La influencia francesa convirtió Donostia "en icono de modernidad" entre finales del siglo XIX y principios del XX. Así lo sostiene la tesis doctoral recientemente presentada por la investigadora donostiarra Berta Echeberría, titulada Le Petit Paris. Presencia e influencia francesa en la configuración del San Sebastián moderno (1864-1920).

La investigadora recalca en su trabajo que la influencia de lo francés, así como de la abundante colonia de ciudadanos galos que se trasladaron a vivir a la capital guipuzcoana en la época, son una de las señas de identidad de la ciudad, que empezó su pujanza tras el derribo de las murallas, en 1864, y alcanzó después "una de las etapas de mayor esplendor de su historia". El clima de bonanza, explica, atrajo a un considerable número de franceses, que influyeron en distintos proyectos de modernización de la ciudad.

Gracias al análisis de los padrones y de los registros de inmatriculación consulares, la tesis analiza cómo era la colonia francesa desplazada en Donostia: "Una comunidad relativamente joven, con una destacada presencia femenina, en la que predominaron las personas solteras, sobre todo en el caso de las mujeres; y que sabían leer y escribir". Por otra parte, la comunidad francesa tenía orígenes geográficos muy diversos y se estableció en todos los barrios de la ciudad, además de participar activamente de la nueva economía donostiarra, según explica la investigadora.

"La participación de inversores, sociedades y trabajadores franceses en la economía donostiarra fue muy elevada y clave en los sectores que impulsaron el desarrollo de la ciudad en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX", destaca la historiadora. Según su tesis, la burguesía donostiarra, en estrecha colaboración con empresarios franceses, configuró una nueva ciudad donde el sector terciario se convirtió en el elemento más destacado de su economía. "Las actividades financieras relacionadas con el transporte, la hostelería, las entidades bancarias y el turismo coparon buena parte de las inversiones. También las empresas manufactureras y la práctica mercantil atrajeron una parte importante del capital francés, ya que San Sebastián no era exclusivamente una ciudad de servicios, sino un núcleo urbano donde la industria mantuvo una importante presencia", explica.

La etapa de prosperidad, sin embargo, cesó a partir de 1920. Lo que había sido rentable hasta el momento se convirtió en desfavorable ya que, por ejemplo, tras la Primera Guerra Mundial, el régimen fiscal de las corporaciones francesas empeoró, porque el Gobierno español les aplicó nuevos impuestos muy pesados. Ya en 1925, explica la investigadora, "apenas se registraron nuevas empresas y desaparecieron la mayoría de las constituidas en Donostia al no poder hacer frente a los nuevos gravámenes y los elevados aranceles derivados de la política ultra proteccionista del gobierno". Por otra parte, la modernización de la ciudad se había completado y las sociedades francesas perdieron una importante fuente de ingresos.

Sin embargo, para entonces, la implantación de las nuevas técnicas, servicios y ordenanzas francesas habían hecho de la capital guipuzcoana "una de las ciudades más modernas de España", dice la tesis, que recuerda que Donostia fue pionera a nivel estatal tanto en la electrificación del alumbrado como del tranvía. También fue adelantada con la creación de la Compañía Telefónica, para atender a la corte real y otros veraneantes.

Todo ello tuvo un tuvo efecto en el número de abonados al servicio de telefonía, que fue excepcionalmente elevado, al igual que el de automóviles matriculados, según el trabajo, y se situó muy por encima de importantes capitales de la época como Madrid o Barcelona. La capital guipuzcoana fue, por tanto, "una de las ciudades más modernas de España, lo que despertó el interés de municipios españoles y extranjeros y se convirtió en un icono de modernidad", señala Echeberría.

Otros aspectos adelantados para la época fueron el rápido e importante desarrollo del sistema de gestión, conducción y abastecimiento de agua y gas, además de la organización de los residuos, lo que elevó a Donostia a la cabeza del Estado en materia de higiene pública, según la tesis.

La comunidad francesa de Donostia funcionó "como una colonia, en torno a los grandes ejes que constituían su nación de origen". Así, la educación pública tuvo su reflejo en las Escuelas Francesas (fundadas en 1898), la lengua tuvo su presencia por medio de la Alianza Francesa y la economía se desarrolló con la Cámara de Comercio. Otros aspectos sociales habituales en Francia también se trasladaron a Donostia, como la Sociedad Francesa de Beneficencia de San Sebastián mientras que el Consulado de Francia mantuvo el aspecto político.

"Los miembros de la colonia francesa participaron directa o indirectamente en la configuración, sostenimiento y despliegue de una red de servicios que reprodujo a escala local el sistema sociopolítico y económico francés", dice la tesis, que añade que "todas las iniciativas desarrolladas persiguieron un doble objetivo: mantener a los franceses de la colonia 'attachés à leur patrie' (unidos a su patria) y ejercer su influencia sobre el resto de donostiarras".

Biarritz y otras

La arquitectura y el desarrollo urbano son otros de los aspectos en los que queda patente la huella francesa en la ciudad, que "buscó en el espejo francés un modelo en el que reflejarse y obtener los necesarios adelantos técnicos para avanzar en su ansiada modernidad". Por ello, el parecido estético de numerosas calles donostiarras con París es una evidencia. La tesis de Berta Echeberría recalca también el parecido arquitectónico con ciudades balneario como Biarritz, Niza o Montecarlo, que influyeron en el nuevo diseño urbano. "San Sebastián se convirtió en una ciudad balneario, que redefinió sus espacios y reformuló su ocio a partir del modelo biarrota, con el que guarda importantes similitudes", dice.

Donostia, al igual que Biarritz, siguió pues el modelo de las villas costeras inglesas e introdujo la práctica de nuevos deportes, como el tenis, además de impulsar la apertura de los establecimientos en los que se podían desarrollar los ejercicios de moda "al estilo de los clubes ingleses". "La readaptación de San Sebastián en una ciudad balneario concebida para una elite se completó con la creación de una importante red de equipamientos hoteleros de lujo y demás espacios modernos vinculados al ocio (casinos, teatros?), muy similar a las villes balnéaires francesas", señala Echeberría.

"Los mandatarios y arquitectos municipales construyeron una ciudad ordenada, turística y elegante que reprodujo a pequeña escala la ciudad más moderna del mundo: París". "Numerosos edificios, villas, puentes, jardines y equipamientos arquitectónicos donostiarras remiten a otros levantados en Francia, ya fuera por los materiales empleados (hierro, pizarra) o el estilo artístico al que pertenecen (predominio del eclecticismo francés)", concluye la investigadora.