DONOSTIA - Rosa García ha vivido los días previos a la entrega del Tambor de Oro como en una montaña rusa. Nerviosa e ilusionada, espera el gran día, en el que estará rodeada de toda su familia: la propia y una más extensa, la que forma con las personas que integran la plataforma Stop Desahucios.

¿Quién es Rosa García?

-Nací en Madrid en 1948, en plena dictadura. El mayo francés me pilló con 20 años y salimos a la calle siguiendo el lema de Obreros y estudiantes contra la dictadura. Estudié con una beca en la Complutense, porque si no, al ser hija de una familia trabajadora, no hubiera podido ir a la universidad. Y es que, de lo contrario, para las mujeres de mi generación el camino era la mecanografía o el corte y confección. Luego oposité a Correos por eso de la seguridad laboral.

Y tras aquello llegó el traslado a Donostia.

-Sí, en el año 1977. Llegué en primavera con un sirimiri constante. Desde que me levantaba hasta que me acostaba veía el cielo gris plomizo y me preguntaba ¿aquí no hay sol? Pensé en que llegaría el momento de volver a pedir el traslado, pero ese momento nunca llegó porque aquí sigo y aquí nació mi hija. Llevo más tiempo aquí que el que estuve en Madrid.

¿Rosa García es ya donostiarra?

-Tengo a mi hermano y muchos amigos en Madrid pero mi vida está aquí. Cuando estoy allí, aprovecho para ir al teatro, al cine, como una turista, pero la polución me agobia, meterme en el metro también, no poder ir andando o coger la bici, también. Vivir en Donostia es un privilegio, pero tenemos que intentar que sea una ciudad para los donostiarras y sobre todo para los donostiarras jóvenes que son los que tienen el problema de la vivienda.

¿Se acuerda cuándo conoció la Tamborrada?

-Cuando conocí la fiesta en la plaza de la Constitución me pareció una pasada. Es una fiesta que impacta porque los donostiarras la viven. El vasco tiene fama de ser una persona seria y retraída y aquello era el desmadre. Con el tiempo, lo que me ha llenado de satisfacción es la participación de las mujeres en la Tamborrada. También hay que poner en valor el desarrollo de las tamborradas en los barrios.

¿Cómo la ha vivido estos años?

-Recuerdo la Tamborrada de Amara Berri. Mi hija era muy pequeña cuando se fundó y era la repanocha ver a todos los críos con sus aitas haciendo el recorrido de noche y lloviendo, cuando prácticamente la gente no salía a los balcones. Ahora hay que ver lo que son las tamborradas del barrio. Veo desde mi terraza cómo pasan por Armerías las 17 compañías.

Pero este año será especial.

-Sí porque es un año de reconocimientos y estaré con mi hija, que como otros tantos se ha ido a Irun por no poder comprar vivienda aquí. Estará también mi nieto de tres años y medio que toca el tambor maravillosamente. A partir de la entrega tendré tiempo libre y disfrutaré más del barrio, celebrando el Tambor de Oro de forma más íntima y vecinal.

¿Cómo ha disfrutado la fiesta los últimos años?

-La verdad es que ya no estamos para muchos trotes, sobre todo si hace mucho frío. Algunas veces han venido mis hijos aquí, otras he ido a cenar con amigos pero al final disfruto más durante el día. Una amiga de mi hija toca al mediodía del día 20 y la seguimos, porque llega a la plaza de la Constitución y es muy bonito. Vamos distintas generaciones: aitonas, hijos y nietos, y se junta gente que viene a Donostia de distintos lugares para ese día.

¿Alguna vez ha participado en alguna Tamborrada?

-No, es la asignatura pendiente.

Estos días estarán siendo una locura, ¿no?

-Un poco sí. En la cabina número 1 de La Concha, donde nos juntamos los que nos bañamos todos los días, ha sido un acontecimiento. Vas a la carnicería y la pescadería y te dicen algo. Antes hacía los recados en media hora y ahora te paran y te abrazan. Es impresionante. También están los medios, pero pienso, a veces, que ojalá tuviéramos tanto reflejo cuando nos concentramos ante las entidades financieras o expresamos nuestras reivindicaciones.

