El zumarragarra Iker Plazaola jugó de portero en el Urola. Tuvo que dejar el fútbol a causa de la distrofia muscular de cintura. Desde entonces, está jugando su partido más duro, pero gracias a su actitud positiva, la enfermedad no ha conseguido meterle un solo gol. En septiembre el Urola le invitó a dar una charla a los jugadores del primer equipo. El sábado realizó el saque de honor en el partido contra el Lagun Onak B.

Plazaola tiene 28 años y sufre la enfermedad desde niño. “La distrofia muscular de cintura autosómica recesiva tipo 2A surge por mutaciones en el gen de la calpaína. Produce obstrucción de proteína, desregulación del calcio... Se transmite por dos alelos recesivos. Mis hermanos no tienen la enfermedad. Me alegra ser yo el que la tiene y no ellos”.

La distrofia le debilita los músculos de la zona de la cintura y es degenerativa. Antes de que la enfermedad le empezase a hacer mella, pudo jugar a fútbol. “Comencé a jugar a fútbol en el Urola en categoría alevín. Debido a mi enfermedad, tengo menos fuerza en las piernas, por lo que era un defensa el que se encargaba de sacar de puerta. Tenía que hacer un gran esfuerzo para jugar. Afortunadamente, tuve el apoyo de los entrenadores y de mis compañeros de equipo”.

El primer año en la categoría cadete se dio cuenta de que la enfermedad le estaba atacando. “Cuando me echaba al suelo, me hacía heridas. Me hacía daño y tuve que dejar el fútbol. Poco después, comencé a caerme, me costaba levantarme... En la actualidad, no puedo correr, me cuesta mucho levantarme de las sillas... En el futuro, necesitaré una silla de ruedas”.

Gracias a su actitud positiva, está consiguiendo frenar el desarrollo de la enfermedad. “La vida es así. Hay que levantarse y seguir adelante. Hago ejercicio y cuido la alimentación. Estoy trabajando en Gureak y estudió Psicología en la UNED. Cuando empecé a padecer los síntomas me di cuenta de la importancia de la psicología y he decidido estudiar para ayudar a otros enfermos”.