Los bares de la Parte Vieja donostiarra esperan como agua de mayo la llegada de la Semana Grande. Algunos confían en hacer caja con el ambiente nocturno, pero otros encuentran su principal fuente de ingresos en la venta de bocadillos, formando así parte de uno de los planes típicos de la semana festiva: ir a la playa por la noche a ver los fuegos artificiales con el bocadillo.

Según cuenta Amaia, camarera del bar Juantxo, un histórico del barrio antiguo, lo más destacable de las fiestas es "la afluencia de gente y el mogollón de bocadillos que se venden" en comparación con cualquier otra semana. "Un día que hace bueno nosotros podemos sacar 600 o 700 bollos de pan al día, incluso algún sábado hemos llegado a los 1.000. En Semana Grande, cada día, aunque especialmente en horario nocturno, se han llegado a vender más de 3.000 bocadillos", indica la joven camarera, quien añade que "a eso hay que sumarle las raciones y demás comidas que se sirven".

En la puerta contigua se encuentra el Danena, otro de los bares de toda la vida. En él, Arantxa explica que al mediodía la mayoría de clientes son turistas y que por la noche aumenta notablemente la afluencia de gente "que viene a por bocadillos para llevar". Después de pensarlo por unos segundos responde que la cantidad de bocatas vendidos por día en la Aste Nagusia crece alrededor del "1.000%". "Donde vendes 100 ahora son 1.000", recalca. Esta es una cifra que, según aclara a NOTICIASDEGIPUZKOA, depende en gran medida de las condiciones climatológicas: "Puede variar mucho. Si llueve te vas a quedar en 1.000 y si sale bueno pueden ser 2.000 o 2.500".

Servir tantas unidades cada día imposibilita mantener la carta original con la que estos bares trabajan a diario. En el caso del Juantxo, "recortamos todo a unos seis bocadillos", dice Amaia. Esa es una decisión que de una forma u otra todos los establecimientos adoptan. En el caso del Danena mantienen la carta en el servicio de comida, pero en el de la cena "no se puede y se acorta la oferta de bocadillos".

Pese a ello, los bocatas siguen siendo los reyes de Semana Grande y entre todos ellos hay uno que destaca por encima del resto: el de tortilla de patatas. Pasan los años y no hay otro que le haga sombra. "En Aste Nagusia sobre todo se venden los de tortilla y luego ya los de lomo", indica Amaia. Pero, si los bares ofrecen bocadillos en exclusiva por las noches es porque la gente los demanda por encima del resto. Tal y como Arantxa asevera: "Para ir a la playa a ver los fuegos te llevas el bocata y la lata".

Esto que sucede en bares históricamente conocidos por la elaboración de emparedados no es una excepción. Otros locales con menor tradición en hacer bocadillos también aprovechan la Semana Grande para hacer caja. Es el caso del bar Hori da, en el que Iñaki explica que "al día se pueden vender de 100 hasta 200, cuando en un día normal se piden unos 10 o 15". Aunque no lleguen a igualar el número de bocadillos de los más míticos bares de la Parte Vieja, el aumento se nota de tal forma que Iñaki añade que "al fondo del bar se monta una barra extra".

Además de en la reducción de la carta, todos los bares coinciden en mantener los precios y en no aplicar ningún tipo de descuento.

trabajo extra Prepararse para la avalancha de bocadillos requiere su tiempo. "Hay que pedir un montón de género", indica Amaia, que explica que, aunque normalmente envuelven los bocadillos en la barra, "en Aste Nagusia, como hay tanto para servir, nos los suben directamente en bandejas de la cocina envueltos en bolsitas de papel". Esto también supone un incremento del número de trabajadores, que pasa de tres en una jornada regular a siete u ocho estos días.