"Soy una admiradora del Basque Culinary Center, me ha llenado de alegría que se hiciera en Aiete"
La periodista radiofónica Esther Remiro se prejubiló en el año 2000 y, desde entonces, no ha parado quieta. Esta mujer positiva y energética sigue con su yoga, su teatro y ahora también su cine. En la actualidad, suma otro título: el de madre de... en este caso, el cocinero Bruno Oteiza.
Donostia. ¿Como llegó al periodismo?
Me inicié como locutora en la década de los 60 en Voz de Gipuzkoa, que después fue Radiocadena y más tarde, Radio Nacional. Entonces existía la figura de locutor, separada de la de redactor. Luego se unificó todo y se olvidó lo de locutor. Luego nos fuimos reciclando y nos hicimos todos periodistas. En realidad, lo que hacíamos era periodismo de radio.
También le ha gustado mucho el teatro y ahora participa en películas.
Bueno, en realidad, actuo en una película, Amaren Eskuak, de Mireia Gabilondo. Hace muchos años participé en 27 horas.
Y, además, es profesora de yoga.
Profesora, no. Hago yoga con un grupo de gente y dirijo la clase como la puede dirigir otro. Lo practico desde los 34 años y tengo 71.
¿Cómo entró en el mundo de la radio?
Recuerdo que el examen que me hicieron para entrar en la radio fue sobre todo un recorrido por la voz y la lectura. No solo había que tener una voz agradable, había que saber leer bien, leer sobre la marcha, corregir errores, leer de atrás adelante, improvisar... Se hacía hincapié en la voz y la dicción, en saber leer publicidad, esquelas mortuorias, poemas, hacer teatro... Y luego un examen de cultura general amplísimo. Desde noticias del Hola, hasta de la prensa.
Ahora parece que la dicción ya no se exige.
No se exige y no se cultiva. Hay quien naturalmente lee bien, pero hay otros que no, y no se tiene en cuenta en los medios de radio y televisión.
Con cuatro hijos que ha tenido y tanta actividad ¿De dónde ha sacado el tiempo para hacer todo?
Yo no me lo explico. ¿Cómo podía con la radio, los cuatro hijos, el teatro -que suspendí unos años y retomé en 1985, con los hijos más creciditos-... Entonces retomamos el grupo Teatro Estudio de San Sebastián. Precisamente en este edificio tan bonito junto al que estamos en esta entrevista, el Palacio de Miramar, hemos actuado hace poco. Es verdad que teníamos mucha actividad. Además, a mí me tocó la época de defender los derechos de la mujer, la contracepción, los anticonceptivos, enseñar a mujeres las nuevas técnicas que existían con un grupo de profesionales fantásticos... Era un época en la que se daban charlas, se organizaban mesas redondas... Era la energía maravillosa de los años jóvenes.
¿En qué barrio nació?
En Amara Viejo. Ahora vivo en paseo de Arriola y he vivido también en Amara Nuevo, en la calle Amezketa.
¿Cómo recuerda su niñez?
Yo iba a lo que es ahora Amara Berri, las escuelas de Amara, que eran públicas y entonces se llamaban Escuelas de Víctor Pradera. Luego pasábamos al instituto Peñaflorida, que estaba en lo que hoy es el Koldo Mitxelena. Todo centros públicos.
¿Cómo era Amara Viejo en su niñez?
Era la libertad. Era llegar a casa, coger el bocadillo y a jugar. No pasaban casi coches y teníamos las calles para jugar y el monte: el monte Peseta que se decía entonces, que era la zona de San Roque.
¿Por qué se le llamaba el monte Peseta?
No lo sé. Decían que había prostitutas que cobraban una peseta. Pero yo entonces no lo sabía, simplemente le llamábamos el monte Peseta. De eso me enteré de mayor. Jugábamos muchísimo en la calle.
¿De entonces a ahora cómo ha evolucionado la ciudad?
