a melodía de siempre, las voces de siempre, la magia y la solemnidad de siempre... En circunstancias adulteradas, extrañas. El coronavirus y la crisis sanitaria han impedido que Donostia celebre este año su Semana Grande y han condicionado, cómo no, una de las citas más señaladas para muchos donostiarras que, sin embargo, sí se pudo celebrar ayer. Aunque fuera en formato COVID, la Basílica de Santa María volvió a acoger ayer la tradicional Salve.

Sólo 200 personas pudieron asistir a la misa y posterior actuación del Orfeón Donostiarra, entre ellos, el alcalde, Eneko Goia, acompañado del diputado foral Imanol Lasa, y varios representantes políticos más. Las invitaciones eran individuales y se repartieron hace una semana. Los afortunados fueron entrando escalonadamente en el templo, nada que ver con las multitudes y saludos habituales de otros años en las escaleras de la iglesia, en un acto que suele servir de encuentro para muchos en medio de las fiestas veraniegas.

Con las mascarillas puestas y manteniendo las distancias también en los bancos (tenían colocadas marcas para garantizar esas distancias), la imagen del interior del templo tampoco tenía mucho que ver con la habitual, con la foto de centenares de personas en pie en todas las esquinas estirando al máximo la capacidad de la basílica. Los espacios vacíos enfriaron y enrarecieron la celebración de la eucaristía, presidida por el Obispo, José Ignacio Munilla, acompañado del párroco, Edorta Kortadi, y otros sacerdotes (también con mascarilla).

En ese contexto, sin embargo, las voces del Orfeón Donostiarra resonaron de forma aún más emotiva. Las medidas sanitarias limitaron también el número de voces que pudieron congregarse en la actuación de ayer a 80. Además, las obras del órgano en el coro trasladaron a los cantores al entorno de la pila bautismal y todos ellos debieron cantar con las mascarillas puestas.

Aún así, el Ave María de Usandizaga y La Salve de Réfice, compuesta para ser interpretada este día, resonaron en el templo y emocionaron a algunos de los asistentes al acto. Para quienes no pudieron acceder a la iglesia, las nuevas tecnologías permitieron transmitir la celebración también a través de Internet.

Los integrantes del Orfeón donostiarra interpretaron el 'Ave María' de Usandizaga y 'La Salve' de Réfice desde la zona de la pila bautismal