Los ayuntamientos se esfuerzan en mejorar la decoración navideña de año en año. En 2016, el Ayuntamiento de Zumarraga sumó para la causa al árbol gigante de la trinchera. Ha sido uno de los fichajes más rutilantes de estos últimos años. El Ayuntamiento lo decoraba con cientos de bombillas azules y blancas y se veía a distancia. Desgraciadamente, este año no podrá poner su granito de arena: se le estaban cayendo ramas y la empresa de jardinería ha tenido que podarlo. Tal y como se puede ver en la foto, el Ayuntamiento lo ha adornado, pero el pobre no puede lucir tan esplendoroso como en años anteriores.

El Ayuntamiento decoró por primera vez el árbol de la trinchera para las navidades de 2016. Fue una de las tres novedades de aquel año, junto con la decoración de la rotonda de Eitza y la del parque Zelai Arizti. En Eitza y en Zelai Arizti tuvieron que cansar un poco más la cabeza para conseguir un efecto espectacular, pero el árbol de la trinchera no necesitaba gran cosa. Con esa percha, todo le quedaba bien. Le pusieron bombillas azules y blancas y a correr. Eso sí, necesitaron metros y metros de bombillas y no consiguieron llegar a lo más alto.

Olmo Pumila

Porque el olmo de la trinchera es mucho olmo. Se trata de un olmo de la variedad Pumila y no de la especie Minor, que es la que abundaba en Zumarraga antes de que la grafiosis atacara a estos árboles. Es uno de los árboles más grandes del casco urbano. Un ejemplar de gran porte. Hace unos años se le hizo una buena poda, pero sus ramas volvieron a brotar. Los olmos están desapareciendo por culpa de la grafiosis, pero los de la variedad Pumila tienen armas para hacer frente a esta enfermedad.

En el parque de Eitza y en La Antigua también hay olmos de este tipo. Ainara Osinalde, de la empresa que realiza las labores de jardinería para el Ayuntamiento, ya adelantaba en 2016 que el olmo de la trinchera habría que podarlo pronto. “Estoy en contra de podar los árboles, pero en el casco urbano es necesario: cuando crecen mucho las ramas se debilitan y caen, lo cual es peligroso para los peatones. Para que las ramas cojan fuerza, hay que trasmocharlas”.

El árbol protagonista de este reportaje había sido trasmochado por última vez en 2008. “Como tiene espacio, se le deja crecer. Cuando se le caen las hojas, suele dejar el suelo precioso. Deja un manto amarillo maravilloso. Quizá los del servicio de limpieza no serán de la misma opinión...”

Le parece bien que se iluminen los árboles, pues sirve para que los aprecien los que hasta entonces no se han percatado de su belleza. “Las luces ayudan a marcar el perfil de los árboles y a verlos por dentro”.

Durante una temporada, el árbol de la trinchera estará famélico, pero viendo la rapidez a la que crecen sus ramas, dentro de pocos años estará de nuevo listo para alegrar la Navidad.