El paro del transporte no solo está afectando al abastecimiento de los supermercados. En Donostia, uno de los bares míticos por excelencia de la Parte Vieja, el Txepetxa, ha tenido que echar la persiana de forma temporal, hasta este viernes, 1 de abril, ante la falta de anchoas. Y es que este establecimiento especializado en la anchoa en sus muy diversas formas carece en este momento de materia prima suficiente para permanecer abiertos. Tampoco para mantener el servicio de recogida que han implantado desde hace un tiempo y que también se han visto obligados a cancelar unos días.

Es la primera vez que se enfrentan a esta situación. "Una vez estuvimos a punto y nos quedamos a doce anchoas de cerrar. Te hablo de hace 20 años. Mi padre se fue del bar. Recuerdo que se quitó el delantal y dijo: Esto lo veis vosotros porque yo no puedo verlo", recuerda el dueño, Manu Marañón.

Esta vez, echar la persiana ha sido inevitable. Aunque la flota costera de Gipuzkoa volvió el lunes a echarse al mar, el paro de 15 días provocado por la huelga del transporte y el peligro de que las capturas no pudieran salir de puerto, ha afectado de forma notable al suministro de pescado.

Así, el sábado la situación les obligó al forzoso cierre. "Eran las 21.17 (horas). Imagínate si me acuerdo", cuenta este hostelero, que recuerda que fue una jornada dura: "Íbamos contando las anchoas hacia atrás: ocho, siete... Y cuando se acabó la última, cerramos. Es la única vez en mi vida que he tenido ganas de que no entrase gente por la puerta".

Marañón reconoce que lo que ha sucedido esta vez ha sido "una tormenta perfecta". "Aunque cogimos con previsión, se juntó que hubo mala mar unas semanas antes y luego, primero no hay aceite, luego no hay gasolina, luego no hay pescadores, no hay camiones... Ha sido la tormenta perfecta y hemos tenido que cerrar", lamenta.

Afortunadamente, ha sido cuestión de pocos días, y ya desde hoy martes, ven con la luz al final del túnel. "El viernes abrimos con normalidad absoluta, estamos cargando hasta los topes. Aunque esté el bar cerrado ya estamos metiendo anchoa. Hoy a las seis y media ya estábamos en la lonja peleando y hemos cogido la mejor. Encima es una anchoa preciosa, espectacular, dan ganas de hacerle selfies, te lo juro. Si ya las hacemos bien, cuando lleguen van a ser de nota", exclama.

Abrir el bar y volver a atender a los clientes con normalidad es su mayor deseo, especialmente después de los dos años "tan duros" que llevan a consecuencia de la pandemia. La situación, ahora, no es mucho mejor, porque a falta de restricciones ha llegado la subida generalizada de los precios. "Es una situación muy desagradable. Los hosteleros no tenemos dos semanas de tranquilidad. Yo igual tengo 50 productos diferentes y cada vez que entra el repartidor viene diciendo: Esto viene con subida. El aceite ha subido de 1,7 a 3,3 euros en tres días. Y yo gasto 60-80 litros de aceite de girasol a la semana.Y encima intentas no repercutir en el precio, porque la gente no puede pagar infinitamente, así que al final te lo tienes que ir comiendo tú. De repente, parece que el mundo se acaba cada dos semanas", lamenta.

Pese a ello, insiste, el viernes esperan a los clientes al otro lado de la barra, con un género de primera calidad y las mismas ganas de siempre de seguir sirviendo a donostiarras y visitantes.