Pasear, curiosear y comprar. Tres rituales que ayer marcaron el compás de la visita a Erramu Zapatuko feria. Sin perder ni un solo detalle, numeroso público se echó a la calle para degustar el variado menú que sirvió Bergara a las puertas de la Semana Santa. Desde el patio del Real Seminario hasta Ibargarai y la plaza San Martín, decenas de personas de todas las edades recorrieron las cortas distancias que separan a los tres espacios que concentraron el grueso de las actividades.

Productos agrícolas, maquinaria, animales y artesanía volvieron a ser los clásicos ingredientes de una celebración que confirmó su tirón popular. El ganado caprino y caballar compartió protagonismo a partes iguales, sin desmerecer a las reses que posaban con indiferencia ante los ojos de los expertos baserritarras y el entusiasmo de quienes se acercaban a contemplar sus robustos cuerpos. Fueron, sin duda, el mayor reclamo de los txikis, que invirtieron buena parte del tiempo en llamar la atención de las flamantes vacas, ponis y cabras, mientras regalaban simpáticas y espontáneas estampas que sus progenitores inmortalizaron con móviles y alguna que otra cámara fotográfica.

La plaza San Martín, por su parte, destilaba ingenio y habilidad por sus cuatro costados. Cucharas, cazos, espumaderas, tenedores… El expositor de Félix Barcina ofrecía un nutrido muestrario de utensilios de cocina que crea con sus propias manos, utilizando madera de boj. Este vecino de Arrasate es todo un experto en esta disciplina que mantiene viva desde hace tres décadas. Veterano de las celebraciones con sabor a mercado, Barcina es un habitual de la cita bergaresa de la que ha conocido “mejores y peores tiempos”. “Pero como en todas; es una tendencia general”, advertía este artesano, que asegura que seguirá de feria en feria “mientras el cuerpo aguante”. Tiene 85 años.

Cestas, flores, ropa, artículos decorativos y plata… vistieron este escaparate del arte hecho a mano, que congregó a un menor número de puestos que en otras ediciones, en opinión de algunas personas asistentes.

Calidad

Los productos de alimentación ocuparon Fraiskozuri y su entorno. Quizá con menos participantes, pero con igual calidad. “He comprado paté, un pastel vasco y pan casero. Siempre hay que picar algo”, contaba Cristina Fernández.

Talos y pintxos de pollo de caserío y de carne de cerdo para abrir, y en algunos casos saciar, el apetito se sumaron a una jornada de feria en la que no faltó la banda sonora de los trikitilaris, las coloristas dantzas y la comida popular. Erramu Zapatua volvió a demostrar que despierta devoción entre sus fieles. No tanto entre la lluvia, que fracasó en sus continuos intentos de colarse en la fiesta.