“La experiencia cooperativa de Mondragón, por la notoriedad internacional y el desarrollo que ha alcanzado, y su particularidad social constituyen un atractivo de movilización turística de alto potencial”, concluye el Plan de Turismo que el Consistorio de Arrasate elaboró en 2018. Este documento es el punto de partida de la propuesta en la que ya trabaja el Gobierno municipal, con la mirada puesta, además, en el palacio de Monterrón como catalizador del turismo con base en tres pilares: el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi, poner en valor el patrimonio industrial arrasatearra, y crear la oficina de turismo para generar sinergias con el resto de recursos artístico-monumentales y naturales del municipio.

Con el traslado en breve de Arrasate Musikal a Juan Arzamendi Musika Etxea, el histórico edificio de Monterrón se quedará vacío. No es de extrañar, por tanto, que a partir de ahora le lluevan candidatos para ocuparlo. Desde el PNV apuestan por sacarle chispa a la experiencia cooperativa, desde sus orígenes, trayectoria y todo lo que implica y mueve a su alrededor. “Una seña de identidad de Arrasate”, que en palabras de la alcaldesa María Ubarretxena”, hay que entender también como “fortaleza en clave turística”. “Es una marca única que nadie tiene y que no está explotada turísticamente”, defiende.

La propuesta que están trazando no es, según insiste Ubarretxena, “una ocurrencia momentánea, sino que tiene su base en el plan realizado por la consultoría Ikertalde, con un diagnóstico previo y un trabajo serio que pretendemos desarrollar”. Este documento presenta al ecosistema cooperativo de Mondragón como “una gran oportunidad” para materializar un proyecto “a medio plazo”, e incluso apunta a Monterrón como tractor de este eje estratégico de promoción turística.

La primera edil explica, asimismo, que sin ser “activos” actualmente existe “una masa crítica de visitas” que recibe el mundo cooperativo, y que en 2022 llegaron a 1.571 personas, de las que el 59% conocieron el modelo a través de empresas; el 36% por motivos académicos, y el 5% por sociales. De estos porcentajes, el 63% fueron visitas internacionales, y el 37% restante del Estado. En 2018 –no se ha regresado aún a cifras prepandemia– se registraron 1.960 visitantes.

“Es un potencial que tenemos que aprovechar; un motor para el desarrollo económico que se traduciría en consumir en el pueblo, comprar, pernoctar… Sin dejar de lado, por supuesto, el resto de recursos turísticos”, señala Ubarretxena.

Así, en el palacio de Monterrón plantean ubicar algunas actividades del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi, un órgano público financiado por el Parlamento Vasco con sede en Gasteiz, que agrupa a las diputaciones, las tres universidades vascas, la Confederación de Cooperativas de Euskadi y el Gobierno Vasco, con el cometido de divulgar los valores cooperativos. Las primeras conversaciones ya se han mantenido, y aunque el proyecto tiene “todavía que madurarse”, la idea sería, en un principio, traer a Monterrón iniciativas impulsadas por el Consejo “como congresos, coloquios, charlas...”.

La segunda baza de la propuesta de la formación jeltzale es la puesta en marcha de un centro de interpretación de la historia y tradición industrial local, que mostraría en Monterrón el material que se conserva en almacenes municipales perteneciente a la empresa Elma, el showroom de Fagor…, sin olvidar los vestigios de la vida y obra de José María Arizmendiarrieta. Y la tercera pata del proyecto sería la oficina de turismo.

Propiedad del Consistorio

En definitiva, un foco de atracción turística en un edificio que seguiría “siendo propiedad del Ayuntamiento, con actividades públicas dirigidas a crear valor en el municipio”, recalca Ubarretxena. Al tratarse de un Bien de Interés Cultural, las actuaciones de reforma que se ejecuten en el inmueble no podrán alterar su carácter y fisonomía.