De espectador a protagonista. Y no uno cualquiera. Zishan Tariq cuenta las horas para meterse en la piel del rey moro que da nombre y distingue al Alarde de Antzuola. Es consciente de que el próximo sábado, durante la representación de la renovada y rejuvenecida versión de esta revista de armas, muchas de las miradas estarán puestas en él. Ese día se estrenará como Abderramán III; una experiencia que afronta con “mucha ilusión, pero también con responsabilidad”, después de que decidiera presentarse como candidato a cubrir la vacante que el año pasado dejó con su despedida Juan Carlos Gómez.

En mayo Antzuolako Alardearen Kultur Elkartea y el Consistorio hacían un llamamiento a la participación en la ceremonia que ensalza el sentimiento y la identidad de los vecinos y las vecinas de esta localidad. En particular buscaban a una persona dispuesta a encarnar al caudillo del califato de Córdoba. Y Zishan no titubeó a la hora de dar su nombre. “Me lo comentó un amigo y me apunté. Todos los años asisto como público y siempre me rondaba por la cabeza la idea de participar”, relata este joven de 29 años, de origen pakistaní, que reside en Antzuola desde 2005.

“Me satisface, aún más si cabe, hacer de Mairu erregea porque yo también soy musulmán, además voy a ser el primero en dar vida a este personaje”, apunta Zishan, a la vez que aplaude los cambios introducidos en el alarde que desde 2009 ofrecen una imagen dignificada de la figura del moro-califa apresado por las tropas antzuolarras, con un nuevo discurso y puesta en escena adaptado a los tiempos actuales.

Zishan llegó a Antzuola con su familia cuando era un niño. Tenía once años. Ha crecido y correteado por sus calles, estudiado en la ikastola y forjado amistades en este “familiar y pequeño pueblo” que le acogió con los brazos abiertos, y en el que al igual que la mayor parte de su población vive en euskera. Después de 18 años se siente “un antzuolarra más” y, por ello, coincide con sus convecinos en destacar que el ritual que se escenifica el tercer fin de semana de julio es un elemento importantísimo que enriquece el patrimonio cultural; una parte de “nuestra identidad”, como recalcan desde la citada asociación.

“Es interesante y necesario que las culturas y tradiciones se mantengan; Antzuolako Alardea es un representación teatralizada de unos hechos que forman parte de la historia del municipio, que hay que recordar y transmitir”, expone Zishan.

El alarde revive anualmente el particular episodio de la batalla de Valdejunquera sucedida el 26 de julio del año 920, donde se consumó la derrota de Abderramán III, en el enfrentamiento que contó con la participación de una compañía en cuyas filas militaban antzuolarras. Desde 1880 la reconstrucción de aquellos hechos toma forma de representación en las calles de este municipio de la comarca de Debagoiena.

El próximo sábado –19.00 horas– 170 personas se enrolarán en los papeles de fusileros y fusileras, gastadores, dantzaris, el coro, el general… El pasado mayo el llamamiento realizado desde la organización se extendió, asimismo, a la participación en todos los grupos y piezas que dan cuerpo a este rito de autoafirmación de la comunidad antzuolarra.

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Zishan vive las jornadas previas al alarde con tranquilidad, aunque confiesa que los nervios propios “del primer día” aparecerán el mismo sábado, cuando interpretará al moro-califa en la vetusta exaltación local. Él ha sido el único de su familia que se ha quedado en Antzuola, pero su participación en la arraigada celebración no ha dejado indiferente a los suyos, y algunos de sus hermanos volarán desde Manchester para asistir a la puesta de largo. Asume el papel con la voluntad de seguir en los próximos años. Pero primero, tras el estreno, Zishan degustará los otros ingredientes de las fiestas del pueblo en el que “vivo, trabajo, tengo colegas y estoy muy a gusto”.