La francesa Michèle Mouton es la mejor piloto de automovilismo de la historia. Consiguió cuatro victorias en el campeonato de mundo de rally. Ninguna otra mujer ha conseguido una sola victoria. Además, fue segunda en el mundial de 1982, quinta en 1983 y octava en 1981, siempre con un Audi Quattro. Uno como el que utilizó en 1981 se puede ver estos días en el escaparate del taller Mugiauto de Urretxu. Pertenece al urretxuarra Josean Zufiaur.

Comenta que lo adquirió por casualidad. “Un amigo quería comprar un Volkswagen Iltis, uno de los primeros coches en ganar el París-Dakar. Pero me parece un coche feo, sin ventanas y con techo lona, y le recomendé comprar un Audi Quattro: es un coche mítico, en aquellos tiempos se podía conseguir a bastante buen precio y estaba convencido de que su precio iba a subir. Pero mi amigo compró el Hiltis y yo decidí comprar el Quattro”.

Lo trajo de Toledo. “Encontré uno barato en Toledo, pero no venía la foto. Les pedí la foto y vi que estaba lleno de cagadas de paloma. Lo tenían en una bodega. No arrancaba. Pero lo compré y, poco a poco, lo fui restaurando”.

El Audi Quattro es un coche mítico, por diversas razones. “Para participar en el grupo A había que fabricar 500 coches y el mío es uno de aquellos primeros 500. Concretamente, el 498. En 1980 costaba nuevo millones de pesetas. Una burrada. Más que un Ferrari. En un reportaje de una revista que tengo en casa, mencionan que valía tanto como un piso en la Castellana”.

El coche de Zufiaur es el primero con tracción a las cuatro ruedas que participó en el mundial de rally. “Los coches con tracción a las cuatro ruedas no podían participar, pero el representante de Audi propuso eliminar esa norma, presentó el Quattro y arrasó. El resto de las marcas tuvieron que fabricar coches con tracción a las cuatro ruedas para poder competir con Audi”.

Añade que es un coche impresionante. “Walter Rohrl, uno de los mejores pilotos de la historia, cuando lo probó, dijo que cuando aceleraba se quedaba corto y cuando frenaba se pasaba. Le costaba creer lo que el coche era capaz de hacer. En teoría el coche tiene mala geometría, pues tiene el motor delante del eje delantero. Eso hace que el reparto de pesos sea malo, pero el coche se pega al suelo y tracciona de maravilla”.

Zufiaurre compró su coche hace unos diez años. Hoy en día están cotizadísimos. “En Internet no he encontrado a la venta ninguno de la misma época que el mío. Solo he encontrado posteriores”, recalca.

El Audi no es el único coche clásico que posee. Calcula que ha tenido unos 100. De joven compitió en rallyes y en subidas y en la actualidad participa en rallyes de regularidad con sus hijas.

Le encanta la mecánica. En su taller de Urretxu, Zubiaitz, coloca motores de gasolina a coches 4x4. “La gente prefiere los motores de gasolina porque tienen más chispa. Les quito los motores diésel y les coloco motores V8 de Range Rover o de Discovery. El donante tiene que ser más nuevo que el receptor, por contaminación. Esos motores son cada vez más caros, pues cada vez hay menos. Pero la gente con dinero está dispuesta a pagar. Este año he preparado cinco coches”.

“Como trasplantar un órgano”

No es un trabajo sencillo. “Quitar un motor y poner otro me lleva unas 200 horas. Y antes hay que planificarlo todo. Además, hay que amoldar el radiador, la calefacción... Es como trasplantar un órgano. Hay que conseguir que funcionen el reloj, el cuentarrevoluciones, el cambio.... Fuera de Euskadi se ha puesto de moda, pero aquí no. La mayoría de mis clientes son de fuera y vienen con un Defender”.

Los coches de antes le gustan mucho más que los actuales. “Hoy en día están llenos de sensores y cuesta encontrar donde está el fallo. Además, aprietan mucho los motores: para que consuman poco, para que no saquen ruido, para que no contaminen, para que corran más... Cada vez hay menos mecánicos. A la gente le parece que les cobramos mucho y se enfada con nosotros, pero es que los coches nuevos dan mucho trabajo. En los coches de antes, todo se ve claro. Son mucho más agradecidos. Todo lo que les das, te lo devuelven en sensaciones”.