- El Ayuntamiento de Donostia ha decidido retomar el proyecto para perforar la presa de Artikutza y poder continuar, de ese modo, con la recuperación del entorno. La tramitación del proyecto fue paralizada, como tantas otras, como consecuencia de la pandemia, pero una vez descongelados catorce millones de euros destinados a inversiones será una de las actuaciones que se han decidido retomar.

El Ayuntamiento convocó a finales del año pasado el concurso para redactar el proyecto de la obra de demolición parcial y la tramitación estaba muy avanzada en marzo, cuando se paralizó al activarse el estado de alarma. Se habían recibido dos propuestas y se decidió excluir una de ellas por haber presentado variantes cuando no estaba permitido hacerlo. La citada empresa recurrió esa decisión y la tramitación se ha retomado ahora con el análisis la semana pasada de ese recurso por parte de la mesa de contratación del Ayuntamiento para poder adjudicar el servicio.

La empresa que resulte seleccionada contará con un plazo de once meses para redactar el proyecto final, por lo que las obras no podrían arrancar antes de principios de 2022, un año más tarde de lo previsto inicialmente.

La obra en sí consistirá en demoler parte de la presa, de manera que el agua pueda atravesarla y el río recupere, de ese modo, su cauce. No se derribará toda la pared, ya que podría tener consecuencias en todo el entorno, y el objetivo es facilitar su recuperación. Concretamente, lo que se plantea es rebajar el hueco izquierdo del aliviadero actual hasta llegar al nivel del cauce del río.

Además de abrir ese boquete en el muro, se habilitará una pasarela peatonal que dé continuidad al itinerario actual, de manera que los paseantes atravesarán la pared de la presa por encima del cauce del río para cruzar al otro lado. Además, el proyecto deberá incluir medidas de recuperación paisajística y ambiental.

De todas formas, antes incluso de esas medidas, en los últimos dos años la recuperación de la zona del embalse es notable. El vaciado arrancó en 2017, primero de forma parcial para ver cómo se regeneraba la zona. Tras comprobar que el resultado era bueno, prosiguieron con el vaciado total, que se completó a principios de 2019. En apenas un año ya se podía observar la recuperación de la flora del fondo y, poco a poco, también la fauna empezaba a aparecer. De todas formas, el proceso podría acelerarse con medidas concretas.

La desaparición del embalse y de una presa de este tamaño es una obra sin apenas antecedentes en Europa (solo hay un caso parecido en Francia), aunque sí que se han analizado actuaciones similares en Canadá y Estados Unidos. En el caso de Donostia, el embalse de Enobieta llevaba años sin abastecer de agua a la ciudad y estaba en mal estado, por lo que el Ayuntamiento tuvo que decidir entre abordar una intervención que podía ser de hasta dos millones de euros para garantizar su seguridad o apostar por su desaparición, lo que se consideró que era más positivo en términos ambientales y sin perjudicar al sistema hidráulico del Añarbe.