La Audiencia de Gipuzkoa ha condenado a cuatro años de cárcel al joven acusado de abusar sexualmente de una amiga de la infancia en el domicilio de los padres del chico tras haber bebido y pasado la noche de fiesta en Zarautz, han informado a EFE fuentes del caso.

Según estas fuentes, además de la pena de prisión, el tribunal también ha impuesto al procesado cinco años de libertad vigilada una vez que sea excarcelado, así como una orden de alejamiento y la prohibición de comunicarse con la víctima durante otros cinco años.

Igualmente, el procesado, para el que tanto la Fiscalía como la acusación particular reclamaban inicialmente siete años de cárcel, deberá compensar a la damnificada con 3.000 euros.

Según la versión del Ministerio Público, los hechos ocurrieron sobre las 5.30 horas en la cama del dormitorio del procesado, donde éste situó la mano bajo la ropa de la joven para introducirle un dedo en la vagina, ante lo que ésta le exigió que "parara".

Posteriormente, "haciendo caso omiso", el procesado le bajó el pantalón del pijama, colocó a la víctima sobre él, le aparto la ropa interior y "la penetró vaginalmente".

Por el contrario, durante el juicio celebrado los pasados 25 y 26 de abril, la defensa sostuvo que las relaciones fueron consentidas y que el joven cesó en ellas en el mismo momento en el que así se lo pidió la chica.

Durante su declaración, la víctima explicó que previamente a estos hechos, aquella noche el inculpado le ofreció quedarse en casa de sus padres a dormir porque ella había bebido y no quería coger el coche para regresar a su domicilio en esas circunstancias, sin que en ningún momento quedara "sobreentendido" que iban a mantener relaciones sexuales.

Aclaró que, una vez en la que ambos estaban en la cama, él le tocó la vagina y ella le dijo: "¡qué haces, quita!, una situación ante la que no abandonó el domicilio porque estaba "a oscuras" y se encontraba "desubicada".

Bloqueada, sin saber cómo reaccionar

Señaló también que en ese contexto ella se "bloqueó", se "paralizó" por el "pánico" y se quedó "quieta", sin gritar ni marcharse y sin saber "como reaccionar", a pesar de que el chico no había empleado violencia en ningún momento, y no llegó a gritar aún sabiendo que los padres del encausado estaban en la vivienda.

La joven relató que, en este contexto, el hombre la colocó encima de él, mientras ella seguía paralizada, y la penetró durante unos "segundos" aunque sin poder precisar cuántos, tras lo empezó a llorar y él le dijo: "Tía no me jodas, no me llores" y encendió la luz, momento en el que consiguió "ubicarse y visualizar" sus cosas antes de abandonar el lugar.

"Yo no pienso que tuviera la mentalidad de abusar de mí o de violarme, simplemente tenía la mentalidad de aprovecharse, de que yo a lo mejor había bebido y a ver si cuela: a ver si puede mantener relaciones sexuales conmigo", señaló la chica, quien recalcó no obstante que "eso no significa" que ella "consintiese nada".

El acusado, por su parte, mantuvo una versión diametralmente opuesta, en la que recordó que en el momento en el que él se tumbó en la cama ella ya le estaba "besando el cuello" y se puso "encima" de él en el contexto de una relación "mutua" en la que ella "se quitó el pantalón" y le "metió mano" a él.

"Empezamos la relación sexual que dura como cinco o diez minutos y ella en el momento que dice que pare, que somos amigos, yo paro. Es que es muy fuerte lo que me está haciendo", dijo en la vista el inculpado, quien negó además haberle introducido los dedos en la vagina.

"Es que cuando ella me dice que pare soy el primero que ya no puedo seguir, porque a mí me han dado unos valores en casa", concluyó el joven.