Ha cambiado muchísimo. Yo aprendí a andar en bici y a patinar en la calle Amara, en el callejón de Arroka, en la calle La Salud... La calle Autonomía, que entonces se llamaba Tercio de Oriamendi, nos la tenían medio prohibida no sé por que. Igual es porque se cerraba en la Fábrica de Gas, era oscura... No nos dejaban entrar más que hasta cierto número. Ahora es distinto. Hay mejores parques, aunque no demasiados. Y no hay parques cubierto y en esta ciudad. Yo, ahora que paseo nietos (tengo ocho), lo echo de menos. En verano tenemos la maravillosa playa, pero con mal tiempo... En general, la ciudad ha evolucionado y yo creo que para bien. Tampoco teníamos antes las calles que tenemos ahora, los jardines cuidados...
Por trabajo, le ha tocado tener trato con todos los políticos de Gipuzkoa, con casi todos los alcaldes de Donostia: Alkain, Labaien, Albistur y Elorza. ¿Ha tenido un trato personal o profesional?
Siempre profesional. Si ha habido algún amigo que ha estado en política, un amigo honesto y ejemplar, pues bien, pero era un amigo. Lo demás, no. Además, yo he hecho mucha radio en directo. Tres y cuatro horas diarias, que había que llenar. Eran programas locales y era todo lo que pasaba en la ciudad, no solo lo político. Además, para los políticos estaban los informativos y, gracias a Dios, no me ha tocado hacer mucha política.
Pero vivió la época convulsa más violenta. Le tocaría acudir a cubrir atentados.
Alguno me ha tocado, sí. Pero no tantos porque yo estaba más en programas. Y muchas veces, me tocaba dar paso a mis compañeros, a los que sí le tocaban más esas situaciones.
Vivió de lleno la información municipal en una temporada.
Sí, los últimos cinco años de profesión me dediqué en exclusiva a la información local del Ayuntamiento. Lo pedí porque un día pasé mucho miedo. Un miedo que me llevó a épocas anteriores, la de los grises y los policías a caballo en las manifestaciones. Fue un tumulto que hubo dentro de la Diputación, en un Pleno o algo así. Entraron los beltzas y sacaron a rastras a algunos. Pasé miedo y me puse detrás de Joseba Egibar, aunque dejé el micrófono abierto, por supuesto, pero pasé mucho miedo. Y le dije a mi director, por favor, no vuelvo a salir, dedícame a lo que no quiera nadie. Y, en aquella época, era la información local. Mis compañeras Argi Dorronsoro, Herminia Arbide... me arroparon mucho y me dijeron: "Tú tranquila, vete a hacer información local, con horario seguido".
¿Cómo ve ahora el Ayuntamiento desde fuera?
Lo veo gris. Veo que hay cierta dejación en algunas cosas, olvidos... me pregunto hacia dónde va la cultura.
¿Cree en el proyecto de capitalidad cultural?
Lo vi con mucha ilusión y me estaba preguntando qué estaba pasando con esto cuando ha salido la información sobre designación de la directora y me he quedado de piedra. No sé si se está parando el proyecto o verdaderamente puede resurgir con la ilusión con la que se hizo. Para mí ha decaído.
También le ha tocado cubrir muchas veces el festival de cine, un momento brillante del año para una ciudad pequeña como esta.
Desde los 18 años iba al festival. Aún no trabajaba en la radio aunque sí en otras cosas. Hacíamos cola en el Astoria para coger entradas y teníamos verdadera afición. Íbamos todo el grupo del teatro.
Además, siempre ha hecho teatro.
Sí. Jaime Azpilicueta, que trabajaba en la Ser y vivía en Iruresoro, en Egia, venía a la tienda de comestibles que tenía mi madre ahí, donde yo trabajaba. Murió mi padre joven y había que trabajar. Y Jaime Azpilicueta venía a por la moto y hablábamos y hablábamos. Entonces, en la parroquia de María Reina, que era una zona nueva, Jaime se ofreció a crear un grupo de teatro: Ondina Pequeño Teatro. Pero a los curas de entones les dio un poco de miedo porque empezamos a poner a Sartre, a Ionesco y entonces creamos otro grupo. Hicimos El Tintero de Carlos Muñiz en el Teatro Principal y luego seguimos. Después, llegó el Teatro Universitario (TEU) de los hermanos Aróstegui, Alfredo Landa, Marilén Escribano... donde nos aglutinamos todos.
¿Donostia necesita ser capital europea para situarse en el mapa o ya lo está?
