80 años y lo cierto es que empiezas a dudar y a pensar que igual ha llegado el momento de hacer otras cosas, pero todavía tengo ilusión. Creo que aguantaré un par de años y después será el momento de dejar sitio a los jóvenes que vienen por detrás.