El 2010 está siendo un año de celebraciones para el centro gerontológico de la Fundación Zorroaga de Donostia. Se cumplen 100 años desde que se erigiera en su actual ubicación, en la colina de Zorroaga, de la que ha tomado su nombre la residencia para mayores.

En la actualidad dispone de 325 plazas, lo que le convierte en el gerontológico de mayores dimensiones y mayor capacidad del territorio. Sin embargo, no es el único récord que bate Zorroaga. Su creación en el año 1714, mediante una cédula real otorgada por el entonces rey Felipe V, lo hace que sea también en uno de las más antiguos de toda Gipuzkoa.

100 años no se cumplen todos los días, por lo que los responsables y empleados del centro no han querido dejar pasar esta efeméride sin brindar a Zorroaga un merecido homenaje. De esta manera, hace tres meses la residencia se vistió con sus mejores galas para acoger numerosas iniciativas que quisieron recordar que, a pesar del paso de los años, goza de una inmejorable salud.

Entre las actividades destacaron la visita del obispo de Donostia, José Ignacio Munilla, a las instalaciones y los juegos en los jardines del complejo de Zorroaga, que reunieron a empleados, usuarios y familiares en una fiesta en la que se reprodujo con globos la torre de la iglesia.

Un acto cívico en la parroquia del centro gerontológico cerró el completo programa festivo elaborado para conmemorar el centenario de Zorroaga.

largo recorrido

Desde 1714 hasta 2010

Sin embargo, para conocer el inicio y las raíces de la actual Fundación Zorroaga es necesario retroceder en el tiempo hasta comienzos del siglo XVIII, al año 1714.

Por aquel entonces, con la idea de dar una salida, ayuda y medios básicos para la subsistencia a hombres y mujeres sin recursos oriundos de Donostia (enfermos, indigentes, madres solteras, huérfanos...), se fundó la entidad benéfico-asistencial Casa de la Misericordia en el barrio de San Martín (actual centro de Donostia). La mediación del entonces monarca Felipe V abrió las puertas a la puesta en marcha de este servicio que, a través de una cédula real, obtuvo el permiso para poner en marcha al antecesor de Zorroaga.

Un siglo después de su apertura, sin embargo, comenzó la larga serie de remodelaciones y reconstrucciones que marcan la vida de este complejo. En 1813, las tropas anglo-portuguesas, en su intento por liberar la ciudad de la ocupación francesa, prendieron fuego a Donostia, un incendio que también asoló la Casa de la Misericordia.

Los trabajos de reconstrucción y recuperación de la actividad del centro, sin embargo, no se hicieron esperar. A pesar de que no pudo reconstruirse de forma integral hasta el año 1815, dos años después de la tragedia, los empleados pusieron en ese periodo toda su carne en el asador y continuaron ofreciendo los servicios en barracas dispuestas para dicho fin.

Inmersos ya en el siglo XX, en el año 1910 la Casa de la Misericordia se trasladó al Alto de Zorroaga 1, emplazamiento en el que opera hoy en día el complejo. Asimismo, el centro tomó el nombre de la colina en la que se erigió: Zorroaga.

El complejo siguió trabajando con el objetivo establecido para la Casa de la Misericordia hasta el año 1960, fecha en la que los servicios del reconvertido Zorroaga se dirigieron exclusivamente al colectivo de la tercera edad. En este sentido y para poder dar salida a la demanda, se construyó un nuevo edificio con capacidad para 325 personas, que se puso en marcha en 1973 para personas mayores autónomas.

instalaciones y servicios

En constante evolución

Zorroaga no ofreció servicio a personas mayores dependientes hasta el año 1998, debido a las necesidades sociales surgidas en ese periodo: en Gipuzkoa, el 36% de los residentes en gerontológicos eran dependientes, un hecho que obligó a modificar la normativa de Zorroaga para permitir su entrada.

Asimismo, los centenarios edificios que completan el complejo han sido objeto de importantes remodelaciones, que se llevaron a cabo entre 2002 y 2007, con una inversión total de quince millones de euros.

En la actualidad, además, en Zorroaga residen 228 personas dependientes y 72 autónomas a cargo de un total de 222 empleados. Además del servicio de residencia, el complejo ofrece estancias diurnas a 50 personas y apartamentos tutelados a 27, en programas de colaboración con el Ayuntamiento de Donostia y la Diputación.

Todo ello, en un complejo que consta de dos edificios residenciales y una iglesia remodelada y que abarca 16.500 metros cuadrados.