El ministerio de Defensa venderá a Donostia los cuarteles de Loiola, de modo que las 20 hectáreas en los que se asientan puedan servir a la construcción de un nuevo barrio, como lleva décadas pidieron el Ayuntamiento al Gobierno Central.

Una de las condiciones reclamadas por el PNV para dar su apoyo a los presupuestos del Ejecutivo liderado por Pedro Sánchez ha sido que el éste acepte trasladar los cuarteles de Loiola a otro emplazamiento, de modo que el terreno quede liberado de su función militar y pueda así reconvertirse en terreno residencial.

La enmienda aceptada al grupo nacionalista señala que el Gobierno culminará a lo largo de 2021 la venta al Ayuntamiento de los terrenos de los cuarteles. Para ello, el Consistorio deberá iniciar la recalificación de los terrenos para su transformación en residenciales y fijar un precio de venta acorde con la nueva situación.

"Por primera vez, el Gobierno se compromete a enajenar esos terrenos", destacó este martes el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, que calificó de "vital" el espacio urbano que ganará Donostia, una ciudad que "no tiene otro lugar de expansión", añadió.

Hace menos de un mes, el Gobierno de Pedro Sánchez rechazó, por enésima vez, que el Estado pudiera dejar los terrenos en los que se asientan los cuarteles de loiola. La secretaria de Estado de Defensa, Esperanza Casteleiro, respondió al senador del PNV Luke Uribe-Etxebarria, que pidió una comisión técnica para negociar el trasvase de los cuarteles, que la propuesta no era viable ya que los lugares propuestos por el Ayuntamiento de Donostia para trasladar los cuarteles de Loiola no reunían los "los requisitos mínimos necesarios".

Por ello, la nueva posición del Ejecutivo central dada a conocer este martes fue positivamente recibida en el Consistorio donostiarra, que lleva años haciendo ofertas a Defensa para lograr que los militares asentados en Loiola cambien de ubicación. Sin embargo, ni el emplazamiento de Antondegi, ni Auditz Akular ni Belartza han sido considerados lugares idóneos para crear un nuevo cuartel y Defensa siempre ha alegado que el acuartelamiento donostiarra no podía desaparecer sin más y, en todo caso, se tenía que trasladar.

La nueva posición del Ejecutivo central, sin embargo, no exige que Donostia le ofrezca otros terrenos para trasladarse. Simplemente, acepta la venta del gran solar, a un precio que deber negociarse a lo largo del próximo ejercicio, según el compromiso alcanzado entre ambas partes.

El alcalde de Donostia, Eneko Goia, consideró "muy buena noticia" que los cuarteles puedan pasar a manos del Ayuntamiento de Donostia y recalcó que la futura ubicación de los cuarteles de Loiola "deja de ser asunto nuestro de alguna manera". Goia recordó que, en contra de lo que muchas personas creen, el terreno de los cuarteles de Loiola no fue donado por la ciudad a Defensa sino que fueron adquiridos por el ministerio, que construyó el complejo militar en 1926, para acoger hasta 2.000 militares. La ocupación actual es muy inferior: hace una década residían en Loiola 150 soldados. Por ello, Defensa podría recurrir a terrenos de menor tamaño si quiere reconstruir los cuarteles en otro lugar de su elección.

Goia señaló que aún es pronto para concretar la cantidad de pisos que pueden construirse en el lugar. De hecho, la cifra de 1.600 de la que se ha hablado en los últimos tiempos podría variar en función del diseño del futuro barrio. Además, la curva del río en este punto debe ser reperfilada, dentro del plan contra las inundaciones, lo que podría afectar al proyecto final.

Los cuarteles de Loiola llevan siendo objeto de deseo por parte del Ayuntamiento desde, al menos, 25 años. Quien fuera alcalde socialista, Odón Elorza, fue quien inició los contactos para conseguir un desalojo de los terrenos con el objetivo de dedicarlos a vivienda, una de las necesidades de la ciudad. Sin embargo, el actual diputado socialista no consiguió su objetivo a pesar de distintas iniciativas que casi siempre terminaron sin avances. En 2010, sin embargo, la ministra Carmen Chacón manifestó que no estaba cerrada a una negociación, lo que supuso un rayo de esperanza, que no se ha podido materializar hasta ahora.