La librería y tienda de fotografía Aresti ha cumplido 40 años. Antes en Zumarraga y ahora en Urretxu, siempre han tratado de impulsar el amor por la fotografía y la lectura entre los vecinos de todas las edades y han ayudado a los niños a desarrollar su imaginación y creatividad.

Hace 40 años, Urretxu y Zumarraga eran más grises que ahora. Jesús Udabe y Lourdes Sasieta trajeron un poco de luz y de vida. “Fue una tienda innovadora. Los dos habíamos trabajado en el comercio de toda la vida queríamos un modelo más moderno. Hasta entonces, el cliente tenía que ir al mostrador y pedir lo que necesitaba. En Aresti todo el material estaba al alcance del cliente. Podía verlo y tocarlo todo antes de comprarlo. Además, hasta entonces todo el material escolar era azul o marrón. Nosotros empezamos a ofrecer colores y diseños más atractivos. Por ejemplo, cuadernos y mochilas con dibujos”, explica Sasieta.

Su objetivo era ayudar a los niños, también con los juguetes. Para ello, siempre han vendido material didáctico. “Los niños siempre han sido protagonistas activos en Aresti. Jesús les puso un escaparate a su altura, que provocó infinidad de anécdotas. En cierta ocasión, una madre se dio cuenta de que le faltaba el niño. Todos empezamos a buscarle. Jesús salió en su búsqueda en su famosa bicicleta. Fue al parque Zelai Arizti, a la zona del río… Pasó bastante tiempo y estábamos a punto de acudir a la Policía Municipal, cuando desde la acera de enfrente una mujer nos dijo que había un niño dentro del escaparate. Estaba allí, tranquilo, jugando con los juguetes. En su día preparamos escaparates dedicados a los bomberos, a la nieve...”.

También dedicaron mucho tiempo al mundo de la fotografía. “En todas las casas de Urretxu y Zumarraga hay fotografías sacadas por Jesús, pues iba a todos los actos para posteriormente vender esas fotografías: fiestas, deportes, bodas, comuniones...”.

Siendo los dos lectores, la cultura siempre ha ocupado un lugar preferente en Aresti. “Hemos impulsado la lectura, recomendando libros a todo tipo de lectores. Muchos vecinos han enviado libros comprados en Aresti a familiares y amigos que viven en otros países”.

Por otro lado, siempre han intentado echar una mano a los escritores y a las editoriales vascas. “Siempre que hemos podido, hemos traído escritores a presentar sus libros. Y hemos vendido los libros de los escritores del pueblo”.

Casi todos los zumarragarras y urretxuarras han entrado alguna vez en Aresti. Los niños que dejaban sus mocos en el escaparate de la tienda hoy entran a comprar cuentos, juguetes y material escolar para sus hijos. “Aresti es un trocito de sus vidas. Gracias por vuestra fidelidad de parte de Jesús y mía”, concluye.