San Sebastián tiene muchas posibilidades que no se están aprovechando. Por ejemplo, el Teatro Estudio pone todos los años una obra con una dignidad impresionante y mucha gente ni se entera. Hemos estado en el Victoria Eugenia, en Lugaritz, en el Palacio de Miramar -en este caso pagando el alquiler- pero...
¿Aficiones?
Me gusta mucho el deporte, lo practico todos los días, porque si no te mantienes te quedas quieta y la inactividad es lo peor. Pero hay que tener tiempo. Cuando trabajaba, yo pensaba ¿Cuándo podré ir al gimnasio por la mañana? Pues ahora puedo.
Ahora que su hijo Bruno Oteiza se ha convertido en un cocinero muy conocido, tanto por la televisión como por su trayectoria, ¿ha pasado a ser la madre de ...?
Antes Bruno siempre era el hijo de Esther porque, durante diez años aproximadamente, yo llevé un programa gastronómico en Radio Nacional para el País Vasco. Hacía un espacio diario pequeño y una tertulia semanal en el hotel Londres. Me interesaba mucho precisamente porque mi hijo quería ser cocinero. Y ahora que ya es mayor, hace poco me dijo en broma: "Ama, ya no soy el hijo de... ahora eres la madre de".
¿Imaginaba que iba a haber tanto 'boom' gastronómico, el Basque Culinary Center...?
Yo soy admiradora del Basque Culinary Center. En mi época profesional, he asistido a tres presentaciones de esta idea, pero ¡hace 20 años! Primero en Lizarriturry y Rezola, lo que hoy es Benta Berri, tuvimos una presentación de proyectos y todo. También tuvimos otra en la trasera de Ondarreta.. y no salieron. Al final ha sido en Aiete y a mí me ha llenado de alegría.
¿Cómo define su ciudad a quienes no la conocen?
Yo digo que vengan a verla porque es maravillosa, la mires por donde la mires. Para vivir es muy cómoda, la paseas de lado a lado, tiene rincones preciosos, paseos increíbles... A cualquier sitio que mires tienes monte o mar.
¿Le gusta cómo están quedando los barrios nuevos?
Hace poco estuve en Riberas de Loiola y veo que son amplios.
¿Qué sobra en la ciudad?
A veces la suciedad. No me gusta nada cómo se quedan la Parte Vieja o la playa después de cualquier, acto... aunque después se limpien. Es cuestión de educación.
l ¿Qué recuerdos tiene de su niñez? Amara Viejo y el valle de Lana, en Navarra, de donde era mi padre y donde he pasado muchos veranos de pequeña.
l ¿La barandilla de La Concha o la de la Zurriola? Si hay que elegir, la de La Concha.
l ¿Confía en poder usar la estación de autobuses? Está costando más que el Basque Culinary Center, la he visto presentar un montón de veces... Lo espero.
l ¿Le gusta que haya turistas? Sí, me gusta verlos.
l ¿Los donostiarras cumplen los tópicos que se les adjudican? Yo creo que no, aunque habrá de todo.
l ¿Donostia vive de espaldas al resto de Gipuzkoa? No, porque ha cambiando mucho todo. Todo se ha acercado. Si Pamplona está al lado...
l ¿Cuál es el paseo preferido en Donostia? El clásico Peine de los Vientos-Mompás. También una senda que sale desde detrás de mi casa y sube hasta Gudamendi, con un paisaje maravilloso. Se sube un poquito y luego se baja a Valentín o a Erregenea.
l ¿Para pasear, sola o acompañada? De las dos maneras. Cuando te jubilas pasa que muchas veces estás sola porque o la gente está trabajando o está a otras historias.
l ¿Un plan ideal de fin de semana en Donostia? Pasear, ir al cine, ir a comer a algún sitio...
l ¿De qué ciudad podemos aprender mucho? Me parece que Bilbao ha sabido crecer muy bien. Quizás han tenido más ayudas que nosotros. También podemos aprender de Barcelona
l ¿Es muy fiestera? ¿Con qué fiesta donostiarra se queda?
He ido a muchas verbenas, fiestas de los barrios... Ahora ya no me atraen tanto. Pero si tengo que elegir, digo Santo Tomás. Me pongo el traje de casera, con el mantón de mi madre, y me voy con mis nietas.
l ¿Qué echa de menos en la ciudad? Confío en que el teatro resurja en la ciudad.