Además de la ilusión personal, ¿el Tambor de Oro puede dar más eco a las reivindicaciones de Stop Desahucios?

-Lo estamos aprovechando, la verdad. Y vamos a seguir. Con los medios volcados en el Tambor de Oro podemos llegar a las personas que por distintos motivos no pueden pagar su vivienda para decirles que se pongan en contacto con nosotros para que les ayudemos.

¿Tiene preparada su intervención de mañana? ¿Va a llevar la camiseta de Stop Desahucios?

-Lo estamos valorando, pero el Tambor de Oro no es una concentración ante un banco, es un acto oficial que tiene su solemnidad y su reglamento y en ese sentido vamos a seguir los criterios generales de otros Tambores. Pero el mensaje va a ir en la línea de lo que estoy hablando en los medios y además voy a poder decírselo directamente a las autoridades.

¿Está ensayando?

-Me imagino que me pondré muy nerviosa, pero ¡ya me tomaré una tila! En cinco minutos trataré de decir lo que estamos haciendo. Además, con el Ayuntamiento tenemos que negociar el caso de una familia con tres hijos menores que vive de alquiler en una vivienda de la FundaciónZorroaga. Es una familia vulnerable, protegida por el dictamen de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU de junio de 2016. Pero no va a ser este el único caso, llegarán más porque el 75% de los problemas de desahucios ha sido por impago de alquiler.

¿Se lo recordará a los representantes municipales?

-Hay un compromiso para dar salidas habitacionales a los colectivos vulnerables que se recoge en uno de los puntos de la moción aprobada en Pleno el 22 de noviembre. Pero hay que poner en valor también que en el Pleno del 24 de septiembre de 2015 el Ayuntamiento de Donostia aprobó una resolución por la que se declaraba libre de desahucios, fue el primero de Euskadi en hacerlo y el tercero en el Estado. Los donostiarras tenemos que estar orgullosos de ello; ahora toca aplicarlo.

¿Se han puesto ya en contacto con usted desde protocolo del Ayuntamiento para organizar el acto?

-Sí, ya me han explicado todo y me han dado todo tipo de facilidades. Estamos muy arropadas pero el acto se las trae, con todas las autoridades. Eso impacta. La presencia de Stop Desahucios está garantizada y será emocionante.

¿Quién le va a acompañar en un día tan especial?

-El Tambor es nominativo y lo tengo que recoger yo, pero tenemos invitaciones y la gente está apuntándose para ir. El emblema de Stop Desahucios estará muy patente. Estará mi hija, su pareja y mis nietos pero las invitaciones las compartiremos.

¿Nos puede adelantar algo más?

-En el acto hay una persona que tiene que hacer la glosa del Tambor y va a ser una sorpresa que nos queda por confirmar y que sería muy entrañable. Luego hablaré yo y, posiblemente, con la Marcha de San Sebastián habrá otra sorpresa que todavía no puedo adelantar.

¿Estará en la plaza de la Constitución y en el balcón del Ayuntamiento?

-El reglamento dice que el Tambor está en la Arriada, no en la Izada. Y allí estaremos. También en la salida de la Tamborrada Infantil. Cuando acabe la entrega del Tambor iré a comer con mi familia y amigos y estaremos en las tamborradas del barrio, en Amara Berri.

¿Tiene algo que decir a las personas que cuestionaban su elección por no ser acorde con el espíritu del galardón?

-Yo respeto todas las opiniones. Donostia es una ciudad plural, como lo es nuestra plataforma. Y lo único que pongo en valor de mi candidatura y de mi actividad es que luchamos por el derecho a una vivienda digna y asequible para todas las personas.

Por contra, hay voces que defienden que es el Tambor de Oro más pegado al día a día de la ciudad.

-A mí me ha parado gente por la calle que no conocía y que me ha felicitado y me ha dicho "muy bien, porque hay que luchar por la vivienda". En ese sentido creo que reflejamos problemas reales de la sociedad e intentamos buscarles solución. Además, Stop Desahucios no hubiera conseguido los logros obtenidos ante bancos e instituciones sin el apoyo de la ciudadanía, sin su simpatía.

Algunos actos a los que acude el Tambor de Oro son organizados por una entidad financiera (Banco Sabadell) y una sociedad gastronómica (Gaztelubide). ¿Esta invitada? ¿Va a acudir?

-No hemos recibido la invitación del Banco de Sabadell, ante el que ya nos hemos concentrado por un caso, el de Ludmila, a la que no le daban la carencia. Tuvimos que sacarles los colores. No hemos recibido todavía la invitación pero si la recibimos hemos decidido ceñirnos a los actos oficiales, los que son del Ayuntamiento. Si nos invitan las entidades privadas lo agradeceremos pero les explicaremos cuál es nuestra decisión.

¿Décadas después de llegar a la ciudad qué opina de Donostia?

-Es una ciudad maravillosa en la que tienes campo y playa, el mar te rodea, es una preciosidad.Puedes hacer la compra e irte a bañar. Ir al teatro y antes bañarte. Vas al médico y antes tomas tu bañito en la playa. Porque yo me baño también en invierno.

Todo tiene un pero.

-Es una ciudad privilegiada que puedes recorrer andando o en bici pero que está solo al alcance de unos pocos. En Donostia, ni en ninguno de sus barrios, se puede acceder a una hipoteca ni al alquiler porque los precios son astronómicos, con un precio medio de 1.300 euros, como publicó el Observatorio Vasco de la Vivienda. Esta ciudad tan preciosa es inalcanzable para muchos donostiarras, sobre todo para las generaciones más jóvenes.

¿Qué propuesta hace Stop Desahucios?

-Las administraciones y el Ayuntamiento tienen que ser valientes. En este momento hay un proceso de participación ciudadana en torno al plan de vivienda para paliar los problemas habitacionales. Ahí se destaca que hay cerca de 4.000 viviendas vacías, que los precios son inalcanzables y que la población está muy envejecida. Habría que aumentar el parque público de viviendas de Etxegintza y que la adjudicación no se haga por sorteo, sino estableciendo baremos por ingresos.

¿Y entonces?

-Tiene que haber una política de vivienda pública de incrementar el parque y adjudicar por necesidad. Hay que movilizar la vivienda vacía en el mercado privado, aplicando medidas incentivadoras y punitivas y actuando sobre el precio tope de alquileres. Hay que darles uso residencial y no que se deriven al uso turístico, que no es un uso social.

Desgraciadamente Stop Desahucios no para.

-Últimamente nos llama mucha gente por problemas con los alquileres. Porque con las hipotecas la gente debe saber que pueden reducir casi a una cantidad simbólica durante cinco años por virtud del conocido como decreto Guindos, firmando la carencia aunque no les guste.

Muchos años de pelea, también contra el estadio de Anoeta.

-Haciendo un símil tengo que decir ¡con la Iglesia hemos topado! Hace años creamos una asociación y logramos reducir su impacto. Nos opusimos radicalmente a que el Topo pasara por la zona de forma elevada y conseguimos 5.000 firmas para soterrarlo. Ahora es imposible porque hay dinero público por medio, pero el impacto del ruido de las obras del estadio es insoportable. Se ha tenido que desplazar el Haurtxoko, la Biblioteca... Es un atropello.

¿Queda energía tras tantos años de lucha?

-Somos una generación de peleones. No hace falta más que ver las manifestaciones de los pensionistas. Hemos peleado desde muy jóvenes, ya en la dictadura, por los derechos sociales y democráticos. Lo que echamos en falta es el relevo generacional. Un ejemplo lo hallamos en la falta de respuesta con el tema del estadio. Todas las conquistas de libertades son gracias a la unidad y en la calle.

¿Que mensaje lanza a los donostiarras ante la fiesta de San Sebastián?

-Que hay que vivir la fiesta a tope. Pero el 21 hay que seguir a la carga por salarios dignos, pensiones dignas y viviendas dignas. Para que Donostia sea una ciudad cohesionada e igualitaria en la que se pueda vivir.